Que esta historia va en serio
uno lo empieza a descubrir muy tarde:
el comienzo es tan sórdido, que invita
a plegar la butaca y esfumarse.
Paisajes decadentes
y burdeles de cromo,
un mozo libertino persiguiendo
carne prieta, trabajos de amor propio.
La trama es tan endeble
y tan ligero su hilo,
que uno teme que tome la deriva
de un bochornoso cuento filipino.
Mas la voz del poeta
consigue despertarnos
–solo por ella logran tener cuerpo
las sombras del retrato.
Unos cuantos amigos
y una legión de amantes
(en la belleza andrógina de Bimba
puede que esté escondida alguna clave).
Lo demás es un juego
rara vez divertido:
descubrir quién es quién en la maraña
de la generación del medio siglo*.
Las imágenes muestran
un desnudo disfraz en cada toma
–es probable que así fueran los hechos
pero, sin nueva vida, a quién le importa.
Los diálogos crujen
como cintas de plástico,
de vez en cuando un poco de alegría
y una escena con sol mediterráneo.
Hay momentos precisos
y gestos que emocionan,
aunque por lo común sólo del verbo
del poeta respiran las personas.
Y al final, el remedo
de la muerte en Venecia,
un apergaminado contoneo
frente a las ruinas de la inteligencia.
Al salir a la calle,
la nieve cae lenta y piadosa.
Jaime Gil está vivo (en sus poemas).
Descanse en paz el cónsul de Sodoma.
uno lo empieza a descubrir muy tarde:
el comienzo es tan sórdido, que invita
a plegar la butaca y esfumarse.
Paisajes decadentes
y burdeles de cromo,
un mozo libertino persiguiendo
carne prieta, trabajos de amor propio.
La trama es tan endeble
y tan ligero su hilo,
que uno teme que tome la deriva
de un bochornoso cuento filipino.
Mas la voz del poeta
consigue despertarnos
–solo por ella logran tener cuerpo
las sombras del retrato.
Unos cuantos amigos
y una legión de amantes
(en la belleza andrógina de Bimba
puede que esté escondida alguna clave).
Lo demás es un juego
rara vez divertido:
descubrir quién es quién en la maraña
de la generación del medio siglo*.
Las imágenes muestran
un desnudo disfraz en cada toma
–es probable que así fueran los hechos
pero, sin nueva vida, a quién le importa.
Los diálogos crujen
como cintas de plástico,
de vez en cuando un poco de alegría
y una escena con sol mediterráneo.
Hay momentos precisos
y gestos que emocionan,
aunque por lo común sólo del verbo
del poeta respiran las personas.
Y al final, el remedo
de la muerte en Venecia,
un apergaminado contoneo
frente a las ruinas de la inteligencia.
Al salir a la calle,
la nieve cae lenta y piadosa.
Jaime Gil está vivo (en sus poemas).
Descanse en paz el cónsul de Sodoma.
*O dicho de otro modo:
sólo un roman à clef, para entendidos.
sólo un roman à clef, para entendidos.
11 comentarios:
"Curiosa" forma de exponer la crítica de una película. En este caso, todo un homenaje a ese "Cónsul de Sodoma" que, por lo que deduzco, no está a la altura de su inspirador, el poeta Gil de Biedma.
Lo mejor, posiblemente, que invite a acercarse a sus versos.
Saludos.
AC
Repito comentario, mal redactado pero que, salvo error, no soy capaz de eliminar.
Quería decir:
Curiosa forma de exponer la crítica de una película. En este caso, todo un homenaje al poeta Gil de Biedma, inspirador de un "Cónsul de Sodoma" que no le hace justicia.
Lo mejor, posiblemente, que invite a acercarse a sus versos.
Saludos.
AC
Vengo de otros blogs en los que se hacen también eco de las críticas a esta película, pero la tuya me parece más amena y original.
Yo no la he visto, pero pienso que la polémica hará que vayan a verla.
Suele ocurrir.
Independientemente de otros aspectos, un problema de la película es que, si el espectador desconoce la historia de fondo (y en particular la biografía de JGB escrita por Miguel Dalmau, que salvo en algún detalle se sigue al pie de la letra, aunque de forma resumida), corre el peligro de que muchas acciones le parezcan hechos deslavazados se acabe aburriendo o no entendiendo nada. El guión está lleno de sobreentendidos; es una peli claramente pensada para un público ya adicto. Por eso me temo que tampoco va a servir para extender el conocimiento de la obra del poeta. Gracias por su comentario, Anónimo AC.
Gracias, Isabel. Precisamente porque había leído ya algunas críticas (en general, bastante duras, aunque con excepciones dignas de tenerse en cuenta), me pareció más sugestivo probar con una visión diferente (al menos en la forma) y hacerlo además como un claro homenaje al poeta, cuya obra es uno de los logros indiscutibles de la poesía del siglo XX. En cuanto a la polémica, aparte de por las críticas negativas, creo que ha surgido más por el ya crónico enfrentamiento entre el productor Andrés Vicente Gómez y el novelista Juan Marsé, ambos a mi juicio desafortunados en el cruce de pullas. Personalmente, me parece que nada de cuanto se muestra en la película es escandaloso, ni creo que la vida sexual del poeta tenga en ella una presencia más exagerada de la que pudo tener en su vida (y en su poesía), aunque es verdad que siempre se mostró reacio a reconocer públicamente su homosexualidad. Pero basta leer sus diarios (especialmente el que sólo se pudo publicar tras su muerte por expreso deseo suyo) y algunos de sus poemas (por ejemplo, esa confesión tan valiente y lúcida que es «Pandémica y celeste») para comprender que su vida íntima fue muy semejante a como la película la muestra, si bien lo hace no siempre con gracia y muchas veces con torpeza; y este es, a mi juiicio, el fondo de la cuestión. Un saludo, amiga.
Me despierta curiosidad esta pellícula, más allá de la polémica suscitada por Vila-matas y sobre todo por Juan Marsé, que se siente maltratado y afirma que en la película se degrada la imagen del poeta.
Original tu comentario y tu análisis en clave poética. Y se agradece que apuntes lo que te parece positivo y también negativo.
Un abrazo
Hola, Shandy, siempre es un placer verte por aquí. Desconozco lo que ha dicho Vila-Matas sobre el filme; él (es decir, el personaje en él inspirado, una distinción que no siempre se tiene en cuenta) aparece de forma impersonal e irreconocible, salvo para, como decía, "iniciados" que logren identificarlo en sus tiempos de reportero de Fotogramas. Juan Marsé, que sí es un personaje con más peso, resulta muy creíble y, en mi opinión, no hay nada ofensivo en su retrato, bien resuelto (como el de Barral) desde el punto de vista de la apariencia física y la gestualidad. No puede decirse lo mismo del protagonista, pese al notable esfuerzo que hace Jordi Mollá y lo bien que parece haberse estudiado las imágenes que se conservan del poeta; pero hay una distancia física -quizás en términos de blandura frente a cierta noble rudeza- que a la larga resulta insalvable (con excepciones: una de ellas, la dicción de los poemas, que en general es convincente). Ahora bien, me parece hipérbolico, además de injusto, decir que el filme degrada la imagen del poeta. En absoluto. Es más bien un problema, a mi juicio, de desenfoque, de no haber logrado construir una historia que estuviera a la altura (o fuera congruente con) su poesía. De todos modos, no dejes de ir a ver la película, Shandy; por lo poco que conozco de tus intereses a través de lo que te leo, intuyo que encontrarás suficientes motivos para que el viaje merezca la pena. Y, por supuesto, me encantará conocer tu opinión. Un abrazo.
Cuando se cuenta en una película la vida de alguien, siempre habrá quien esté descontento con lo que se narra. El consul de Sodoma es una película arriesgada y valiente. No es una maravilla y, efectivamente, te pierdes en la narración. Pero recrear un ambiente y unas emociones (mejor o peor) es acercarse a la figura de Jaime y, de paso, acercarnos a sus poemas. Lo que menos me gustó: lo poco que sale Vicky Peña (la madre). La escena final con música de los Pet Shop Boys y el chico moviéndose me pareció un poco kitsch, pero en absoluto ridícula (creo que es un plano potente, que refleja desolación y tristeza).
Tu poema-crítica es una delicia.
Gracias El Deme. Es inevitable (y puede ser enriquecedor) que una película, como cualquier otra obra expresiva, suscite opiniones diferentes e incluso enfrentadas. Tus impresiones coinciden, en parte, con las expresadas recientemente por Vicente Molina y algún otro escritor; en parte también con las críticas, más o menos duras y más o menos argumentadas, que otros hemos hecho. Sin duda puede haber un punto en el que podemos encontrarnos: el valor de la poesía de JGB, que la película respeta y difunde. Celebro que te haya gustado el poema-crítica, escrito «a la manera de». Un saludo.
Del libro de Dalmau la parte más amena es la primera que narra la infancia y primera juventud del poeta. La película se deja ver pero sólo porque uno conoce a Gil de Biedma y su figura le retiene a uno en la butaca esperando el chispazo lírico que llega a cuentagotas en la cinta. No me parece mal lo explícito de las relaciones homosexuales porque su experiencia homosexual tuvo enorme trascendencia en su obra, aunque entiendo que ruborice a unos cuantos. La película tiene algún momento bueno como cuando Gil de Biedma escribe poesía en una cuartilla que tiene el timbre de la empresa tabacalera de su padre. Todo un símbolo.
Gracias, Píramo, comparto tus impresiones. La biografía de Dalmau me parece una obra muy estimable que tiene detrás un enorme esfuerzo de investigación y aporta mucha sustancia biográfica para contextualizar la obra poética de Gil de Biedma, un requisito que no es imprescindible para disfrutarla pero enriquece su lectura. Otro de los momentos en los que la película raya a gran altura (y donde creo que más se aproxima a cierto inteligencia burlona del poeta) es la escena del juicio por la ruptura del matrimonio de Bel (Bimba Bosé). La aclaración final en torno a las relaciones realidad poética-realidad histórica me parece muy significativa. Gracias por la visita y un abrazo.
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