«El Capitán Nemo tocando el órgano», grabado de Henri Théophile Hildibrand, 1877. |
En aquellas días no era infrecuente que, por propia iniciativa o al hilo de algún estímulo que llegara a sus ojos, se sorprendiera a sí mismo poniendo todo su afán en emprender repentinas caminatas verbales que a menudo quedaban colgando, como estalactitas, de la cueva en penumbra de su mente. Era lo que desde entonces dio en llamar los «paseos gratuitos para que la función engendre el órgano». «Siempre —solía añadir, no sin algo de sorna— entendiendo “órgano” en el sentido musical de término».
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