EL DESTINO DE LA LITERATURA
VISTO DESDE EL ACANTILADO (VI, 68-86)
Antonio Muñoz Degrain: Ecos de Roncesvalles, 1890. Museo de Málaga.
Un verano en Lesmona (con cartas de Thomas Mann, Marga Berck y Katia Mann) es probable que nos anticipe el nudo y la esfera del navegante como artífice del mundo moderno o, por decirlo de forma precisa, “Li contes del graal” (El cuento del grial), el periplo diario que es capaz de llevarnos desde un vuelo sobre el teatro hasta las resonancias de la poesía goliárdica y otros giros algo acrobáticos pero muy recomendables para leer a Cervantes en un viaje de invierno. Toda esta tarea crítica, ensayos, artículos y entrevistas, si bien se mira, viene a componer una especie de autobiografía que pudiera tener su arranque en el preciso y bien ubicado momento en que la “Chanson de Roland” (el Cantar de Roldán y el Roncesvalles navarro) resuena entre el ayer y el mañana y nos deja el cuerpo herido (como si fuera mero pasto de un diccionario filosófico de la cirugía), tal vez ahora, en fántastico y terrible bucle, como una mezcla entre unos nuevos diarios (1895-1910) y un diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo. En suma, es el legado de Europa lo que aquí se dilucida, pero no por ello olvido que es también, por decirlo así, una invocación a mi cuerpo, allá lejos y tiempo atrás, con un gran futuro a mis espaldas. Y todo ello sin olvidar, como veremos, que se trata de puras suposiciones ensambladas, casi sólo superpuestas… (Continuará)
(LUN, 953 ~ «Desde el Acantilado»)
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