sábado, 29 de agosto de 2020

Adios, cine, ¿adiós?


(En voz alta). Interesante, valiente, polémico este artículo de Jesús Mota, que viene a sumarse a la tesis de la “muerte del cine” (tal como lo conocimos). Es un paseo muy ameno y perspicaz —también muy subjetivo— por la obra de Hitchcock, cocinado con ese tipo de argumentaciones que siempre nos someten a una especie de prueba de grado: ¿hemos sabido ver y logrado entender Vértigo, Psicosis, Extraños en un tren...? ¿Hay todavía, en esas historias, vistas tres, cinco diez o más veces, aspectos o intenciones en los que no hemos “caído”? Claro, esa es siempre una de las característica del verdadero arte. Pero también se trata de un cambio en circunstancias no accidentales, de una metamorfosis en los modos de percibir. La pérdida de las grandes salas es sin duda un factor (y muy importante). El efecto de la recepción de las imágenes y la información por medios ubicuos e hiperinvasivos, también. No estoy muy seguro de que sea irrefutable la conclusión de que «la industria (cinematográfica) ha entrado en la vía muerta de la puerilidad y la alegoría estéril». Pero ese es un temor muy bien fundado. Y con él en la mochila, me encamino hacia un cine de los de antes para ver, con gran expectación, Tenet, el último (por ahora) bumerán. Confío en que no sea un viaje a la inconsciencia.

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