Sitial del coro de la catedral de Plasencia, tallado por Rodrigo Alemán y otros maestros (siglos XV-XVI). |
En una especie de antecedente de lo que después se llamaría Plástica, el padre Orcasitas, un artista él mismo, nos enseñó algunas muy valiosas técnicas para realizar entretenidos trabajos manuales que, en algún caso, nos permitieron fantasear con los viejos talleres de arte renacentistas. De aquellas lecciones prácticas recuerdo con especial insistencia el día en que aprendimos a manejar la gubia, que fue tal vez la misma jornada en que aprendimos su nombre. Con aquella nueva herramienta pudimos crear, casi sin darnos cuenta, pequeñas obras con cuadros maestros que desde entonces no han dejado de ser parte de nuestra vidas. La mano del arte es muy larga y, lo que es más importante, nunca deja de acariciarnos.
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