«Porque no mundo
mengóu a verdade» y
todo se olvida,
ahora me acuerdo
de los sonidos dulces
de una cantiga.
Regresa un nombre:
Xosé Quintas-Canella
e compañeiros:
el tiempo arrastra
—ondas del mar de Laxe—
hilos de sueños.
Y la dulzura
prendida de una lengua
de lluvia y música.
Como agua clara
del cielo de la boca
recién brotada.
Vuelve el recuerdo:
la noche del verano
gira en su centro.
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