(Al filo de los días). Que la película Arrebato, de Iván Zulueta, es un punto y aparte en el cine español es algo que tengo bien claro desde la primera vez que la vi, la primera de al menos otra media docena de veces: siempre que la han repuesto en televisión (¿en un par de ocasiones?) y, de forma completa o fragmentaria y casi estudiándola, en el DvD que adquirí cuando aquella parecía la tecnología definitiva para guardar nuestros sueños. Una película sobre el fenómeno arrebatador del cine, tal vez como continuidad del veneno de los tebeos de la infancia; sobre el poder vampirizador y euforizante de la imagen; sobre el ensimismamiento, el deseo de saber qué ocurre realmente ‘ahí fuera’ cuando cerramos los ojos; y el deseo sin más y sin límites: el abismo tal vez de los paraísos artificiales, del secreto de los paraísos… Es una película tan absolutamente moderna (‘rimbaldiana’), tan adelantada a su tiempo, que puede que aún no la hayamos alcanzado del todo. Aunque debe de faltar poco porque sus imágenes nos siguen arrebatando con la misma y creciente intensidad, tal vez porque sabemos que hay en ellas una especie de profecía moral, estética, corporal… tan precisa, e incluso tan científica, que no tiene más remedio que cumplirse. En el improbable caso de que aún no lo hayan hecho (tampoco hubieran llegado hasta aquí), ‘arrebátense’. Y si ya saben de qué va, reincidan. No es fácil encontrar planes mejores.Iván Zulueta en uno de sus cortos.
jueves, 14 de octubre de 2021
«Arrebato», otra vez
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