Mario Muchnik durante la presentaciòn de sus memorias.
Foto: Casa América.
Durante sus años en Anaya, donde siempre fue una especie de mirlo blanco, incomprendido y hasta “chanceado”, aún llevó a cabo alguno de sus muy valorados ‘descubrimientos’, botines nobles que sumar a sus tratos con Cortázar, Canetti, Bruce Chatwin… Así, por ejemplo, fue él quien le dio la primera gran oportunidad seria a Javier Reverte para despegar desde la palestra del periodismo de campaña a la narrativa pura y dura. Su trayectoria, en los puntos que de verdad importan, ha sido todo un ejemplo de osadía e inteligencia. Y su intento de aunar ciencias y humanidades, potenciado por su formación como físico, sin duda marcó una vía por la que otros transitaron, y aún sigue teniendo plena validez. Descanse en paz y que le sea leve el tránsito al país de todos los libros.
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