Una de las grandes ventajas de estos nuevos medios, en lo tocante a lo que comúnmente venimos denominando arte o poesía, es que nos permiten utilizar de forma sencilla recursos e instrumentos que, de otro modo, de no mediar la inmediatez instrumental que la red y sus dispositivos asociados posibilitan, exigirían cantidades ingentes de sustancia retórica puesta al servicio de una simulación tan trabajosa como difícilmente operativa, sin olvidar el orbe posible, abierto e infinito, de circunvoluciones que el nuevo orden tecnológico ya nos da por añadidura, aunque como todo en el cosmos esté siempre en trance de ser roído por las fuerzas centrifugadoras del caos.
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