jueves, 4 de junio de 2020

En son de Paz (7)

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Octavio Paz revisando un ensayo. La escritura interminable.
(En son de Paz, 21). En una de las cartas dirigidas a Pere Gimferrer (y que este recopiló y editó en el volumen «Memorias y palabras», 1999), Octavio Paz escribe: «Querido Pedro: Lo que me dices de “Pasado en claro” me conmueve. Gracias —¿qué más puedo y debo decirte? Te contaré algo que quizá te interese. Empecé a escribir ese poema sin saber exactamente lo que hacía. El tema fue apareciendo lentamente, brotando, por decirlo así, del texto ya escrito y de una manera independiente de mi conciencia y de mi voluntad. No al “dictado” del inconsciente o de la inspiración; yo —mi mano, mi cabeza, mis sentidos, mi mente y, claro, el diccionario a mi lado— era el que escribía, pero escribía lo que, sin decirlo, me decía lo ya escrito. No sé si me explico: el texto producía el nuevo texto —o para decirlo de una manera menos brusca: lo ya escrito me señalaba el camino que debería seguir. Algo semejante ocurrió con “Piedra de sol”. [Añadido en nota: Algo muy distinto a la “escritura automática”—que no fue ni es sino una quimera una “idea” (y yo hablo de una “práctica”)]. Y algo más, que sólo a ti te cuento por ahora y que te ruego no divulgues sino hasta que aparezca una nueva edición del poema. Lo terminé aquí, el año pasado. Después, en México, cuando ya estaba el original en la imprenta, durante una temporada que pasé en Cuernavaca, escribí 44 líneas más —verso 15 de la página 18 a verso 7 de la página 21. Pero unos pocos días después, al releer el nuevo pasaje, descubrí ciertas falsedades. Llamé a Vicente Rojo —que se encargó de la edición— para preguntarle si podía retirar unos 20 versos, los mismos que había añadido hacía unas semanas. Me dijo que ocasionaría un trastorno considerable, que ya había hecho varios cambios, etc. Tenía razón y me resigné. Pero no del todo. Aquí otra vez al releer el poema, hice unas cuantas correcciones y escribí de nuevo parte del pasaje: 18 versos, justamente los que desde un principio me parecieron gratuitos, no necesarios. Te los envío con esta carta para que corrijas tu ejemplar».

La carta está fechada el 21 de octubre de 1975 en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachussets, en cuyo Departamento de Literatura Comparada fue Paz profesor. Resultan admirables tanto la precisión de los datos sobre la escritura del poema, y lo que revelan sobre el proceso de creación, como la impresión de seguridad y “sentido de trascendencia” desde el que se escribe (pese a lo titubeante de la sintaxis: “no divulgues sino”) y, por último, el gesto del amigo que le encomienda y facilita al corresponsal la corrección de su ejemplar de la obra para ponerlo en orden. Instantáneas de intimidad que acaso sirvan, además de para precisar algún rasgo del carácter del autor, para comprender la seriedad y exigencia con que afrontaba su trabajo.

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