jueves, 31 de marzo de 2022

En torno a Eärendel

Al hilo de las novedades astrofísicas y/o cosmológicas, y en concreto en relación con el descubriiento de la estrella Eärendel, la más lejana hasta ahora consignada, conviene tener en cuenta que a menudo la realidad ha sido previamente imaginada, o al menos sugerida. Claro que a favor de esa posibilidad está esa cualidad de la poesía que es la ambigüedad, tal vez también alguna variante del principio de incertidumbre o indeterminación que tanto peso tiene en nuestros tratos con la posible comprensión de la realidad. Las pesquisas que el siempre atento César Rodríguez de Sepúlveda aquí nos ofrece, junto con su excepcional (aunque sea marca de la casa) traducción del poema de Tolkien, hacen posible entender mejor el alcance y la repercusión simbólica y, por así decir, cultural del reciente descubrimiento. Bien pudiera tomarse como un ejemplo de ese necesario diálogo ciencia-poesía en el que algunos ciframos nuestras mayores expectativas de comprensión de un universo que se nos escapa por las estrechas e inconsistentes costuras de un modelo lógico-científico cada vez más insuficiente. César ha escrito asimismo un poema que, desde cierta perspectiva (neo)romántica de nuestra aventura espacio-temporal, también puede servirnos para explorar con buen pie el verdadero alcance de algunas intuiciones. Búsquenlo en su muro. Merece la pena.

Regreso a "Los Intocables"

(Al filo de los días). Pocas teleseries, entre las clásicas, tan poderosas y memorables como Los Intocables.. Puede que fuera la primera aproximación al cine de gangsters (o gánsteres) de la que pudimos ser algo conscientes y, en consecuencia, el verdadero germen de nuestro interés por un género cinematográfico en el que se han producido algunas de las joyas indiscutibles del séptimo arte, con la trilogía de El Padrino, que acaba de cumplir 50 años, a la cabeza. Un gran momento de la última ceremonia de los Oscars, bofetadas aparte, fue la aparición y presencia en el escenario de Coppola, De Niro y Pacino, mientras sonaba el tema musical de la obra, una de las bandas sonoras más pavlovianas y sugerentes que se hayan compuesto nunca. Un dato curioso de la versión española de Los Intocables es que su narrador, al parecer, era nada menos que Álvaro Mutis. Al menos eso es lo que comentó en este mismo muro Mariano Antolín Rato. Parece que así es. Presten atención.



ANTÍFONA ARAMEA

Peter Paul Rubens: El sacrificio de la Antigua Alianza, 1626.
Museum of Fine Arts, Boston (EE UU).

Al ascender al ara, Aaron asociaba asambleas adánicas al asombro asumido. ¿Aspiraba alumbrar alguna algarabía antilevítica? ¿Advirtió acaso antiguas anomalías al acercarse al Arca? Al avanzar aspiró ansiosamente. Absorbía aromas ardorosas asociadas a amargas angosturas. Allí apareció aún algún ademán altivo. Atronaba al aire angustiado. Acogía abluciones apóstatas. Abatía augures arúspices. Acercaba al abrevadero animales ancestrales. Arañaba ausencias. Anhelaba armonías ante Ararat. Ausentábase. Al alejarse alcanzaba augustas alturas. Así arrebatado, añadió alianza al Arca. «Aaron amado, accederemos al amanecer», añadieron algunos adalides aniñados alertando al ángel ausente… Aún acordamos aspiraciones. Aún arden ascuas.

(LUN, 790 ~ Cuentos literales)

miércoles, 30 de marzo de 2022

Os dedos

(Al filo de los días). Como un secreto casi perdido en la memoria, tal vez como uno de aquellos tesoros que de niños inventábamos con tan sólo poner un poco de papel de plata debajo de un trozo de cristal para cubrirlo luego con tierra, así resuena en algún rincón muy íntimo la canción con la que alguna vez mi madre me enseñó a nombrar los dedos de la mano en gallego, una de esas retahílas básicas que tienen todas las lenguas, que nunca se olvidan y que, si bien se mira, son a modo de brújulas mágicas que nos permiten navegar por muy diversos mares.

Este é o dedo meniño,
este é o seu padriño,
este é o pai de todos,
este é o furabolos
e este, o matapiollos.
Toda una lección, por otro lado, de usos y costumbres, a partir de la cual aún podemos acercarnos a aspectos muy curiosos de nuestra historia.

ALGUNAS VICISITUDES Y TRAVESÍAS ...

ALGUNAS VICISITUDES Y TRAVESÍAS

DE GENTES CON PODER Y GRADUACIÓN

Y OTRAS DE GENTES DEL COMÚN QUE TAMBIÉN CUENTAN

Caspar David Friedrich: En el velero, 1819.
Museo del Hermitage, San Petersburgo.


La humana condición, a lo largo de su dinamitada historia, acumula tal variedad de peculiaridades, excepciones y rasguños que omnipotente y hasta milagrosa podría considerar la mente capaz de hacerse cargo, no ya de su totalidad, sino tan sólo de la punta emergente de ese monte de laderas submarinas sobre el que algunas tribus, no especialmente belicosas, situaban el espacio preciso para el encaje del ara sacrificial; y otras, amansadas en la arena del desierto, la peana de andas portadoras del arca de la alianza. No sabemos si Perec, tan dado a dejarse tentar por hipótesis sin coartada —también a sacarse de continuo conejos de su barroca chistera— estaría pensando en algo semejante cuando, sin ningún género de dudas y sin dudas de género, situó, uno tras otro, a ‘El sultán Selim III que alcanzó ochocientos ochenta y ocho metros’, seguido por ‘El sargento jefe que murió de una absorción masiva de goma’ y, como tercero en discordia y franca contradicción, ‘El segundo de abordo del “Fox“ que descubrió el último mensaje de Fitz-James‘. De todos estos tuvo noticia ‘El joven estudiante que se pasó seis meses en su cuarto’ y es probable que también estuviera advertida de ello ‘La esposa del productor que marchaba para una nueva vuelta al mundo’, sin que quepa descartar que ese conocimiento contribuyera a despertar en la dama un ya maduro apetito circunnavegador y sus tal vez tímidos pero muy consistentes deseos de aventura.
(LUN, 791 ~ Perec al paso, 61-65)

martes, 29 de marzo de 2022

KAFKIANA


Al despertar del día de marras y de su cita con la hacienda pública, a K. lo asaltó, sin saber de dónde, una imprecación que, vertida en román paladino, bien podría enunciarse así: «Mecagüen to’ lo que se menea». Explicar el trasfondo de aquella ocurrencia sobrevenida le llevaría a demorarse, y además muy minuciosamente, en la escritura del Proceso hasta tratar de entender las interioridades del Castillo, con sus múltiples subterráneos, pasadizos y mazmorras. Sin olvidar, claro está, el foso infestado de caimanes, hienas locas, reptiles chupópteros y toda una legión de fadas corrupias. «Lo indudable, cagüendies —se dijo el asistente de K, imitando sin casi advertirlo a su convecino Nostra—, es que hay un buen tajo por delante».
(LUN, 792)

Ilustraciones de Luis Scafati
para una edición de El castillo, de Franz Kafka,
publicada por Sexto Piso en 2015.

lunes, 28 de marzo de 2022

Adiós a Mario Muchnik

Mario Muchnik durante la presentaciòn de sus memorias.
Foto: Casa América.

(En voz alta). Ante el fallecimiento de Mario Muchnik no faltará quien hable de la desaparición de uno de los últimos grandes editores a la antigua usanza, gente de cultura extensa y de tan probada como pertinaz vocación lectora. Fue el suyo un empeño mantenido con aplomo y decisión allí por donde pasó (transitando en parte, y sobre todo en términos pecuniarios, ‘de fracaso en fracaso’) y su sabiduría editorial, quintaesenciada en sus postreros libros de memorias, nos ha dejado lecciones impagables, más allá de ese ya feliz tópico que consiste en saber que en las industrias de la letra empresa y territorios afines “lo peor no son los autores”.

Durante sus años en Anaya, donde siempre fue una especie de mirlo blanco, incomprendido y hasta “chanceado”, aún llevó a cabo alguno de sus muy valorados ‘descubrimientos’, botines nobles que sumar a sus tratos con Cortázar, Canetti, Bruce Chatwin… Así, por ejemplo, fue él quien le dio la primera gran oportunidad seria a Javier Reverte para despegar desde la palestra del periodismo de campaña a la narrativa pura y dura. Su trayectoria, en los puntos que de verdad importan, ha sido todo un ejemplo de osadía e inteligencia. Y su intento de aunar ciencias y humanidades, potenciado por su formación como físico, sin duda marcó una vía por la que otros transitaron, y aún sigue teniendo plena validez. Descanse en paz y que le sea leve el tránsito al país de todos los libros.

domingo, 27 de marzo de 2022

LA EZCALERA


Escalera del campanario de la catedral de Coria (Cáceres),
diseñado por Manuel de Lara Churriguera.

Tras pasar el zaguán y penetrar en la cripta, el joven vampiro, algo zangolotino e inexperto del todo, confundió la zona rinconera de los féretros con la zacristía inferior, y cuando quiso darse cuenta había quedado atrapado en el azogue zigzagueante de un falso ezpejo que hallábase escondido en el ojo zurdo de la ezcalera. ¿Lograría zafarse algún día? Quién lo sabe. Por zi acaso, no os demoréis en la contemplación de los vidrios soplados.

(LUN, 794)

viernes, 25 de marzo de 2022

EL DÍA EN BLANCO

Jack Vettriano: Te Singing Butler (“El mayordomo cantante”).

Y así, entre giros, nubes, voces, cercanías, intensidades, reflejos, alusiones, veleidades, velas, fosfenos, rompientes, lunaciones, alegorías y sonrisas fuimos pasando el día en blanco. Quedan nueve meses para la Navidad.

(LUN, 796 ~ De la vida misma)

jueves, 24 de marzo de 2022

En Sin Tarima con Celia y los demás


Fue una tarde-noche algo desapacible en lo exterior, pero en la singular cripta de Sin Tarima logramos pasar un buen rato de amistad y buenas palabras. Fue posible gracias, sobre todo, a mi muy querida amiga Celia Ruiz Ibáñez, que prestó su voz y su arte a una muy atinada selección de poemas, a los que hice improvisados comentarios ante un público de amigos siempre remando a favor. Uno de ellos, Antonio Del Camino, lo cuenta aquí con generosidad. Pudimos después compartir las primeras horas de la noche en “franca camaradería”, entre birras y risas. Gracias a todos.



EL PARAGUAS

Día de lluvia en una calle de San Petersburgo.
Fotografía de Eduard Gordeev. Editada.

«Sin diéresis, sin-diéresis», oigo que me recomienda mi psiquiatra desde la ventana al despedirnos. Cada día está más loco. Ya no sabe cómo llevarme por el camino del pensamiento recto. Menos mal que le tengo calado. «¡Adiós, maeztro!», le respondo agitando una mano mientras salgo del portal. Pero él no me quita ojo y me sigue gritando mientras, ya en la calle, trato denodadamente de abrir el paragüas.

(LUN, 797 ~ Cuentos absurdos)

miércoles, 23 de marzo de 2022

ZU/ECOS

Vincent van Gogh: Ein Paar Holzschuhe (Un par de zuecos), 1888.
Van Gogh Museum, Ámsterdam.

Sus pasos resonaban en mis sueños.
Sus sueños resonaban en mis pasos.
En sus pasos resonaban mis sueños.
En sus sueños resonaban mis pasos.
Resonaban mis pasos en sus sueños.
En mis sueños sus pasos resonaban.
(LUN, 798 ~ Dados de la Posada)

martes, 22 de marzo de 2022

UN PASEO CON NOSTRA BAJO LA LLUVIA

Gustave Caillebotte: Calle de París en un día de lluvia (detalle), 1877.
Art Institute of Chicago.

Hoy, bajo la lluvia primaveral, he vuelto a cruzarme con Nostra, el profeta de la Prospe. Iba solo, sin paraguas, paseando lentamente con aire reconcentrado y en aparente silencio. Como yo llevaba mi parasol tridentino de tres plazas, le he invitado a cobijarse. Y, no sin un gesto de sorpresa, ha aceptado, aunque dudo que me haya reconocido. Bueno, tampoco es que tenga que saber quién soy, por más que hable de él a menudo y lo considere uno de los vecinos egregios del barrio; incluso griegos, en el sentido clásico del término. Nada de esto le dije, en parte porque enseguida empezó a hablar él. O quizás sería más apropiado decir que se puso a verbalizar sus pensamientos, no digo que ignorándome —de vez en cuando apretaba mí antebrazo para subrayar algún término—, pero sí yendo claramente, por así decir, a su bola y por completo arrimado al calor de sus propias cavilaciones.
«El mundo —iba diciendo mientras paseamos por la acera del Auditorio en dirección a la plaza de Cataluña— se nos está convirtiendo en una pura correa de transmisión de la desgracia. Un frenético giro de cangilones que no cesan de desaguar, en sus imparables círculos de derviches, turbiedad y congoja, barro y opresión, pestilencia y pesar. Es casi imposible sustraerse al dolor permanente, a las infinitas formas de tragedia que nos cercan por todas partes. No podemos dejar de ser conscientes. Pero tampoco, qué carajo, es posible vivir a la intemperie sin descanso».
Seguimos andando un buen rato en silencio. Al llegar junto al bosquete de olivos próximo a Pradillo, Nostra se paró en seco, sin importarle la lluvia que arreciaba, y plantándose frente mí recuperó de pronto todo su énfasis de orador, hasta el punto de que de no ser por lo destemplado de la orilla y la brevedad de su discurso sin duda se habría hecho corro. «”Dame una salida” —dijo—, solían gritar los héroes, o víctimas, de “Matrix”, cuando todavía había cabinas telefónicas. Ahora venimos aquí, a esta especie de alma portátil que creemos compartida, y lo contamos. Pensamos en voz alta. Peroramos. Seguimos sin saber bien (ni mal) por qué. Las palabras nos acunan. Son un mar que nos salva, al menos mientras duran, del vacío». Y tras una pausa y una mirada inquisitiva en derredor, dio una rápida vuelta sobre sí mismo y concluyó: «Y luego, ¿qué, eh? ¡Si te he visto, Merimée! ¡Nos ha jodío!».
Confieso que me quedé en estupor de facto. No tanto porque ignorara que Nostra fuera amante del cine como por cómo dijo las últimas frases, al tiempo que blandía en sus manos un teléfono móvil que sacó de su faltriquera y que, por su tamaño, bien pudiera considerarse un hermano gemelo de aquel mítico zapatófono que el agente Maxwell Smart (¿Smartphone?) exhibía en los muy divertidos capítulos de aquel, también profético, “Superagente 86” que tantos buenos ratos nos proporcionó a los niños, y supongo que también a las niñas, de finales de los sesenta. Que ya ha llovido.

(LUN, 799 ~ Las cosas de Nostra) 

lunes, 21 de marzo de 2022

Entrevista en Ahora CLM.com

 

Una conversación con Lidia Yanel. En el llamado “día de la poesía”, que vuelve (ojalá) a ser hoy.

EL DON CREADOR IRREFUTABLE Y SUS PROTAGONISTAS

EL DON CREADOR IRREFUTABLE QUE SURGE DE LA MERA EXPOSICIÓN DE LOS HECHOS SUJETOS POR LA ACCIÓN DE SUS PROTAGONISTAS

Representación de la batalla de los Campos Cataláunicos, o de Chalons,
en el año 451. Un conglomerado de tropas de diversa procedencia
mandadas por Aecio consiguió, para el ya casi exhausto Imperio Romano,
una última victoria, frente a los hunos de Atila.
Veinticinco años después (476) se produjo la caída de Roma.


Tiene a menudo la escritura literaria un valor fundacional tan afilado que por su sola fuerza y precisión instaura una forma perfecta de realidad. Es verdad que no hay modo de contrastar el peso objetivo de los cuerpos que así vienen al mundo, y que tampoco resulta posible encomendarse a semejante pulsión emisora como si fuera ella la única fuente de nuestra felicidad —aunque la tentación nos sobrevuela a menudo. Pero tampoco somos tan estúpidos —al menos no todavía— como para despreciar el don creador irrefutable que surge de la estricta exposición de los hechos sujetos por la acción de sus protagonistas, verbigracia la fascinante rueda de posibilidades que se abren en este tiempo ácido con la sola mención, vía Perec, de un grupo nada fantasmal compuesto por ‘El abuelo liberal que halló su inspiración en una novela’, acompañado de ‘El calígrafo que copió una azora del Corán en la Medina’, en la cercanía de aquel ‘Orfanik que solicitó el aria de Angélica en el Orlando de Arconati’, junto a ‘El actor que tramó su propia muerte con la ayuda de su hermano de leche’, ‘La joven japonesa que blandía la antorcha olímpica’ y, cerrando la marcha, concentrado en su propio paso pero sin descuidar la atención del ritmo de los demás, el singular ‘Aecio que detuvo las hordas de Atila en los Campos Cataláunicos’. Hagan juego.
(LUN, 800 ~ Perec al paso, 55-60)

domingo, 20 de marzo de 2022

Erratas errátiles y otros roedores

(En voz alta). La imparable proliferación erratil, tan errátil ella, hace ya hace tiempo que firma parte de guerra permanente en el mundo que nos rodea, e incluso se convierte en una palanca creativa nada desdeñosa, yate digo, cuando es sólo modesta nave o incluso barquichicuela, o cosas así. En fin, bromas aparte: no dejen de leer este interesante artículo sobre “el mal de nuestro tiempo” en lo tocante a la comunicación escrita y, especialmente, en todo lo que tiene que ver con la edición, en cualquiera de sus formatos. La verdad es que hace ya mucho que uno de los asuntos recurrentes de conversación con mis queridos colegas del mundo editorial es el creciente desprecio hacia la corrección de errores, erratas incluidas, hasta el punto de que solemos coincidir en contarnos experiencias de cómo, una vez evidenciada y con pruebas palpables la mala calidad de esta o aquella publicación, la respuesta suele ser la indiferencia o incluso el desprecio. Y, como consecuencia, la inacción: y así las criaturas erróneas se multiplican como roedores. Y eso incluso entre personas consideradas cultas (profesores, periodistas, poetas…), que a menudo fruncen el ceño cuando se subrayan estas evidencias y no cesan de ofrecer una de las pruebas más claras de que el mal ha calado muy hondo.

OTRO SUEÑO ROTO

Francisco de Goya: El sueño de la razón produce monstruos, 1799.
Grabado de la serie ‘Los Caprichos’.

Estaba en lo mejor de mi sueño de felino, cuando me despertó aquel estruendo de aleteos, un horrísono piar desacordado envuelto entre frenéticos golpeos de garras, picos y membranas agitadas en el aire. Levanté la cabeza y vi que mi amo se había quedado profundamente dormido sobre lo escrito y que, acaso trastornado por lo que ya no podía soportar más, estaba dando rienda suelta a todos sus demonios interiores. Era el caso que la habitación se había llenado de un aire mefítico tan espeso y pestilente que se me volvía del todo imposible seguir dormitando en mi rincón favorito, donde sólo unos pocos logran darse cuenta de que estoy allí y de que, pese a la pastosa confusión, la falta de memoria y, más aún, el olvido, mi asombro vibra.

(LUN, 801 ~ Al pie de Goya)

sábado, 19 de marzo de 2022

Presentación en Sin Tarima

 


EL CORAZÓN DE LA NOCHE

Portada de Ana Juan para el número de marzo de The New Yorker.
Cortesía de SPM.

Cuando se acercaba la siguiente noche, Cherezada sintió que alguien le hacía señas desde el otro lado del Libro. Como el que se levanta en medio de un sueño y anda un rato por la habitación, tal vez consciente de estar rozando los umbrales de otra vida, se plantó ante mí y, mientras deslizaba bajo mi almohada una papel impreso, me dijo: «Quieren que dejemos de fabricar Piedad».

(LUN, 802 ~ Imágenes que dan pie)

viernes, 18 de marzo de 2022

NADA NUEVO

Michael Cheval: Melody of Rain, 2015.

A falta de otra cosa mejor que hacer y por seguir el dictamen de Borges para los días de lluvia, se puso a rebuscar en su baúl de objetos imprecisos, de artefactos varados y frases sueltas un poco de candela, o al menos una imagen que llevarse en procesión. Y, como ya le había ocurrido otras veces, se le fue el santo al suelo y aquí le vemos recogiendo los cachos —“sí, sí, los cachos, chacho”—, con una pizca de avilantez por aquí, un aforismo sin cabeza por allá, algo de eso que no es lo que te quería decir y, ya tú sabes, dejemos los equívocos sin importancia para otro momento…, cosas así que, como todo el mundo acaso no ignora, sin duda no dan para levantar un retablo, pero al viejo de las coplas le pemiten formar un corro de curiosos, ir desgranando los aleluyas con su voz más teatral al ritmo del puntero sabiamente meneado… y, finalmente y sobre todo, pasar la gorra de los óbolos ante la concurrencia. Y, claro, no vas a ser tú el boludo que se quede fuera del ceremonial, así que, ¡dale!, ráscate las musarañas y mira a ver cómo sales de esta lo más airoso posible. Tú verás. No, no estás soñando. Ah, que falta el título. Nada nuevo.

(LUN, 803 ~ De la vida misma)

jueves, 17 de marzo de 2022

LAS HORAS MUERTAS

Mijaíl Vrúbel: Demonio sentado. 1890. Galería Tretiakov, Moscú.
Cortesía de (o, más bien, atraco a) 
César Rodríguez de Sepúlveda.


El diablo me vino a visitar en la colina y, sin otras contemplaciones y con la habitual media sonrisa de los momentos de chanza más que de tentación, me dijo:
—No sé de que os admiráis. A poco que meditéis, esto ya estaba en el guion. Y también vuestra estulticia.
Caí en la cuenta entonces de que, en efecto, de casi todo lo terrible que nos vuelve a ocurrir tenemos tantos signos previos avisadores que, si ya es extraordinario que errores tan previstos vuelvan a producirse, aún lo es más que, al sucederse, nos pasemos luego las horas muertas lamentando sin cesar cómo han sido posibles, en vez de poner en marcha el remedio para evitar tanto la terquedad en la equivocación como la indolencia en la búsqueda de caminos de verdadera y eficaz enmienda, mientras no limitamos a sentirnos condenados a girar presos de la inutilidad recalcitrante de las jeremiadas y del todo incapaces, y una vez tras otra, de poner cerco al vórtice imparable de las muertes inútiles.
(LUN, 803)

miércoles, 16 de marzo de 2022

Visiones en voz alta (2) TwinPeaks

(Visiones en voz alta📺11). Uno de los aspectos en los que la narrativa de las grandes series de televisión claramente iguala al mejor cine, y a veces lo supera, es en su manejo del fragmento. Muchas secuencias de los telefilmes parecen concebidas como clips casi autónomos, válidos por sí mismos, rítmicamente pautados y dialogados de forma tal que se pueda obtener de su visión una historia (anécdota) completa, comprensible. Y todo ello sin perder ni un ápice de su peso en el conjunto de la historia, que avanza así a través de una suma de intensidades cuya perfecta armonización suele ser la nota distintiva de las obras más logradas. Es lo que ocurre en la compleja e impactante Tercera Temporada de Fargo, a la que corresponde esta secuencia, robada de forma muy artesanal y precaria —como puede verse— de su reciente emisión enMovistar.
Atención, spoiler: aunque no lo creo, no está de más avisar de que la secuencia contiene aspectos que pudieran interferir en la percepción de la trama por parte del espectador. Dicho queda.

Visiones en voz alta📺14). Que a David Lynch se le haya ido definitiva y, quizás, maravillosamente la olla es una sospecha que nos asalta cada dos por tres a quienes seguimos, como podemos pero siempre con placer y gotas de estupor, la nueva temporada de «Twin Peaks», ese big bang de la nueva homevisión. De momento, es difícil pronunciarse y mucho más tener una opinión formada y coherente, o resumible, de lo que llevamos visto(en mi caso, 10 capítulos), porque hay demasiadas incógnitas y todas las expectativas —incluida la del fiasco, aunque lleno de perlas frescas y salvajes— están abiertas. Sí puedo manifestar, de nuevo pero nuevo, mi asombro ante la capacidad revulsiva, inquietante, lúdica, lúcida... y otros muchos adjetivos malabares que podría añadir, de este artista visual que, quién lo diría, se nos acaba mostrando como un devoto y aventajado discípulo de Kubrick, un émulo posmoderno y neosurrealista de Hitchcock, un continuador de la veta expresionista del mejor cine experimental y, qué quieren que les diga, un cachondo mental de primer orden. Pura intropía en vena. Algo tengo claro de momento: la nueva temporada de Twin Peaks es un 'suceso' artístico de primera magnitud. Y dará mucho que hablar. Aunque sea como camino hacia un pasmoso silencio. Si pueden, no se la pierdan.


(Visiones en voz alta📺17). El final de la tercera temporada de «Twin Peaks», que parecía más que inalcanzable algo artificiosamente demorado, presumo que no ha dejado satisfecho a nadie. Entre otras cosas, porque no está nada claro que sea el final. Tengo la impresión de que Lynch, que es un viejo zorro plateado de estirpe genuinamente surrealista, se resiste a matar a la gallina de los huecos (sic) de oro. Y aunque en algún momento de esta larguísima, caótica, brillante, espesa, disparatada, vistosa y, en no pocos momentos, genial temporada, hay claros síntomas de agotamiento y un par, al menos, de secuencias con hechuras de telón final (pausa), la última foto fija —la del susurro del secreto— da pie para seguir alimentando el fuego que camina con nosotros siempre que nos invade la duda de quién mató Laura Palmer. ¿Nos vemos en 2052?



A MI LA CALIMA

Fotografía de la NASA de una calima de polvo del Sahara
cubriendo las Islas Canarias, capturada por satélite.


—A Calima, mami, laca.
—Acá calima, Mila, caca.
—A mi la cal, a Mila, lima: la calima.
—Esa calima mil acá sé.
—La calima, como Celia, baile; como Camila, cal.
—¡Ay, a la caca calima mala, mami, la caca cala ya!
(LUN, 805 ~ Palíndromos)

martes, 15 de marzo de 2022

ALEGRÍAS DEL REENCUENTRO

 ALEGRÍAS DEL REENCUENTRO INESPERADO

EN LA AURORA DE UN DÍA LLUVIA

Amedeo Modigliani: Desnudo sentado, 1916.
Courtauld Gallery, Londres


«Podría decir —me dice que le dijo ella con cara de confidencia en aquel inesperado reencuentro— que de esa historia, además de un reciente sabor muy agradable, tengo lo que bien se podría llamar recuerdos del futuro». Y es que, según me cuenta él, todo se confabula a través de un margen de tiempo apenas discernible entre realidad inminente e imaginación al galope, premisas muy bien ensambladas en ese fondo de extrema sensualidad que, desde ese nuevo día, suele estar presente en sus encuentros, en parte porque él ya no enmascara los deseos que su cuerpo le transmite, y ella porque, aunque no concernida por un grado semejante de excitación, fiel a la luz primera de su nombre, sí se siente muy halagada por provocar en él esas ensoñaciones. Y, según afirma él que piensa ella, hasta le gustaría, y mucho, que le contara de qué modo imagina que serían sus nuevos encuentros, y con qué dulzura y cuidado volvería, como entonces —aunque haga ya tanto—, a entrar en su intimidad, aflojando rigideces, excitando pliegues y suprimiendo barreras, hasta acariciar con mimo y soltura la cara interior de sus muslos, para ir buscando, en lenta y poderosa exploración, el despertar líquido de su sexo. Y, ya volcado el uno en brazos del otro y fundidas sus respiraciones en un solo frenesí y en el fervor de sus bocas trémulas, de qué delicioso modo no buscarían sus palabras un arco de penetrante intensidad para llegar juntos a un punto muy certero de placer compartido y al lugar ameno en el que otro poco poder demorarse. Y luego, ya bien acordados el otro con el uno, todo sería un dejarse deslizar por la hondonada deliciosa y llena de prodigios, y donde las voces serían al fin sólo una estela viajera de gozo y vibrante transparencia que vendría a culminar en un suceso en verdad imborrable de extrema cercanía, tal vez un punto de no retorno donde su encuentro, su aventura y la íntima amistad que en otro tiempo los unió —“Eres una alegría en mi vida”, le ha dicho alguna vez él a ella— quedarían sellados y ensoñados para siempre. «Nunca pensé que volvería a verte», acertó por lo visto a decirle cuando se despidieron. Y parecía que, en las palabras y en aquella habitación maravillosa, ambos sabían que no tardarían en volver a buscarse, y a encontrase tal vez.
(LUN, 806 ~ Las musas de Macías)

lunes, 14 de marzo de 2022

ELEGÍA

Salvador Dalí: Two pieces of bread expressing the sentiment of love
(Dos trozos de pan expresando el sentimiento del amor)
, 1940.
Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres. Legado Dalí.

En estas estaba, esperando el estruendo, el efecto efervescente, el eco enfervorizado, el edredón eléctrico, el enchufe, el eje extravagante. Emitía energías exteriores. Enlazaba extractos evanescentes. Escurría el estropajo. Estaba exhausto. Expiraba.

(LUN, 807 ~ Cuentos literales / NUL, 547)

domingo, 13 de marzo de 2022

La escalera de Odesa

 

(Al filo de los días). La teníamos desde nuestra más tierna juventud como una de las escenas míticas del cine, ejemplo de la eficacia del séptimo arte para crear emociones verdaderas a partir de una “manipulación” creativa de las imágenes mediante el arte del montaje, el empleo de la elipsis, las concatenaciones. Cuántas veces no habremos mencionado —en textos, en charlas, en conversaciones…— la genialidad de estas imágenes y su valor casi fundacional para considerar al cine como un medio de denuncia imbatible, el gran aliado de la educación de la sensibilidad en el mundo moderno. Y otras virtudes. Lo que quizás no nos esperábamos es que la casi literal actualidad de esta secuencia de las escaleras de Odesa —sí, Odesa— volviera a poder herirnos con toda su crudeza y realismo. Qué terrible, también, la capacidad profética del arte. Y qué inmensa desgracia que no sirva de nada para evitar la obtusa, cruel, maldita reiteración de la madre de todos los errores.

LA VIDA SIGUE

Encrucijada (también conocido como
Transposición del paisaje emocional del del día de autos).
Obra de autor no identificado.

En las bifurcaciones _se decía para sí el viajero_, tan importante como seguir el camino adecuado al rumbo previsto es saber dejar el que ya no conduce a ningún lado. Ay _suspiraba_, quién tuviera el ojo del halcón para captar de una sola mirada los desenvolvimientos y pormenores de las rutas. Porque el futuro _proseguía entre las circunvoluciones de su mente_, siempre incierto pero no opaco, a menudo no es más que la venganza que el pasado se cobra en las fugitivas espaldas del presente. Y hay que saber desechar ese temor y seguir el camino del corazón. Siempre el camino del corazón... _Y continuaba.

(LUN, 808 ~ Como la vida misma)

sábado, 12 de marzo de 2022

ULISES AL REGRESO

Francesco Primaticcio: Ulises y Penélope, hacia 1563.

—A Penélope, polen: ¡epa!

Cuántas veces, durante el periplo, incluso al demorarse en otros cuerpos o al notar que su sangre se erizaba con nuevas melodías, no sintiera Ulises rebrotar el aguijón de su deseo más profundo, la aventura creíble y aún urgente de volver a penetrar en la gruta conocida, yacer en el rincón de su recreo y proseguir allí descubriendo los tesoros concretos del amor que sosiega y nos hermana con el alma del mundo.
(LUN, 809 ~ Los “palíndromos ilustrados” de La Posada)

viernes, 11 de marzo de 2022

Eternos retornos

(En voz alta). Lo leí en su momento este memorable ensayo-reportaje-apunte de diario… en el papel y lo volví a recordar, vagamente, el otro día conversando con mi amigo Emilio Merino Merchán, al que le prometí localizarlo y enviárselo. Acabo de hacerlo, bendita tecnología. Lo comparto aquí, también con la nada transitiva idea de tenerlo a mano fácilmente, si bien acompañada de la seguridad de que quienes se entretengan en su lectura saldrán reconfortados y puede que también agradecidos. Si es así, de nada. Lo mismo nos vemos en el eterno retorno de lo idéntico.

Sobre Piedad & Adagia andante


No sin un poco de rubor y con mucho orgullo (a qué negarlo) comparto esta generosa lectura que firma José Julio Sevilla Bonilla, buen amigo, además de —ocasión como esta al margen— extraordinario lector y excelente profesor de literatura, ya de retirada pero con larga huella. Gracias, José Julio. Habrá que mojarlo.

Conocí a Alfredo J Ramos hace más de 40 años, durante el servicio militar en tierras albacetenses. En aquellas fechas leí su primera obra publicada, Esquinas del destierro, accésit del Premio Adonais en 1975. Para este humilde aprendiz, cuyo bagaje poético se reducía a un puñado de entusiastas lecturas, aquella obra mostraba una insólita madurez para alguien con apenas 20 años, capaz, a su vez, de crear un lenguaje personal tan reconocible. Vino después El sol de medianoche, Premio de Poesía de Castilla-La Mancha. Alfredo, hombre modesto donde la haya, ha seguido desarrollando su labor editorial a lo largo de toda su vida, atento a las novedades, ciertas y fingidas, del mundo literario. Para sus admiradores, conocedores de su inmensa cultura y su buen hacer editorial (formó parte del Consejo de Redacción de la mítica colección Aula Abierta, de Salvat, que tanto ayudó a la divulgación de temas clave en las décadas de los 80 y 90, y ha trabajado con las editoriales más prestigiosas del país) esta obra, Piedad-Adagia andante, publicada por la editorial Amargord, constituye una estupenda noticia. A quienes seguimos en las redes sociales y en su blog (letraclara.blogspot.com
) sus incursiones diarias en la poesía, sus reflexiones y pinceladas sobre los tiempos actuales, no nos sorprende la hondura de los textos que le dan vida.
Piedad.. presenta dos partes, aparentemente diferenciadas: la primera se articula a partir de la memoria como eje vertebrador de sus reflexiones ("Me encamino a través de la memoria/hacia el instante/en que son convocadas/las fuerzas de la tierra, el aire, el mar, el fuego/ y el soplo del espíritu"). En esa memoria caben la nostalgia y la fascinación infantil ante la presencia de una imaginería religiosa inquietante ("El cuarto del terror/era el confesionario/aunque a veces también pudiera ser/el desván de los juegos"). Atento al conocimiento de la metáfora, que crea con elegancia y profundidad maravillosas ("Por las tardes/la luz se desprende de sus hojas menores/y se queda con el tronco desnudo...") Alfredo participa también de la búsqueda de la síntesis del lenguaje poético y consigue destilar perlas como ésta: "Una gota de agua/en cuyo centro/anida/la tormenta". Queda, por supuesto, realizar un análisis que dé cuenta de tantos buenos poemas, ejemplarmente construidos a partir de un conocimiento del ritmo poético fuera de toda duda. Baste señalar que si hay algo que la poesía deba asumir como labor inexcusable podemos encontrarlo entre estas páginas luminosas. Un ejercicio que merece la pena realizar. Versos como estos lo exigen: "A veces sobreviene/un ligero descenso de la nube/y todo lo que era claro e/incluso lo que ardía/queda envuelto en un aire/de irrealidad tan fuerte/que se vuelve dudosa hasta/la vida".
La segunda parte, Adagia andante, homenaje particular a los Aforismos de Wallace Stevens, es un conjunto de sentencias sobre la poesía que constituye una gozosa catarata que me gustaría comentar en otro momento, consciente de la necesidad de transitar esa aventura maravillosa. No se lo pierdan. Poesía necesaria. Disfrute sin fin y sin medida.