lunes, 31 de agosto de 2020

Iris (sextina)



Tiene la luz en su interior un rojo
cerco que esconde la esperanza verde
de que sea verdad el cielo azul
sobre campos cubiertos de amarillo
cuando el día y su sol dan en el blanco
antes de que la noche cierre en negro.
Flota sobre las cosas un sol negro
tan ardiente que es como un ascua al rojo
vivo y de él brota denso un humo blanco
o alta columna alzada por la verde
cúpula de la selva y su amarillo
tinglado de lianas y aire azul.
Y no lejos también el mar azul
galopa a lomos de un caballo negro
y rompe con su espuma el amarillo
fulgor del sol que, hacia su reino rojo,
tras la cumbre, dispara un rayo verde
como una flecha en busca de su blanco.
Blanco por dentro y por defuera blanco
es el tiempo de espera de lo azul
que se desliza oscuro al casi negro
mientras la savia es un latido verde
que pinta en sus mejillas ese rojo
rubor que a veces viste el amarillo.
La mies es mucha y mucho el amarillo
disperso entre los surcos bajo el blanco
ribete de una nube que del rojo
horizonte se cuelga. No hay ya azul
suficiente en tus ojos pues lo negro
de la sombra sin sueño aún está verde.
Los años no perdonan y hay un verde
viejo limón amargo y amarillo
naufragado en el fondo de tu negro
corazón, que tú sientes aún tan blanco,
como el alma de la doncella azul
ante la que se inclina el ángel rojo.
Misterio del color: el rojo aún verde,
el vespertino azul tan amarillo
y la llave que el blanco le da al negro.

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