Aunque se fue de vacío en el palmarés del último Festival de San Sebastián, El secreto de sus ojos, la última película de JJ Campanella, sigue llenando a diario muchos cines en Buenos Aires y también ha tenido una buena acogida entre el público español, así como el unánime aplauso de la crítica. Yo también la recomiendo vivamente.
Cine en estado puro, como suele decirse, en este caso sostenido por un recital interpretativo de los dos actores que encabezan el cartel: el cada vez más completo y maduro Ricardo Darín, rayando a su mayor altura, y la ya inolvidable Soledad Villamil (vagamente recuerdo su presencia en No sos vos, soy yo o El mismo amor, la misma lluvia), que con este papel confirma lo que algunos venían sospechando: su puesto principal en la saga de las grandes actrices del cine argentino.
En los magníficos diálogos que ambos mantienen, y en los que hablan de todo menos de lo que verdaderamente importa a ambos (aunque, en el fondo, no hablen de otra cosa), reside buena parte de la veracidad con que nos llega esta película llena de matices.
La historia, basada en una novela de Eduardo Sacheri, aúna la tensión de un thriller (la búsqueda y captura del culpable de un asesinato con violación) con la denuncia de una situación política basada en la corrupción (la Argentina presidida por María Estela M. de Perón y el siniestro López Rega) y, sobre todo, el desarrollo de varias relaciones amorosas (en primer plano, la que calladamente ha unido la vida de los dos protagonistas) cuyo minucioso relato acaba convirtiendo el filme en una exaltación del amor como el único camino vital que merece la pena… incluso aunque conduzca (como se acaba poniendo de relieve) a la perpetuación del dolor.
Buenos papeles secundarios, entre los que hay que destacar la muy especial colaboración de Guillermo Francella: su tierno e irónico personaje ofrece un contrapunto que enriquece la trama y descarga tensiones. Acabamos esperando su aparición en pantalla con la seguridad de que nos traerá la risa del ingenio y la verdad condensada de una vida apurada hasta el último trago.
Y escenas trepidantes, entre las que descuella la que tiene como soberbio escenario la marmita a presión de un estadio de fútbol.
Hay un momento de la película en el que todos las líneas argumentales confluyen en una mirada y que viene a ser algo así como la razón visual del título: son los ojos de Irene (Soledad Villamil) cuando descubre el secreto de su vida que inútilmente se ha estado ocultando a sí misma. Una mirada que lo dice todo.
Y que nos lleva a perseguirla por la red. Así llegamos a descubrir que Soledad Villamil, como recientemente han tenido ocasión de comprobar en Barcelona (concretamente en L’Hospitalet de Llobegrat), es además una excelente cantante. He aquí una prueba.
Y este es el tráiler de la película. No se la pierdan.
16 comentarios:
Se agradece que en esa Posada haya un lugar para el cine, especialmente para ese cine grato de ver que cada vez resulta más difícil de encontrar entre los nuevos estrenos. Difícil añadir ni una coma a su texto, amigo posadero, tan solo agregar que pocas películas, de las muchas vistas en el último año, me han producido tanto placer como estos “ojos secretos”, como acertadamente titula su post. Quizá habría que remontarse un par de años para encontrar otro filme tan placentero como éste, El laberinto del fauno, diametralmente opuesto pero capaz de producir la misma clase de emociones. Un saludo.
Gracias, amigo Navajo. Cita usted otra de mis preferencias fílmicas de los últimos años: desde que lo recorrí por primera vez, he vuelto ya varias veces a ese Laberinto (la útima estas Navidades, cuando fue emitida por una cadena de televisión, creo que TeleJinco) y siempre he sacado impresiones reconfortantes. La edición en deuvedé contiene, entre otras, la posibilidad de asistir a una lección magistral del director, en la que se confirman sospechas y se explicitan aspectos del riquísimo fondo de sensibilidad, sutiles conexiones subeterráneas y sabiduría cinematográfica (y literaria) que hay en esa obra de arte. Un abrazo.
Pues ya tengo tarea para este fin de semana.
Inducido por algunos amigos, lo último que he visto ha sido Avatar. Son dos maneras de entender el cine. Se dice que el 3D va ser el modelo que vuelva a llenar los cines (sobre todo por la imposibilidad de verlo en casa)pero resulta que lo que hace atractivo el 3D es precisamente la acción, el espectáculo visual de colores y movimiento que da la sensación de relieve vivo. ¿Caben en esta propuesta películas de tipo intimista, donde el diálogo y la intención de la cámara son el verdadero idioma?. Es una reflexión.
Como no he visto aún esta que nos propones, ignoro si sería aplicable para ella la reflexión anterior. Desde luego que la dictadura argentina tiene suficiente carga violenta como para que pudiera acoplarse al 3D a través del terror, pero no creo que sea esta la base del "Secreto...".
Lo que si creo es que la industria del cine, en general denota un cierto cansancio, como si estuviera a punto de entrar en una nueva etapa. El cine de hoy imita a la moda y no a la vida. Los actores están dejando de ser los protagonistas. Solo se busca el impacto, el escándalo y no la historia y sus relaciones. No sé, me parece...
...Me acabo de leer y me parece estar escuchando a mi abuelo... Jopé, soy un auténtico carca. Pero ya no lo voy a borrar, además es lo que pienso.
Muy buena (y complicadísimo hacerla en versos tan bien traidos) la crítica que has hecho unos post atrás sobre la película de la vida de Biedma. Ya había oido que solo se sostenía por las referencias escritas del poeta y la verdad es que me desanimó el ir a verla. Prefiero tener mi propia imaginería mítica, ahora, los versos tuyos: una pasada de ingenio y simpatía.
El otro post "Claridad" es uno de los poemas más hondos y conseguidos que te he leido últimamente.Perdona pero no siempre coinciden mis ganas de leer con las de comentar y me he ido quedando en deuda con esos magnificos versos.
Un abrazo fuerte, amigo.
Gracias, Manolotel, eres muy generoso en tus comentarios.
Lo que planteas sobre el futuro del cine es muy interesante. Yo creo que en las salas (cuyo tamaño y equipamientos técnicos también difieren) convivirán, lo hacen ya, varios tipos de cine. A mi me parece que el buen cine siempre es (y ha sido) en 3D (hablo, claro, en sentido figurado), aunque no descarto que la tecnología pueda añadir o potenciar alguna dimensión hasta ahora inviable, o más difícilmente accesible, para lograr ciertos efectos artísticos. Ahí está, me parece, el meollo de lo que planteas. Mi conclusión provisional es que, por lo visto hasta ahora, las grandes novedades se han centrado exclusivamente en modernizar lo que el cine tiene de espectáculo de feria, una por otro lado muy noble condición que fue además la originaria del medio.
Otro amigo me comentaba hace poco que en el último festival de Sundance se extendía la especie de que los creadores de cine independiente parecen decididos a pasar directamente de distribuir sus películas por el canal comercial habitual hasta ahora (las salas) para centrarse en otros canales, como las cadenas especializadas de televisión o el deuvedé. Supongo que ese nuevo artilugio, el iPad, que Apple acaba de presentar a bombo y platillo, también puede contribuir a potenciar esta nueva forma de ver cine, que por otro lado ya viene siendo la habitual para muchas películas que apenas logran una mínima difusión comercial. Que estos nuevos artilugios lleguen a hacer posible la difusión masiva y privada de estas nuevas tecnologías espectaculares es una incógnita. Lo cierto es que, como en el resto de tecnologías ligadas con la comunicación, asistimos a cambios cada vez más drásticos y es inevitable sentirse un poco dinosaurio (aunque estemos deseando poner, al menos es mi caso, nuestras fósiles pezuñas en el invento). Ya veremos lo que dan de sí.
Por cierto, el amigo al que me refiero, un experimentado «indio Navajo de la reserva de Pozuelo de Alarcón», acaba de abrir un blog en el que intuyo que prestará atención, ya lo está haciendo, a este y otros temas de cine; sobre tu comentario hay uno suyo (el firmado por Navajo), así que si estás interesado puedes acceder a su blog.
En cuanto a Avatar, también la vi hace algunos días, y en la cocina de la Posada tengo iniciado un comentario que espero poder completar y compartir en breve, así que no me extiendo más.
Y en relación, por último, con la película sobre Gil de Biedma, entiendo tus reservas, aunque pienso que quizás no te desagradaría ver en pantalla una personificación bastante aceptable de tu admirado Carlos Barral, del que por cierto creo que hay novedades de interés: la publicación en Seix Barral de un pequeño volumen (96 pp) con un inacabado relato o cuasinovela y las últimas entradas de su diario; El azul del infierno es su título, aún no he podido leerlo. Quizás ya estés al tanto.
Como siempre, es muy grato recibir noticias tuyas. Un abrazo.
Me alegra mucho coincidir contigo, Alfredo en la valoración de esta película a la que yo también dediqué una entrada que puedes encontrar tambien en mi bitácora.
Sin duda es una extraordinaria película, de las que dejan huellas.
Un abrazo.
Cristal, recuerdo haber leído ese comentario en tu blog. La verdad es que es una peli de la que todo el mundo habla bien. Como decía el viejo proverbio: algo tendrá el agua cuando la bendicen... Gracias por tu visita.
Me sumo a los elogios a la película. Como casi todas las de Darín, no decepciona sino todo lo contrario. Tu comentario no puede definirla mejor. Por cierto, en cuanto la faceta como cantante de Soledad Villamil, que desconocía, como para seguirla, después del referente YouTube, que nos has traído. Gracias por compartir.
Un abrazo.
Antonio, en la página personal de Soledad Villamil, que he dejado enlazada a su nombre al final del post, hay otros ocho o nueve vídeos con canciones suyas, entre ellas «Morir de amor», que es su grabacion más reciente. Hermosa. Un abrazo.
Aunque no tanto como su anterior película, la he disfrutado mucho y coincido contigo en los elogios. Sólo comentar una cosa.
Cuando salí del cine, pensé que el "Secreto de tus ojos" se encerraba también en la mirada, triste,misteriosa, abatida y resignada del personaje -más que secundario co-protagonita, diría yo-,que interpreta magistralmente Francella. Su mirada es un pozo, como un abismo al que da miedo asomarse a pesar de lo conmovedor que resulta su personaje.
Siempre me quedará una duda. Creo que Campanella da una vuelta de tuerca y sugiere un terrible e inquietante final. Me hace preguntar si realmente la mató el "supuesto asesino" o lo hizo Francella al no poder soportar que ella hubiese disfrutado sexualmente ( hay un momento de la película en que se deja entrever). Creo que los castiga a los dos por haber traicionado el amor ideal que él sentía por aquella "dulce muchacha" y haberlo incapacitado para volver a amar. No lo sé, es mi duda. Esa mirada, esa mirada final del personaje que se encuadra en una franja en la pantalla la tengo grabada.
Una sorpresa la voz de Soledad Villamil! Su mirada también es inolvidable.
Perdona, Shandy, que intervenga (aún sin tener vela), pero creo que has sido víctima de un lapsus argentino (dícese de tomar a un argentino por otro), porque Guillermo Francella, un auténtico monstruo del cine de allá (aunque sobre todo actor de comedia), interpreta al entrañable (y alcohólico) agente judicial compañero de Darin. Supongo que tu comentario se refiere al también argentino Pablo Rago, que representa al vengativo marido de la asesinada. Un saludo, y perdona la intromisión.
Navajo, gracias por "desfacer el entuerto" y ese lapsus argentino. Efectivamente me refería al vengativo marido. Tanto Francella como Pablo Rago eran actores desconocidos para mí. Ahora me ha quedado claro, las anécdotas ayudan a recordar. Me alegro de que hayas dado luz con esa vela. Los curanderos de A. Cunqueiro las encendían hasta debajo del agua (no sé si conseguían el milagro)
Un saludo
Shandy, el final de la película (que naturalmente dejaremos de lado) es sorprendente y, en cierto modo, puede prestarse a alguna confusión, aunque la precisión de Navajo está clara.
Navajo, esto es una posada de veras y nada hay más grato que el diálogo entre los huéspedes. Gracias por estar tan atento.
Saludos cordiales a ambos.
De la película, bastante buena, te hago una sutil apreciación: la tengo muy fresca, ayer la vi.
Sobre la hora y cincuenta y cinco minutos, cuando ya todo preludia final, cuando el sabueso Darín retrocede a la casa de Gómez y ve cómo lo tiene enrejado al asesino (para mí no supuesto), éste lo mira de frente. Hasta ahora la cámara estuvo antojadiza en todas las miradas. Ahora no, ahora muestra los ojos en penumbra y es la voz del asesino la que se alza para decirle: Por favor, dígale, aunque sea me hable
Pues te digo, ese es un gran secreto de la película. el no poder decir, la imposibilidad de l comunicación y lo que acarrea.
Sobre 'Avatar' te diré.
Es verdad lo que dices, Ventana (aunque sea a costa de desvelar secretos que podrían chafar visiones futuras; vamos a creer que ya no nos lee nadie): ojos que dicen lo que las palabras no pueden (o no se atreven). Tengo ganas de volver a ver la película; me quedó la impresión de que había muchos detalles que no se entregaban fácilmente. Por ejemplo, precisar el abismo pasional del marido vengador, su determinación fatal que le lleva a perpetuar el dolor..., y el contraste que su actitud supone respecto a la historia de amor de los protagonistas... Muchas gracias por tus apreciaciones tan, como tú dices, sutiles.
Maravillosa, Soledad Villamil.
Sin duda, Fernando. Como decía en un comentario anterior, en la web de la artista hay más motivos de asombro. Gracias por la visita.
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