J. M. W. Turner: Ovidio desterrado de Roma, 1838 |
El último fantasma de la serie, quizás porque pensó que ya no iba a ser invocado, se extravió en su errancia y, finalmente, entró en mi casa y se quedó adormilado en un rincón. Cuando me desperté en medio de una pesadilla y fui a la cocina a por un vaso de agua, me tropecé con él. Creo que se aterrorizó más que yo y salió huyendo. Abrid bien los ojos si camináis a oscuras, pues es tan despistado que no me extrañaría nada que se os cruzara en cualquier momento. Y os juro que es horrible.
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