domingo, 31 de octubre de 2021

LAS COSAS DE NOSTRA (7)

ALGUIEN ANDA DICIENDO POR AHÍ QUE LA QUE SE AVECINA VA A SER GORDA Y QUE NOS VAMOS A ENTERAR, COMO SUELE DECIRSE, DE LO QUE VALE UN PEINE…

Retrato de anciano en dos tonos.

Otro lugar que le gusta bastante a Nostra es la terraza de ‘La Barbacoa del Parque de Berlín’. Suele pasarse por allí algunos fines de semana, aunque con más frecuencia se entretiene dando pedales en los ciclos estáticos de la zona de gimnasia para viejos. Fue allí donde le oí recitar, casi a ritmo de rap, la siguiente perorata: «Alguien anda diciendo por ahí, queridos escuchantes y mirones de todos los sexos y apetencias, que nos acercamos a otra guerra. No sé. Tengo la impresión de que ya se están librando feroces batallas. Y, según dice mi afín El Teclas, en la DeepNet sobre todo. Aunque rescoldos de ese combate, según me dice también él, a veces emergen en forma de apagones, pandemias, carencias, inflaciones, desconciertos.. ¿Qué se disputa? Lo de siempre: la usura insaciable de lo que lo tienen todo pero quieren más. Tal vez alguna quimérica “poción” de vida eterna. Sin olvidar el infinito gusto endemoniado de apalear carne, neuronas, sueños. El “enemigo”, además, juega con el factor sorpresa: la inconsciencia o ignorancia del común. Y el narcisismo de los iniciados. No sólo está en juego la libertad de las conciencias, sino el hecho mismo de que algo digno de tal nombre siga siendo posible. Pero no tengo ninguna duda: vencerán los hijos de la luz…; eso si, después de pagarla a precio de vellocino. Al fin y al cabo, las causas más audaces y elevadas se dilucidan en los pequeños detalles. Y en definitiva, oídme bien amigos y amigas, sobre todo amigas y también vosotras, oh almas cantarinas y de cántaro, no perdamos el oremus ni demos pábulo al escalofrío porque el final está aún por escribir… ¿Quién se paga una birra?». Dicho lo cual, Nostra se vino derecho hacia mi mesa, dispuesto a echar el resto de la tarde en una sosegada y transparente contemplación. Ya somos dos en el alambre.

sábado, 30 de octubre de 2021

Ser segundo y feliz

(En voz alta). Probablemente sea el mejor texto que he leído hoy después de un día de muchas lecturas. Una carta a la directora de El País con un relato sencillo y verdadero.

COMALA ENTRE LA NIEBLA (O EL SECRETO)

Ciudad Irreal. Foto AJR/21.
Entre las tribus iberienses, a uno y otro lado del Orbe, se extendía la impresión de que los viejos pastores de las esencias cabrunas estaban haciendo trampas. Algunos decían que mixturaban el pienso del ganado con metanfetaminas ovoides de larga duración y amplio espectro para potenciar unas maneras de balidos y aminorar otras. Y otros directamente les acusaban de tener secuestrado en ánforas púnicas todo el soma de las buenas vibras. En realidad, todo se debía a una confusión que acabó demostrándose errónea: su historia había transcurrido en un nudo cuántico de fulguración evanescente (un STsH o suceso trivial sin horizonte) y la inmensa mayor parte de aquello que les causaba tanta desazón y a menudo una euforia incomprensible en realidad no había ocurrido nunca. Ni siquiera ahora que estaba empezando a divulgarse el secreto, pero ya no había nadie —y pudiera ser que nunca lo hubiera— capaz de difundirlo.
(LUN, 942)

viernes, 29 de octubre de 2021

DESDE EL ACANTILADO (IX)

 EL DESTINO DE LA LITERATURA VISTO DESDE EL ACANTILADO (IX, 114-127)

Crepúsculo en los acantilados de Punta de Teno, Tenerife, en enero de 2017.
Foto original de Sebastián Navarrete (retocada).

El huevo de la serpiente, con sus crónicas desde Alemania y las crónicas de Berlín (1930-1936), no ocultó el humo de Bikernau para Roberto Bolaño, antes de pasar por T. Hay que tener en cuenta que este y otros objetos de deseo venían a ser algo así como una forma de correr tras el propio sombrero en busca tal vez de la enciclopedia del crepúsculo. De las conversaciones con Goethe hasta las cartas de Inglaterra, aquellos muchachos conocidos como los perros románticos eran defensores de una poética musical (en forma de seis lecciones) concebida por algún autor como cartas a su hijo en una suerte de tiempo adentro que en realidad era un verdadero crisantiempo, “una trayectoria lírica hecha de riesgo y radicalidad”, en palabras de ASR. (Continuará)
(LUN, 943 ~ Desde el Acantilado)

jueves, 28 de octubre de 2021

ENTRADA EN EL AMANECER...

ENTRADA EN EL AMANECER CON LA SUAVE SALIVA DE LA FELICIDAD

Picasso: Le Rêve, 1932. Col. Particular.

En las cercanías de los trabajos —ella tecleando con fluidez endiablada, él dictando con bastante parsimonia— ya se habían producido coqueteos e insinuaciones, y parecía cantado que algún día sus deseos iban a encontrarse. Fue la ocasión un atardecer, ya bien entrado del verano y cuando la ciudad empezaba a ser una algarabía prometedora y abierta a todo tipo de ensoñaciones y periplos, y sólo unos días después de que, en una reunión con colegas en el Garito de la calle Jardines, y mientras bailaban en grupo, en un giro se descubrieran casi sin querer uno en brazos del otro y se besaran con intención más que furtiva asombrada. De modo que cuando el merodeo por separado los volvió a juntar, en la misma noche y cerca de la Glorieta de Bilbao, ambos debieron de sentir que aquello superaba los límites de la casualidad y se dispusieron a darle la razón a la música del azar que así ordenaba los hechos.
Fueron a la casa de ella y allí se amaron con una naturalidad tan bien acordada que sus cuerpos parecían saberse el uno al otro más allá de las voluntades, arrebatos o torpezas. «Esto me lo imaginaba así, pero de esto no tenía ni idea», se decían, mientras iban explorando rincones, acariciando montículos y pliegues, ensayando uno dentro del otro ondulaciones y vaivenes que les llevaban del suspiro a la ternura y de esta a la confusión de huecos, al frenesí corporal y a las palabras duras e interminables de sus deseos más inocentes y salvajes, y, por fin, a un sueño resbaladizo y saciado, si bien interrumpido por el calor excesivo de la noche de julio, hasta el punto de que fueron a continuar durmiendo en camas separadas.
Poco después de amanecer, según me contó él, ella se acercó y, «con suave saliva y una calidez propia de ese alma sensible que mi amiga siempre llevaba por delante», hizo con su lengua un recorrido suave y minucioso de todo su cuerpo, y fue luego a demorarse en el glande y al parecer lo hizo con tanta sabiduría que, me comentó también él, retórico y buen lector, aunque algo hiperbólico, «desde entonces cuando oigo hablar de literatura oral no puede dejar de sentir un cosquilleo que me llena todo el cuerpo de una alegría rotunda, vibrante y contagiosa».
Su historia no fue más allá, pero siguieron siendo fieles compañeros en las cercanías del trabajo, ahora ella dictándole con cierta parsimonia y él tecleando rítmico y ligero como el que toca el piano o pasa la mano demorada y segura por los cabos, golfos, entrantes y escolleras de una espina dorsal.
Así eran las cosas del amor en el verano de, tal vez, el 86. Ayer, como quien dice.
(LUN, 944 ~ Las musas de Macías)

miércoles, 27 de octubre de 2021

ASUNTOS PROFUNDOS

(De la crónica del día con los Merluzos en acción)
—Buenas.
—Buenas.
—¿Cómo está?
—¡Pues anda que usted!
—¡Vaya! No lo imaginaba tan suspicioso.
—Bromeaba. Como el chiste.
—Ah, ya.
—Pero vaya palabro que se ha inventado.
—¿Quién, yo?
—Eso de suspicioso…
—¿Qué le pasa?
—Querrá decir suspicaz, ¿no?
—¡Bromeaba también!
—Ja, ja, somos incorregibles.
—Hay que andar listos.
—Y estar a la que salta.
—Oiga, usted…
—Diga: mis pabellones están abiertos.
—… usted es gallego, ¿verdad?
—No exactamente, pero para el caso...
—¿Qué caso?
—Ah, eso usted sabrá. Como pregunta…
—Era por lo de la jueza de…
—¿La de Marbella?
—Si, ya veo que está al tanto.
—Y tanto.
—Hay que ser muy bruto. O sea, bruta…
—¡Ya le digo!
—… para despreciar de eso modo a la Galicia profunda.
—Más que nada “inorancia”, falta de “concetos”…
—Jaja, ¡qué bromista!
—Menos mal que me capta la ironía.
—Se la capto y se las “cato”, amigo.
—¡Muy bueno, muy bueno!
—Sabe qué es lo más atinado que he oído sobre eso…
—Aún no, pero falta poco. ¡Ah que sí!
—¡Sí! Me lo dijo un primo. Gallego, claro.
—¿Y profundo?
—¡Ya le vale! Pero sí, de Esgos, en Ourense.
—Ah, Esgos, donde el mosteiro de Rocas y tal.
—¡Eco! Xa vexo que sabe.
—Conozco la zona. La Ribeira Sacra.
—¡Ahí mismo! Pues…
—¿Qué dijo su primo?
—A eso iba. Si no le importa, se lo diré en gallego.
—Claro: versión original.
—Unha xuiza sen xuizo.
—¡Bien visto!
—Bueno, él lo dijo en castrapo.
—¿Castrapo?
—Si, el gallego mixturado con castellano que aún se habla en muchos lugares de la Galicia fronteriza.
—Ah, ¿y cómo lo dijo?
—Unha xueza sin xuicio.
—Bueno, no hay tanta diferencia.
—Las lenguas, que viven y se contagian.
—Hay que procurar hablar bien.
—Y entenderse.
—Sí, eso es vital.
—Aún añadió algo más.
—¿Su primo?
—Sí, le dedicó otra frase.
—A la jueza marbellí.
—Ahí, ahí.
—Diga.
—«Esa muller debe ter auga nos miolos», dijo.
—Ahí me pilla…
—Viene a ser algo así como tener serrín en la mollera.
—Bien mirado, también.
—¿También qué?
—Que también bien visto.
—En qué quedamos; ¿bien mirado o bien visto?
—¡Oiga!
—Le estaba vacilando. No se me amohíne.
—No si ya.
—Tiene su gracia.
—Pues a mí lo que más me ha gustado…
—¡Diga, diga!
—Ha sido un grafiti que he visto en la calle, no lejos de aquí.
—¿Y?
—Esto: «Para Galicia Profunda la que estuvo durante cuarenta años en El Pardo».
—Bien tirado.
—Ya lo creo.
—Hace juego con aquello que antes se decía.
—Se refiere a lo de un fresco…
—… venido del Norte…
—(ambos) … se ha instalado en el centro del país.
—Buena retranca.
—Coña marinera.
—De aquellos polvos…
—¡Estos engendros!
—Pues no se hable más.
—Eso mismo.
—Buenas tardes
—Boas noites.
—¡Adiós!
—¡Condiós!
(LUN, 945 ~ «El retorno de los Merluzos»)

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martes, 26 de octubre de 2021

DESDE EL ACANTILADO (VIII)

EL DESTINO DE LA LITERATURA VISTO DESDE EL ACANTILADO (VIII, 101-113)

«Noche estrellada en los acantilados de Moher». Foto de Max Malloy.


Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski) nos dejaron también sus propias memorias de ultratumba, una cita permanente y siempre pendiente en mi vida, pues no conviene adelantar acontecimientos. Así que, mientras leo una breve historia de Inglaterra y siento el latido de mi Europa, al tiempo que escucho a Johann Sebastian Bach, los días, las ideas y los libros, sin prescindir de los pangolines, unicornios y otros poemas, vienen a ser como la huida del tiempo (un diario) con el primer manifiesto dadaísta y los ecos de otros mundos. Eso es lo que sugiere el contorno del poema, y mi yo más audaz, el equilibrista, suspira por no olvidarse de la educación del estoico mientras elevo unas palabras en defensa del fervor. (Continuará)
(LUN, 946 ~ «Desde el Acantilado»)

lunes, 25 de octubre de 2021

El Extranjero


Maldoror

Al alejado de los hombres,
cuando cae la tarde, se le dobla
una espina dorsal ajena. Siente
la voz perdida
gritando por un nombre que olvidó.
Puede seguir tejiendo su coraza
con hojas de castaño
o mezclar en su cuenco
carne salada y miel.
Para pasar la noche
tan sólo necesita
un lugar recordado.
Cuando amanezca irá por las ciudades
con la mirada torva en los ojos de todos.
A su paso, las madres temblorosas
cerrarán los postigos
y los adolescentes le mirarán muy serios,
como si comprendieran
el destino cruel y la belleza
del apestado,
el hombre que no tiene semejantes.

(Hojas sueltas del lunes, 87. De El sol de medianoche, 1988)

LA ENTONACIÓN


—¡Hombre!
—!Hombre¡
—¡Cuánto tiempo!
—!Y tanto¡
—Llegue a pensar que…
—… habría palmado¿
—No tanto, aunque…
—También yo llegué a suponerlo.
—Es verdad, vuelve a ocurrir aquello…
—Lo de…
—Sí, eso: palma gente que antes nunca.
—!Ya le digo¡ Y encima, lo del volcán…
—¡Asomboso! Menos mal que fluye la lava con mucho destrozo pero sin víctimas…
—Humanas. Que seres vivos van cayendo muchos.
—Es verdad. Me dio mucha pena ver ese otro día la profunda desorientación de los asnos.
—Y de perros y baifas.
—Incluso las gallinas andaban con mucha desazón.
—Es que parece como si al Génesis…
—… le hubiera dado por volver por sus fueros.
—Tiempos convulsos.
—Es lo que toca.
—Es difícil encontrar el sosiego.
—Además, me asalta una curiosidad.
—!No me diga¡
—Es esto mismo: su tono de usted.
—?Mi tono¿ ?A qué se refiere¿
—A esto: su forma de entonar las preguntas. Y las exclamaciones.
—!Ah, era eso¡
—Sí, da la impresión….
—… de que cambio el peso de la pregunta¿
—¡Eso es! Parece como si quisiera preguntar hacia dentro.
—!Ah¡
—Y exclamara al revés.
—Ya me notaba yo algo raro.
—¿Ha probado a darle la vuelta a la mascarilla?
—!No¡ ?Eso que tiene que ver¿
—No lo sé. Pero por probar
—Veamos.
—Eso es, a ver: diga algo.

Ernst Ludwig Kirchner: Puerto en Frankfurt, 1916. Instituto Städel.

—?Qué quiere que diga?
—Mucho mejor. Ahora, exclame.
—¿Vale un grito?
—Claro. Grite.
—¡Socorro¡
—Súbase un poco más el lado derecho.
—¿Así?
—Sí. Diga algún improperio, insulte.
—¡Es usted un merluzo¡
—¡Mucho mejor! ¡Siga, siga!
—¡¡Merluzo, más que merluzo!!
—Asunto resuelto.
—Gracias.
—De nada.
—!Adiós, hombre¡
—¡Hombre!
Y se van, enmascarillados y casi contentos, cada uno por su lado.
(LUN, 947 ~ «El retorno de los Merluzos»)

domingo, 24 de octubre de 2021

LAS COSAS DE NOSTRA (6)

«GANAREMOS AMPLIAMENTE SI OBSERVAMOS LA PERIPECIA AL UNÍSONO», DICE EL PROFETA MIENTRAS TRATA DE AVERIGUAR ‘QUÉ SE FIZO’ DE LA ESQUINA DEL BERNABÉU

El profeta de barba blanca. Foto Pigsel.

Desde la plaza de Cataluña el camino más corto para acceder al Bernabéu es la calle Segre, que en su tramo superior, antes de cruzar Serrano, recibe el nombre de Cinca. Es un camino que el Profeta, según me ha dicho alguna vez, recorría antes muy de tarde en tarde, y nunca en fin de semana, pero que ahora, desde que vio alzarse sobre el estadio las —son sus palabras— «grúas más potentes y altivas que vieron los cielos», le atrae «como tulipa de luz a mosquito» y «no te vayas a creer», me confesó, «por el motivo más peregrino que pueda nadie imaginarse, incluso tú: fíjate que no logro quitarme de la cabeza una idea por eso mismo fija y que es nada menos, manda güevos, que saber qué se fizo de la Esquina del Bernabéu, aquel rincón tan apañado, recogidito y devoto, pues no en vano se encontraba afrontado a la sombra misma del torreón del Padre Damián, lugar y patronímico estos de los que tengo en mi memoria surcos hondos y bien provistos de matices y tropiezos en los que acaso debería demorarme, pero otro día que hoy se me hace tarde».

Nostra me explicaba estas cosas en la acera del Paseo de La Habana con Concha Espina, mientras admirábamos los dos, justo enfrente, el poderoso brillo de la nueva techumbre metálica del estadio —dicen que Florentino de pequeño era aficionado al Meccano— y, un poco más arriba, un incesante trasiego de tráfico aéreo de gran altura que estaba convirtiendo el prodigioso cielo de las últimas horas de la tarde en algo parecido a la cuadrícula de un crucigrama. Debíamos de estar pensando en lo mismo (y aquí vendría bien insertar la frase, también suya, que he entresacado para el título: a ti te toca, lector o lectriz, arrimar el hombro) porque, antes de decirle adiós y enfilar mi ruta de regreso a casa, Nostra me miró con una gran sonrisa y, haciendo con la mano el gesto del que escribe o el del que dispara (qué no estaba nada clara el garabato), me gritó: «¿Yunque de platero? ¡Tas!».
(LUN, 948 ~ «Las cosas de Nostra»)

sábado, 23 de octubre de 2021

MEMORIA HISTERICA DE LA ALTA GRUTA

MEMORIA HISTÉRICA DE LA ALTA GRUTA (O “EL TESORO DE LA CUEVA MADRE”)

Augusto Ferrer-Dalmau: Don Pelayo.

Fabula Favila con su osado oso mientras se derrama la luz en la cueva de la historia y gira de nuevo, con nueva costumbre, la lumbre del día glorioso en que aquel guijarro del desfiladero puso sobreaviso, en su largo estrépito, a toda la tribu y el súbito séquito de los invasores —africanos, pero también rezadores de un solo señor— quedó al descubierto y fue reducido. Y luego en la gruta, alta y peñascosa, con sangre asturcona y mucho valor, Pelayo mostraba, enfervorecido, un nimbo radiante de luz milagrosa. «Esta Cova Donga», dicen que decía, «será nueva casa de Santa María». El caudillo fizo de su capa un sayo. Y empezó la extraña histeria de España.
(LUN, 949)

viernes, 22 de octubre de 2021

Días en Nueva York...

(Resonancias). Los caminos cruzados me hacen caer en esta estupenda reseña de un pequeño gran libro que tengo entre manos. Andaba pensando escribir algo sobre él, pero va a ser esto ("por la cara" y escudado en la sintonía). Suscribo hasta las citas que el gran lector que es el poeta Álvaro Valverde hace del libro (hay varias también punteadas en mi ejemplar) y creo que sus palabras tienen una mezcla de cordura y generosidad que resulta muy gratificante y reveladora. No se pierdan Días en Nueva York y otras noches, de Fernando Sanmartín. Ni las páginas de Valverde. Ni las publicaciones de la murciana Newcastle que con tan buena mano dirige y cocina Javier Castro Florez.



Ventajas de la Red

Una de las grandes ventajas de estos nuevos medios, en lo tocante a lo que comúnmente venimos denominando arte o poesía, es que nos permiten utilizar de forma sencilla recursos e instrumentos que, de otro modo, de no mediar la inmediatez instrumental que la red y sus dispositivos asociados posibilitan, exigirían cantidades ingentes de sustancia retórica puesta al servicio de una simulación tan trabajosa como difícilmente operativa, sin olvidar el orbe posible, abierto e infinito, de circunvoluciones que el nuevo orden tecnológico ya nos da por añadidura, aunque como todo en el cosmos esté siempre en trance de ser roído por las fuerzas centrifugadoras del caos.

DESDE EL ACANTILADO (VII)

EL DESTINO DE LA LITERATURA VISTO DESDE EL ACANTILADO (VII, 87-100)

Quisiera saber hasta qué punto el Diario de la galera incluye o se detiene en catorce ciudades contando Brooklyn, si tiene ecos de París o da cuenta de los mares náufragos. Volvamos a poner sobre la mesa las experiencias de Tiresias (lo masculino y lo femenino en el mundo griego), las poesías de Arnaut Daniel y los diarios de Berlín (1940-1945) de tantas voces contemporáneas, sin excluir el relato literal de un exiliado de tercera en París durante la Segunda Guerra Mundial, ni la experiencia infantil en la Tierra del fuego, ni la juventud en Viena (una autobiografía), o la madurez previa a la putrefacción de los hechos ominosos vividos en la filial del infierno en la Tierra escritos desde la emigración, y también otros muchos poemas y testimonios que, paradójicamente y pese a las apariencias, tal vez no sean ni más ni menos que un lúcido compendio de estética y arte futuristas. (Continuará)
(LUN, 950 ~ “Desde el Acantilado”)

Acantilados de Montauk Point, en Long Island,
en el estado de Nueva York.

jueves, 21 de octubre de 2021

Ritmo y rima internos

Ritmo interno y, en realidad, rima interna la de este soneto blanco que va jugando con rimas asonantes y (por así decir) semiconsonantes, algunas concertadas hasta el punto mismo de precipitarse (casi) en el ripio, y en sentido de sonoridad creciente, hasta desembocar en el dístico final que se cierra sobre sí mismo con una rima no sólo fuerte sino también sin salida.


Ritmo interno
Escucho, atento, por si suena el eco
de lo que apenas pienso, mientras crece,
con la memoria de la nieve, el rastro
de una palabra en el ocaso. Brilla,
alrededores de la isla, el último
reflejo que en el humo se deshace
y traza en este aparte una frontera
que a la vida en su pena no redime
pero pone a la esfinge su diadema
y rompe el cerco de la arena y nombra
en estas raras cosas un asombro
que ve, detrás del ojo enajenado,
un testigo que al borde de sí mismo
es el puro reflejo del abismo.



ANIADVERSARIOS

ANIADVERSARIOS

Jorge Oteiza: Contra el silencio, 1987.


La ocasión aquella
en que tuvimos que hacerles frente
a los del gatillo fácil
no se me olvida porque fue entonces
cuando me liquidaron.
(LUN, 951)

miércoles, 20 de octubre de 2021

El Pirata, mención especial en los premio Ondas


(En voz alta)
. El jurado del prestigioso premio Ondas ha reconocido con una mención especial, en la categoría de mejor programa de radio, a El Pirata y su banda, del que es alma mater y pater, todo en uno, Juan Pablo Ordúñez, paisano y viejo amigo, hacia el que siempre he sentido especial admiración. El premio viene a reconocer una de las trayectorias más dilatadas, intensas, veraces y fervorosas en el ámbito de la radio musical, con marcada deriva hacia el mundo del rock y especial atención a sus vertientes heavies, aunque a menudo los géneros se entrecruzan y los barrios se mezclan. Es Juan Pablo, además, el responsable e impulsor de muchas iniciativas musicales ambiciosas y sus actividades como productor de discos y organizador de eventos son bien conocidas y valoradas en un sector donde el nombre de El Pirata levanta una ola de admiración y reconocimiento. Hace poco llegó a las librerías su última contribución escrita e ilustrada a la larga historia de pasión y arrebato que nuestro viejo amigo mantiene con los sueños eléctricos de varias generaciones, toda una página imprescindible de la memoria rockera del país y de un tiempo que a veces parece estar más vivo que nunca. ¡Felicidades, Juan Pablo! Un premio justo y quizás aún insuficiente. Que la bandera negra y ósea siga luciendo por mucho tiempo en lo más alto del navío.

LAS COSAS DE NOSTRA (5)

LA DIATRIBA DEL PROFETA CONTRA LA POR ÉL LLAMADA «PLÉTORA DE IMÁGENES DE NUESTROS DÍAS» Y SUS DIFICULTADES PARA LLEVAR A BUEN PUERTO Y SENTIDO EL PARLAMENTO AL LADO MISMO DEL AUDITORIO NACIONAL



Asomado, como dije, a la Plaza de Rodolfo y Ernesto Halfter, justo enfrente al Auditorio Nacional de Música, pero girado un poco hacia el edificio de la NWG, cuyo frontispicio esta decorado con grandes placas escultóricas que representan a algunas musas, he aquí lo que predicó Nostra ante un público tan escaso que de hecho sólo estaba integrado por mí mismo y un hombre de indefinida edad (o sea, un viejales) cuyo perro, un mestizo Yorkshire, campaba a sus anchas y al albur de sus esfínteres sobre la hierba de los parterres.

Y dijo el profeta: «Puede que todo lo que se pueda ver aquí haya sido retratado en innumerables ocasiones, en estos tiempos en que una buena porción de lo visible se fotografía decenas de miles de veces, incluso millones, y cuando los dioses de la modernidad, en su mayoría grandes deportistas y todos ellos héroes del espectáculo, han conseguido colonizar nuestras mirada y el rincón de los reflejos miméticos hasta extremos que nunca logró divinidad alguna del pasado, ni en ningún panteón, y eso y esto y aquello, todo junto, hasta hacer de nuestras vidas una sucesión de gestos automáticos cuya única explicación es que el movimiento, una vez iniciado, tiene que proseguir y proseguir, que es en lo que mayormente se demuestra el carácter peculiar del movimiento, una vez que se inicia e iníciase una vez peculiar y su carácter, no sé si me explico, por la razón de que el movimiento sólo admite la explicación de unos mismos automáticos gestos de sucesión en una vida que como la nuestra llega a hacer que ocurra lo que sólo y ni siquiera algunas divinidades… o sus miméticos reflejos… los del rincón… nuestras miradas…»
Tras balbucear con creciente desconcierto estas últimas palabra, su voz se fue volviendo ininteligible y, ya visiblemente alterado, Nostra dio un respingo (me pareció escucharle el inicio de un “mecagüentó lo que se menea”, que ya le tengo oído alguna que otra vez), se acercó a su público —es decir, a mí, porque el viejales ya se había largado— y, con ese gesto de cándida nobleza que también le he visto otras veces, me dijo: «Creo que me he liado un poco, pero el mensaje está bien claro». No dije nada. Él me puso una mano sobre el hombro, como si me diera la alternativa, y musitó: «Es que este sitio impone mucho, chaval. No hace ni un año que vi salir por esa puerta al mismísimo Bob Dylan». Y mirándome como hubiera podido hacerlo Moisés con las piedras de la ley en la mano, se dio media vuelta y se fue.
(LUN, 952 ~ Las cosas de Nostra)

martes, 19 de octubre de 2021

El "Aliento", de Alfonso Gónzalez-Calero

(En voz alta). Acierta de pleno, a mi entender, Federico Gallego Ripoll cuando afirma que “Con ojos de vigilia” es la expresión que mejor resume «la naturaleza poética y personal de Alfonso González-Calero». Ese es el título de uno de los 49 poemas, algunos muy breves, que componen Aliento, segunda entrega poética de su autor, tras la antología Ida y vuelta (Poemas 1985-2015), aparecida en 2017. El nuevo título ha sido publicado en la recién nacida Mahalta, sello que ya ha lanzado varias e interesantes señales de humo poético desde la Alta Mancha y al amparo de la larga y acogedora sombra del poeta Paco Caro.

Bien conocido y apreciado por su infatigable labor de recolección y difusión de todo lo que tenga que ver con los diversos pulsos culturales, históricos y sociológicos de Castilla-La Mancha, sin menospreciar los aspectos científicos y técnicos, Alfonso G.-C. es hombre de amplios intereses que difunde con acierto desde diversos medios y tribunas, en los últimos tiempos, muy especialmente desde Internet. Sus huellas en ese sentido están al alcance de la mano. Interesa destacar aquí que el periodista, editor, hombre de cultura y buen divulgador, además de generoso lector infatigable, pone de relieve un buen pulso para anotar estas ráfagas de sentimiento, pensamiento y vida, íntima o social, a las que, desde el propio título, se les concede el peso de la respiración, algo por tanto de vital alcance, aunque por su sobria parquedad pudiera parecer sólo anecdótico. No es así: en este breve libro hay suficientes indicios para entender que el autor no es, por así decir, un poeta de fines de semana, sino que una mirada atenta y cordial hacia el mundo forma parte de una “manera poética” de ser y a veces se transforma en poemas. Dejo aquí como muestra un poema de trasfondo borgiano que me parece revelador.

"Aliento" de Alfonso González-Calero

(En voz alta). Acierta de pleno, a mi entender, Federico Gallego Ripoll cuando afirma que «Con ojos de vigilia» es la expresión que mejor resume «la naturaleza poética y personal de Alfonso González-Calero». Ese es el título de uno de los 49 poemas, algunos muy breves, que componen Aliento, segunda entrega poética de su autor, tras la antología Ida y vuelta (Poemas 1985-2015), aparecida en 2017. El nuevo título ha sido publicado en la recién nacida Mahalta, sello que ya ha lanzado varias e interesantes señales de humo poético desde la Alta Mancha y al amparo de la larga y acogedora sombra del poeta Paco Caro.

Bien conocido y apreciado por su infatigable labor de recolección y difusión de todo lo que tenga que ver con los diversos pulsos culturales, históricos y sociológicos de Castilla-La Mancha, sin menospreciar los aspectos científicos y técnicos, Alfonso G-C es hombre de amplios intereses que difunde con acierto desde diversos medios y tribunas, en los últimos tiempos, muy especialmente desde Internet. Sus huellas en ese sentido están al alcance de la mano. Interesa destacar aquí que el periodista, editor, hombre de cultura y buen divulgador, además de generoso lector infatigable, pone de relieve un buen pulso para anotar estas ráfagas de sentimiento, pensamiento y vida, íntima o social, a las que, desde el propio título, se les concede el peso de la respiración, algo por tanto de vital alcance, aunque por su sobria parquedad pudiera parecer sólo anecdótico. No es así: en este breve libro hay suficientes indicios para entender que el autor no es, por así decir, un poeta de fines de semana, sino que una mirada atenta y cordial hacia el mundo forma parte de una “manera poética” de ser y a veces se transforma en poemas.

Dejo aquí como muestra un poema de trasfondo borgiano que me parece revelador.



DESDE EL ACANTILADO (VI)

 EL DESTINO DE LA LITERATURA

VISTO DESDE EL ACANTILADO (VI, 68-86)

Antonio Muñoz Degrain: Ecos de Roncesvalles, 1890. Museo de Málaga.

Un verano en Lesmona (con cartas de Thomas Mann, Marga Berck y Katia Mann) es probable que nos anticipe el nudo y la esfera del navegante como artífice del mundo moderno o, por decirlo de forma precisa, “Li contes del graal” (El cuento del grial), el periplo diario que es capaz de llevarnos desde un vuelo sobre el teatro hasta las resonancias de la poesía goliárdica y otros giros algo acrobáticos pero muy recomendables para leer a Cervantes en un viaje de invierno. Toda esta tarea crítica, ensayos, artículos y entrevistas, si bien se mira, viene a componer una especie de autobiografía que pudiera tener su arranque en el preciso y bien ubicado momento en que la “Chanson de Roland” (el Cantar de Roldán y el Roncesvalles navarro) resuena entre el ayer y el mañana y nos deja el cuerpo herido (como si fuera mero pasto de un diccionario filosófico de la cirugía), tal vez ahora, en fántastico y terrible bucle, como una mezcla entre unos nuevos diarios (1895-1910) y un diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo. En suma, es el legado de Europa lo que aquí se dilucida, pero no por ello olvido que es también, por decirlo así, una invocación a mi cuerpo, allá lejos y tiempo atrás, con un gran futuro a mis espaldas. Y todo ello sin olvidar, como veremos, que se trata de puras suposiciones ensambladas, casi sólo superpuestas… (Continuará)
(LUN, 953 ~ «Desde el Acantilado»)

lunes, 18 de octubre de 2021

Lluvia sin fin

(OJO: Es conveniente activar el vídeo antes de leer)

Siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en

ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

de

que

aún

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

otro

tanto

en

el

cielo

como

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

que

es

este

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

es

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

nuevas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

y

en

compañía

de

un

indecible

rumor

de

fondo

envuelto

en

signos

que

suben

y

vuelan

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

silente

nueva

y

la

misma

la

de

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

(aquí

respira)

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

y

de

ese

modo

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

(dice

el

enano

que

también

lodo)

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

huraño

y

hueco

la

resonancia

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

desde

el

que

emergen

como

saetas

de

largas

colas

estos

destellos

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

un

puro

Imán

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

y

ahora

de

nuevo

nunca

es

lo

mismo

poder

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

deletreando

la

hierba

fresca

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

igual

que

Peter

el

fiel

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

las

astillas

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

como

volutas

de

un

humo

blanco

nacido

ahora

de

la

fogata

que

aún

recuerdas

y

a

cada

paso

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

de

agua

estancada

de

la

que

escapan

gases

y

fiujos

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

y

así

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

y

en

su

compaña

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

en

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en

ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

en

una

nueva

vuelta

de

tuerca

para

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

y

acaso

al

mundo

evanescente

de

lo

que

no

puede

siquiera

borrarse

porque

se

encuentra

ausente

en

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

desde

donde

trazas

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

entre

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

marcan

distancias

casi

abismales

en

vertical

y

es

tanto

una

caída

como

un

ascenso

el

recipiente

tampoco

puede

darle

al

contenido

otro

sustrato

que

el

de

lo

imaginado

saber

que

vienes

de

un

lugar

en

el

cielo

o

en

el

suelo

y

que

si

aprendes

a

respirar

como

lo

hacen

los

animales

que

no

preguntan

que

sólo

viven

podrás

tener

a

mano

siempre

la

sensación

pura

el

reflejo

de

tu

conciencia

dándole

cuerpo

real

a

todo

lo

que

imaginas

el

mismo

lado

desde

el

que

miras

hacia

los

otros

y

el

viaje

lento

de

cada

día

a

tu

interior

En

estas

redes

y

en

los

reflejos

de

tus

neuronas

viven

antiguas

reminiscencias

viejos

señuelos

estas

palabras

que

aún

recuerdas

a

cada

paso

y

el

lujo

extraño

que

te

brindaba

la

Insolación

templo

en ruinas

hacia

el

que

vuelves

siempre

en

tus

sueños

un

indecible

rumor

de

fondo

como

saetas

de

largas

colas

que

sobre

el

cielo

hacen

la

danza

del

aire

alto

y

el

cerco

ambiguo

de

tus

miradas

hacia

la

sombra

que

nunca

vuelve

a

ser

la

misma

y

que

por

siempre

te

da

su

lado

menos

feroz

para

que

tengas

al

menos

ese

lugar

seguro

un

puerto

un

sitio

un

sueño

al

que

volver

llegar

si

no

al

fondo

si

al

lugar

donde

el

sentido

tiene

sentido

y

ves

arriba

y

oyes

abajo

la

luz

y

el

hielo

un

movimiento

que

justifica

la

caminata

la

perorata

la

intemerata

pulsión

que

puedas

darle

la

mano

a

la

criatura

que

está

esperando

desde

hace

siglos

una

presencia

capaz

de

hacerla

nacer

crecer

esas

burbujas

también

de

luz

que

salen

hacia

la

superficie

mientras

sientes

que

por

debajo

en

el

abismo

y

hacia

ese

cielo

imaginado

siempre

real

fluye

la

misma

materia

insomne

que

se

remueve

y

se

conmueve

al

regresar

allí

y

aquí

en

donde

siento

que

mis

palabras

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

no

tocan

fondo

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tocan

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(«Hojas sueltas del lunes», 86 ~ “Levedades”)