viernes, 30 de noviembre de 2018

Rosalía + Altozano, un diálogo

(Visto y oído en voz alta). A todos los que estén subyugados, como es mi caso, no tanto por el fenómeno Rosalía como por el arte que lo hace posible, les recomiendo vivamente esta lección magistral de Jaime Altozano que desentraña con gran brillantez algunas de las claves del taller musical de El mal querer, la obra que está conmocionando, y en diversas direcciones, el paisaje mediático en que nos movemos. Es un análisis muy preciso, rico, convincente y sugerente, que no agota el tema, pero lo desmenuza en lo relativo a su técnica combinatoria musical, al tiempo que proporciona pistas que invitan a seguir indagando. Porque, junto a sus sugerencias melódicas y en indisoluble unión con ellas, está el poema narrativo (con sus once capítulos o estancias), las palabras de la historia, un texto de rara perfección, ejemplar en cuanto a su composición rítmica y pleno de hallazgos metafóricos, de imágenes poderosas muy bien ensambladas y de una mezcla de registros poéticos (líricos, dramáticos, trágicos, coloquiales...) de enorme riqueza y eficacia (a la vista está).
Además, la intervención de Altozano contiene, entre los minutos 25-29, una muy interesante y lúcida digresión sobre los efectos positivos de Internet en la actual perspectiva artística de toda una generación de creadores españoles y sus nuevas audiencias.
Un saludo agradecido a mi amigo Alejandro GT, en cuyo muro pesqué el vídeo, al tiempo que le animo, si le apetece, a seguir profundizando en las claves literarias de una obra que cada vez se muestra más como «caudal y fuente» de numerosas influencias y confluencias.





(Visiones en voz alta: Rosalía dialoga con Jaime Altozano). Qué maravilla de explicaciones. Qué seriedad en el trabajo. Qué sencillez tan consciente. Todo un ejemplo. Comprendo que a algunos la reiteración en el elogio les puede resultar un poco exagerada. Pero es que hay mucha verdad, mucho trabajo y mucho atrevimiento. Y no ocurre todos los días.


«La Llorona» de Ángela Aguilar


(Audiciones y visiones en voz alta)
Cuando el niño era niño, a veces se ponía delante de la puerta central del armario de luna y, reflejándose en el espejo, aprovechaba para dar rienda suelta a sus aficiones dramáticas, o meramente payasiles, y soñaba que era un cantante de éxito. Por entonces, uno de sus hermanos ejercía de gran admirador de Raphael y, como más de una vez lo había sorprendido en algún rincón de la vieja casa entonando e imitando los gestos del niño de Linares, el mimetismo de segunda mano se le imponía como un camino a seguir. El mimetismo y la extraña letra de aquella canción que tenía algunas palabras incomprensibles ("huipil", que entendía "güipil" o "güibir", y el "reboso", del que tardó años en comprender que era un "rebozo") y un ritmo y una dulzura, y un punto acaso de tristeza cómica, que lo conquistaron. Ahora, calculo que medio siglo bien largo después de aquello, cuando oigo por la radio esta versión de «La Llorona», hay una mezcla de alegría y asombro que me lleva a buscarla en los yutubes y dejarla sonando acá. Ángela Aguilar se llama la intérprete. Habrá que seguirle la pista.

La canción triste

La imagen puede contener: una persona
Amedeo Modigliani: Retrato de Maude Abrantes, 1907.
Museo Reuben y Edith Hecht, Universidad de Haifa, Israel.
Sonaba aquí la canción triste, que se había colado por una ventana y terminaba, lo recuerdo bien, en „palabras de mucho desconsuelo“. Pero cuando fui a ponerla a buen recaudo, en esa caja fuerte invisible en que se ha convertido el bloc de notas de mi celular, debí de pulsar la tecla equivocada y la canción triste había desaparecido, aunque no su rastro. Es este.
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jueves, 29 de noviembre de 2018

La mirada

La imagen puede contener: una persona, primer plano
Petrus Christus: Retrato de una joven dama, hacia 1465-1470. Gemäldegalerie, Berlín.
«Aquella muchacha», dijo Ramón, «me miró como a un taxi desocupado». Y recuerdo que le respondí: «Ya ves, tal vez creía que eras un ser libre».
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miércoles, 28 de noviembre de 2018

Días huidos

La imagen puede contener: una persona, sonriendo, barba
Charles-Antoine Coypel: El risueño Demócrito, 1746.
«No mentiría si no te dijera que no te he echado de menos», me dijo. Y no supe si creerle. Ni qué.
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martes, 27 de noviembre de 2018

Gloria Fuertes, 20 años



(Visiones en voz alta). Parece mentira, pero ya se cumplen, hoy, 20 años de la muerte de Gloria Fuertes. Puede que en esa sensación de atropellamiento del tiempo (aunque por sí sólo ya se basta) influya el hecho de su otro reciente aniversario, las reediciones y nuevas ediciones de sus obras, la estupenda exposición del centro Fernán-Gómez, la tontería que dijo Javier Marías, las simplezas que dijeron muchos de sus sobrevenidos defensores y, muy por encima de todo lo demás, su condición de poeta-cometa verdadero con ciclos de retorno que sólo ella y si acaso algún cosmólogo atento y erudito conocen. El caso es que ayer me alegró la tarde el homenaje que le hizo en la radio Elvira Lindo, y volví a pensar en la inmensa suerte de haberla conocido de forma natural, sin posturas ni imposturas, con la misma condición de esas flores a las que, con plena gracia y su muy inteligente retranca, dijo aspirar en el segundo de sus poemas que recuerdo haber conocido. El primero fue el de “la Cabra”, que le oí recitar en el Instituto Padre Juan de Mariana, en Talavera, un día de tal vez el mes de octubre o noviembre de 1973. Ayer, como quien dice. Esta “mitad invisible” del Ortega es un buen acercamiento a la gran Gloria. Sirva de recuerdo y homenaje.


 Y este documento (creo que de 1996) de una tertulia en San Sebastián de los Reyes, con José Hierro y la presentación de López Azorín. Gloria para adultos, sin ningún reparo



Tertulia

La imagen puede contener: 4 personas, personas sonriendo, personas sentadas e interior
Edward Lamson Henry: A Country School, 1890.
Yale University Art Gallery, New Haven, Connecticut.
—Y decía usted que una sociedad...
—Sí, una sociedad que no ha aprendido a valorar en su justa medida a quienes tienen a su cargo la educación de sus hijos...
—¡Ah, como la nuestra!
—Bueno, no sólo...
—¿Y qué le ocurre?
—Le ocurre que está condenada a perecer, tarde o temprano, a manos de la barbarie.
—Sin señalar.
—Eso, sin señalar.

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lunes, 26 de noviembre de 2018

Hablarle a Borges (11)

Borges a la escucha. Foto de autor no localizado.
(Hablarle a Borges, 40). Dicen —aunque me gustaría comprobarlo— que Borges dijo o escribió: «Un libro no debe requerir esfuerzo porque la felicidad no debe requerir esfuerzo».
Y tras pensarlo un poco, no sé si lo suficiente, me atreví a apostillar: «Pues a lo mejor no estoy de acuerdo: en lo del libro, seguro que no (si así fuera, naceríamos ya leídos, y no “desleídos”, como más bien ocurre), y en lo segundo, aún queriendo asentir, no sé, no sé...: hay obstáculos contra la felicidad de los que cuesta tanto librarse... En suma: que disiento, Borges. Lo siento. Pero también en esto —y es curioso— se demuestra el aprecio, ¿non si?».



(Hablarle a Borges, 41). Dicen que Borges dijo o escribió: «El arte sucede cada vez que leemos un poema».
Y al mismo tiempo que asiento se me ocurre: «Especialmente cuando somos leídos por él. Que es la mejor forma —tal vez la única cabal— de leerlo».
Borges&café. Se diría que el gesto lo detiene tal vez en el momento 
de asumir la disensión u otro asombro, el mismo. Fotógrafo no localizado.




(Hablarle a Borges, 42). Es fama que Borges escribió: «Buenos Aires en 1910 era la capital de un país creciente, donde la pobreza era una cuestión de una generación a lo sumo».
Y pensándolo un poco me atrevo a comentar: «Han pasado décadas y generaciones, y no creo que pueda decirse lo mismo. Ni mucho menos. Y tan tristemente. Aunque cada vez se nos haga “más cuento” que empezó Buenos Aires...»


Borges paseando por Buenos Aires
con Estela Astete Millán, en 1967.

Al Cristo de Dalí

La imagen puede contener: noche
Dalí: Cristo de San Juan De la Cruz (reproducido en b&n), 1951. Museo Kelvingrove, Glasgow, RU
En la mueca de un sol despavorido
se recuesta tu pena de esperanza
y tu lecho de hollín busca alianza
entre sombras, papel, leño y olvido.
Cortas líneas de un eje ennegrecido
por la curva del miembro que se alcanza.
Cuatro conos de carne son la lanza
que te inserta en el prisma derretido.
De jirones rebeldes y espesura
se corona tu pelo, sol oscuro,
insipiente del cerco de la sierra.
Si tu nombre se escribe ya en la altura,
entre espejos de amor, triángulo puro,
¿por qué inclinas tu rostro hacia la tierra?

(El Escorial, 1973)

Deja de decir tonterías

La imagen puede contener: una o varias personas
Goya: Las viejas (también conocido como El tiempo o Hasta la muerte), h. 1810-1812.
Palais des Beaux-Arts de Lille, Francia.
Me encontré con ellas poco antes de llegar al portal. Caminaban muy lentamente y sin querer fui oyendo, y luego ya, queriendo y escuchando:
—Deja de decir tonterías, vale ya de decir tonterías, que siempre están diciendo las mismas tonterías. Que no tienes ganas de... (inaudible). Todos lo años igual. Que no tienes ganas de (ilegible)... ¿Pero has tenido alguna vez ganas de algo?
Y se perdieron por las calles dudosas del otoño.
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domingo, 25 de noviembre de 2018

Edición genética


(Leído en voz alta). Pudiera ser, como ya ha ocurrido otras veces, un «postureo cientifista» en esa carrera por llegar antes que nadie a la posthumanidad. Pero lo que también parece obvio es que, si no se ha producido, no tardará en producirse esta aplicación de la edición genética para crear humanos sin previsibles "taras" previas, quién sabe si también a la carta. El asunto tiene tan graves implicaciones, que extraña que no sea una cuestión situada en el centro del debate social. Aunque, claro, es muy difícil saber de lo que se está hablando realmente en un tema que queda, además de para expertos de muy alta cualificación, reservado para decisiones que no parece que sea posible tomar de cara a la opinión pública. Y sin embargo... Son tantas las dudas que me asaltan leyendo esta y otras informaciones similares que, honradamente, lo único que puedo decir es que me parece necesario leerlas y, sobre todo, tratar de entenderlas. Y en esas estamos.

Estilo según la RAE



(Leído en voz alta). Sin haberlo podido examinar, me parece una buena noticia la publicación de este Libro de estilo de la lengua española, avalado por la Real Academia de la Lengua, aunque sin carácter normativo. Su objetivo es poner una herramienta de edición útil al alcance de los "escritores digitales", de cara a fomentar un uso del idioma no sólo correcto sino adecuado a las peculiaridades y exigencias comunicativas derivadas de las nuevas tecnologías. 
En la línea, es de suponer, de la admirable tarea que viene realizando la Fundación del Español Urgente (Fundéu) y en sintonía, es de esperar, con obras clásicas de la materia, como son los libros de estilo de El País o de la Agencia Efe, esta nueva obra, editada por Espasa, debería servir para reducir la creciente falta de exigencia que se viene observando en el uso del idioma, incluso por parte de medios de reconocido prestigio. Sería de desear, también, que la obra estuviera cuanto antes disponible en la Red, de modo que su consulta fuera lo más cómoda posible y de forma acorde con los nuevos usos sobre los que trata.

El retorno

No hay texto alternativo automático disponible.
Twins Seven Seven: View Obatala Priest in the Shrine, 1978.
Zurcía y xerografiaba Walterio viejos unicornios tan sabiamente retratados que parecían obsesivos ñúes númidas midiendo los kilómetros jubilosos, incluso haciendo gráciles figuraciones en desiertos casi bosquimanos antiquísimos.
(Criatura alfabética puramente imaginaria; se la debía a Paco Caro).

sábado, 24 de noviembre de 2018

Pellicena, el eco de un apellido

José Luis Pellicena (foto tomada de aquí).
(Lecturas en voz alta). Como dijo alguien, también fallecido, cada día se muere gente que no se había muerto nunca. Y aunque sea ley de vida, es imposible acostumbrarse. Hoy (en realidad hace dos días, pero acabo de enterarme) le ha tocado el turno a José Luis Pellicena, a los 85, y la noticia me produce un salto hacia ese vacío extenso que engendra cierta dimensión de la memoria que ya parece pertenecer a otro, de tan lejana y hasta legendaria como nos resulta. Pellicena es un nombre y una voz asociados para mí, a la vez, al descubrimiento del teatro de calidad (a través de la tele, en especial el inolvidable Estudio 1, aunque no sólo) y a la literatura de “intriga y misterio”, por medio también de algunas series míticas de televisión, en las que Pellicena tuvo un papel importante, y, casi simultáneamente, a menudo en connivencia, por la lectura de las “narraciones extraordinarias” de Poe, una de las primeras y más intensas revelaciones que recuerdo haber tenido del valor de la escritura como experiencia capaz de trascender el mundo. Pues bien, el sólo nombre “Pellicena”, como también “Dicenta”, “Rodero”, “Bódalo”, “Merlo” o “Sala” o “Gutiérrez Caba”, por decir los primeros que se me vienen a la cabeza, configuran en mis recuerdos una especie de panteón de sensaciones y descubrimientos irreemplazables, y de naturaleza, si no inmortal, sí en cierto modo imperecedera, al menos mientras mi memoria sea capaz de avivarse y por más que las necrológicas de los periódicos se empeñen en recordarnos, cada día, por quién doblan las campanas. Esta tarde buscaré en Internet —esa memoria auxiliar casi milagrosa— algunas escenas de aquel tiempo. Y volver a verlas, en homenaje a los que ya no están, será una forma imaginaria pero también consoladora de hacerle un inútil pero consciente corte de mangas a la Gran Tramposa que siempre juega con las cartas marcadas. Amén. O «Ansi soit-il», que un poco antes de por aquel entonces nos había enseñado a decir Père Ignace.

La decisión

Carl Spitzweg: Der Bücherwurm («El ratón de biblioteca»), 1850. 
Museo Georg Schäfer, Schweinfurt, Alemania.
Cuando comprendió que no iba a poder leerlo todo comenzó a desleír los libros en el té de media tarde. A uno por día, a veces uno y medio, tal vez llegara a tiempo para cuando sobreviniera el momento de la siguiente reencarnación.
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viernes, 23 de noviembre de 2018

Teléfono borroso

The Guilty: la borrosa realidad a través del teléfono.

(Visiones en voz alta). The Guilty, que vi anoche en la sesión de preestreno, es una muy buena película hecha con escasos medios y, en mi opinión, mucho más directamente relacionada con la problemática realidad actual que lo que aparenta su envoltorio de thriller tenso y eficazmente llevado. Y es que su tema en el fondo —bajo una forma tan evidente que acaso lo oculta— no es otro que el de los errores a que puede dar lugar la comunicación telefónica, y más aún, el inmenso problema de interpretación y discernimiento en que está cayendo un mundo en el que ya casi todo pasa, de uno u otro modo, por el teléfono: sí, este aparato en el que estoy escribiendo estas líneas, muy probablemente el mismo en el que tú, usted o vuesa merced las está leyendo, quién sabe si con el dedo ya “pensando” en otra cosa. Es lo que hay.

El invisible (p)

José Gutiérrez Solana: Máscaras, 1938.
«El .uto invisible, siem.re .rocurando .er.etrar la forma de mostrar sus .ústulas y dis.uesto siem.re a .resentarse en .úblico sin la más .equeña .iltrafilla que ta.e su .inga .rocaz y .ordosiera», iban canturreando los trasnochadores ya de retirada.
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jueves, 22 de noviembre de 2018

Perspectivas (bajo las estrellas)

Autor desconocido: Retrato de Johannes Kepler, h. 1610.
Copia de un original perdido que se conserva en el monasterio benedictino de Kremsmünster, Austria.
«Llevo toda la tarde luchando —piensa que debería escribir más tarde— con un texto endiablado sobre la Nube de Oort, que está unas 2.400 veces más lejos del Sol que Plutón. De modo que no sé bien qué opinar sobre lo del escupitajo...». Y luego va y lo escribe.
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miércoles, 21 de noviembre de 2018

2001, 50 años después

Las dudas sobre Hal 9000...
(Visiones en voz alta). Es sin duda la película que más veces he visto y aún me parece inacabable. Tiene, a mi juicio, el arranque más potente de toda la historia del cine. Y, a juicio de casi toda la crítica, la elipsis más sugerente y creativa jamás urdida por el séptimo arte. En ella vive la inteligencia ¿artificial? más humana y emotiva, ese HAL 9000, “que nos precedió a todos”. Es un prodigio en la mezcla de música e imágenes en perfecta simbiosis. Envejece, sin duda, pero sólo para demostrar que puede haber una forma sublime de sucumbir al paso del tiempo. Y tiene secretos que sólo podremos descifrar, si acaso, una vez que traspasemos la puerta del infinito, y más allá. Hablo, claro está, de 2001: una odisea del espacio, la película genial de Stanley Kubrick que hoy (noticia del telediario) cumple su primer medio siglo. Démonos albricias. Y volvamos a verla.
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Trueques

Rembrandt: Filósofo meditando (detalle), 1633. Louvre, París.
A veces tenía que ir a buscar las palabras a la carbonera y no era raro que se encontrara allí con el niño muerto que, al verlo, fingía que se alegraba y hasta ensaya una sonrisa, aunque él sabía que era sólo un truco para que no le dijera a nadie que lo había visto, y a cambio le daba la palabra “cúpula” o la palabra “mohíno”, que extraía relucientes, como nuevas, del saco de la harina o de entre el montón de leña recién cortada.
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martes, 20 de noviembre de 2018

El escondite

José Manuel Ballester: Palacio Real, 2009. Impresión fotográfica sobre lienzo. Guggenheim Bilbao Museoa.
«No me vayan a haber dejado solo y el único recluso sea yo»*.
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*César Vallejo, Trilce.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Tierra a la vista


No es una tierra extrema pero es dura.
Se ve con sólo penetrar en ella.
En la llanura el sol deja su huella
sobre la encina y luego se aventura

por laberintos de canchales hondos
y por pueblos perdidos en la historia
y en la lenta ruina de esa noria
que es la ambición humana. En los redondos
sonidos que la tarde va dejando
emboscados al pie del agua presa
hay un grito de luz y un gesto herido.
La vida vive aquí. ¿Pero hasta cuándo
han de durar la farsa cruel, la aviesa
incuria vil, atroz, y el largo olvido?


domingo, 18 de noviembre de 2018

Realidad & Ficción

Inma Cuesta y Paco León, la pareja protagonista de Arde Madrid.
(Lecturas y Visiones en voz alta). Las pruebas de que la realidad copia a la ficción es directamente proporcional a la evidencia casi continua de que no hay ficción que sea capaz de competir con los «excesos» de la realidad, tal vez porque una y otra son estancias de la misma única e inabarcable dimensión en que vivimos. Quién sabe. Este artículo, que cuenta una curiosa historia en torno a la estancia de Ava Gardner en España, me sirve para recomendar la serie Arde Madrid (tráiler oficial abajo), que vi la semana pasada en dos sentadas. Es un buen trabajo de creación de la pareja Paco León y Anna Rodríguez Costa, con un sólido guion, rodada en blanco y negro y con excelentes trabajos interpretativos de Inma Cuesta, la ubicua y eficaz Anna Castillo, una prodigiosa Carmen Machi, además del muy convincente Paco León, cada vez más dueño de los diferentes resortes de la creación fílmica a un lado y otro de la cámara. Y sin olvidar intervenciones de mucha categoría, como la de Julián Villagrán. Es, en mi opinión, otro ejemplo de la madurez y altura que van logrando las series españolas, en este caso en clave de comedia, sin descuidar la recreación del ambiente de cierto Madrid de los sesenta, con su mezcla de lujo, picaresca y miseria, bajo una atmósfera moral opresiva, muy bien retratada en algunas escenas memorables.

Posdata (27/11/18). Me encontré ayer con este artículo de Diego Manrique que, con su habitual buena información, pone algunos reparos a ciertas licencias y despistes musicales de la obra. Muy oportuno: al fin y al cabo, lo normal es que la realidad se ocupe de poner en su sitio a la ficción. Seguro que no caerá en saco roto y hasta será útil para la probable segunda temporada.


La carreta

Vincent van Gogh: Camino con ciprés bajo el cielo estrellado, Mayo, 1890.
Kröller-Müller Museum, Otterlo, Países Bajos.
No había ya nada más que decir. Sólo esperar a que llegara la carreta y saludar a los caminantes rezagados.
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sábado, 17 de noviembre de 2018

Carreristas (2)

Ramón Casas: Ramón Casas y Pere Romeu en un tándem», 1897.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.
—Yo soy de idea y vuelta.
—Será de Ida.
—Bueno, de esa también.
—Y vuelta.

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Recen a Ma (Amanecer)

Tapiz de la creación (fragmento), siglo XI. Catedral de Girona.
Con el paso del tiempo se había convertido en un experto en improvisar amaneceres.
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viernes, 16 de noviembre de 2018

Donde se oculta el sol (Homenaje)

Árbol acróstico en paisaje castellano. Foto ©️AJR, 2015.
Hay En Noviembre Ausencias Reales, Indicios Nocturnos, Memorias Explícitas, Meandros Obsesivos, Rescoldos Iluminados Al Morir.
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jueves, 15 de noviembre de 2018

Ser Walser

James Sant: Autorretrato, 1844. National Portrait Gallery, Londres.
«Un poeta se inclina», comienza diciendo Robert Walser, «con sumo placer», concluye. «La mañana ha sido superada», dice en otro momento u otro yo. Y luego recuerda, o fabula recordar, que a uno de sus personajes, en el papel de pintor, otro, que hace vida de poeta, le pide que le escriba «una carta tan larga» que tenga que pasar «una noche entera leyéndola». Son cosas que pasan.
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miércoles, 14 de noviembre de 2018

Testigos (vi)

Alberto Durero: Autorretrato, 1493. Louvre, París.
¿Y cómo se sabe cuándo es demasiado tarde?
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martes, 13 de noviembre de 2018

Los emilios

Vincent van Gogh: Retrato del cartero Joseph Roulin,
Museum Boijmans Van Beuningen, Rotterdam (Países Bajos).
Recordó la primera vez que oyó llamar “emilios” a los e-Mails, lo lejano que quedaba eso, la rara maraña en que desde entonces andaba metido, el extrañamiento interiorizado, la veloz extensión de la inconsciencia, la eléctrica soledad, la inminencia pegajosa del desastre...
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lunes, 12 de noviembre de 2018

«El mal querer», cuánto bueno



(Visto y oído en voz alta). A todos los que estén subyugados, como es mi caso, no tanto por el fenómeno Rosalía como por el arte que lo hace posible, les recomiendo vivamente esta lección magistral de Jaime Altozano que desentraña con gran brillantez algunas de las claves del taller musical de El mal querer, la obra que está conmocionando, y en diversas direcciones, el paisaje mediático en que nos movemos. Es un análisis muy preciso, rico, convincente y sugerente, que no agota el tema, pero lo desmenuza en lo relativo a su técnica combinatoria musical, al tiempo que proporciona pistas que invitan a seguir indagando. 

Porque, junto a sus sugerencias melódicas y en indisoluble unión con ellas, está el poema narrativo (con sus once capítulos o estancias), las palabras de la historia, un texto de rara perfección, ejemplar en cuanto a su composición rítmica y pleno de hallazgos metafóricos, de imágenes poderosas muy bien ensambladas y de una mezcla de registros poéticos (líricos, dramáticos, trágicos, coloquiales...) de enorme riqueza y eficacia (a la vista está).

Además, la intervención de Altozano contiene, entre los minutos 25-29, una muy interesante y lúcida digresión sobre los efectos positivos de Internet en la actual perspectiva artística de toda una generación de creadores españoles y sus nuevas audiencias.

(Un saludo agradecido a mi amigo Alejandro GT, en cuyo muro de FaceBook pesqué el vídeo, al tiempo que le animo, si le apetece, a seguir profundizando en las claves literarias de una obra que cada vez se muestra más como “caudal y fuente” de numerosas influencias y confluencias).

Non serviam (punto cero)

Selfisombra con una rana de la infancia.
Museo Ruiz de Luna, aTempora. @AJR, 2018.

¡Menudo dios de mierda que estás hecho
si eres el que me ha dado este principio!
Más te valdría hallar un precipicio
por el que despeñarte. El contrahecho
y astado Don Bildur qué satisfecho,
diablo al fin, estará del estropicio:
la lucha desigual, en el oficio
de escribir, es la clave. No hay derecho
a esta burla y sevicia, a esta condena
que nos arrastra —y una vez tras otra—
hasta el lugar del crimen sin remedio.
He venido hasta aquí porque la pena
de vivir sin vivir es la derrota
que fraguas cada día, oh dios del tedio.

Laberinto (e)

Leonora Carrington: Laberinto, 1991.
En Gortyx, en el corazón de la isla, estuvieron buscando la entrada del laberinto. Pero no la encontraron. Ni la salida.

domingo, 11 de noviembre de 2018

La lluvia

Cuadro de Cristina Bergoglio.
«Creo que la única verdadera razón de ser de estos relatos —nos dijo mientras conducía bajo la lluvia— es encontrar algo que aún no sé si existe»... «Y sobre todo —continuó— aprender a estar preparado para el día en que todo comience a darme la espalda». Durante el resto del viaje, apenas hablamos.
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sábado, 10 de noviembre de 2018

Luz azuL

Picasso: La sopa, 1902-1903. Galería de Arte de Ontario, Toronto.
—El mar es azul porque la luz siempre regresa.
—¿Y...?
—No, nada, esa coincidencia,
—Claro, la sopa quema porque ha estado al fuego.
—¿Otra coincidencia?
—No, pura causalidad.
—Qué casualidad, una coincidencia y una causalidad juntas.
—Sí, vaya coincidencia.
—Simple causalidad.

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viernes, 9 de noviembre de 2018

El humo muhlé

David Teniers el Joven: Fumadores en un interior, hacia 1637.
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Fumaban los compadres en la covachuela y el más joven se entretenía en formar con el humo mensajes que iban y venían bajo el techo curvo.
«OJÚ, DE SEMILLAS ALLÍ ME SEDUJO», pudo leerse en un momento.
«¡AIRE SERÍA!», pintó el otro.
Y fue pasando la noche.

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jueves, 8 de noviembre de 2018

Etimonolatrías

Brueghel el Viejo: Dos monos encadenados, 1562. Gemäldegalerie, Museos Estatales, Berlín.
—No por mucho tempranear amanece más madruga —dijo uno.
—Quien con infantes pernocta excrementado alborea —alardeó el otro.
Y después ambos movieron las cadenas como para disimular.
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miércoles, 7 de noviembre de 2018

Tres en raya

Caravaggio: Ecce Homo, 1604. Museos de Strada Nova - Palazzo Rosso, Génova.
(Agradezco la pista a Alfonso González-Calero).
«Este que veis aquí, miradlo bien —prosiguió el narrador— , es aquel de quien se dijo que era el hijo del hombre. Y ese que lo presenta, no le perdáis ojo, es otro hijo de su madre. Tras ellos, qué os parece, aparece otro ejemplo de lo humano. Y ahí están los tres, en la misma raya de una naturaleza que no deja de interrogarnos».
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martes, 6 de noviembre de 2018

Samara, de Camarón




(Oído en voz alta). Por puro azar azaroso viene a mis manos una vieja cinta de casete de Camarón de la Isla, «con la colaboración especial de Paco de Lucía"». Castilo de arena es su título. Y en ella se encuentran estas bulerías de «Samara» en las que, como a menudo suele ocurrir en este palo, la letra es la que conduce a la voz hasta ciertos registros expresivos y honduras que sorprenden por su perfecto ensamblaje. La fecha de edición es la de 1977, aunque creo que llegó a mis manos algo más tarde. En todo caso, mi afición al flamenco, que sin duda prendió, además de en las coplas de la radio, en los fascinantes corrillos que los gitanos de Talavera formaban durante las ferias en el paseo de la Alameda y que yo veía asombrado, se fue fraguando por esos años, en especial durante las sesiones a las que pude asistir en el Club de Música del Colegio Mayor San Juan Evangelista, el añorado «Johnny». De esos conciertos y recitales, y también obras dramáticas (con La Cuadra, por ejemplo), recuerdo casi como si se tratara de un hecho fundacional una sesión urdida por mi amigo de entonces, Virgilo Pérez-Clotet, que tuvo como protagonistas a Bernarda y Fernanda de Utrera, legendarias cantaoras que por esas fechas apenas actuaban fuera de sus predios. Aquel recital se saldó con un verdadero fracaso de audiencia (no creo que fuéramos más de veinte personas en el amplio salón de actos del colegio, por lo común repleto de espectadores) y aún me parece estar oyendo los lamentos de Virgilio quejándose de que «me han boicoteao, tío, vaya marrón y qué mala leshe». Lo curioso es que, en la pequeña historia de mi afición al flamenco, ese fue un verdadero día D, al que no tardaría en sumarse, junto a los experimentos tan brillantes de Triana, Lole y Manuel, etc, el milagro de la voz de Camarón, ese punto cero del flamenco contemporáneo.

Blanco

Velázquez: Vista del jardín de la Villa Medici en Roma, hacia 1630. Museo del Prado, Madrid.
No era necesario decirlo. Con solo pensarlo se hacía el silencio.
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