Fumaban los compadres en la covachuela y el más joven se entretenía en formar con el humo mensajes que iban y venían bajo el techo curvo.
«OJÚ, DE SEMILLAS ALLÍ ME SEDUJO», pudo leerse en un momento.
«¡AIRE SERÍA!», pintó el otro.
Y fue pasando la noche.
«OJÚ, DE SEMILLAS ALLÍ ME SEDUJO», pudo leerse en un momento.
«¡AIRE SERÍA!», pintó el otro.
Y fue pasando la noche.
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