Michael Pacher: San Agustín y el Diablo, 1471-1475. Alte Pinakothek de Múnich. |
Como es bien sabido, los nombres del demonio son muchos, pero los demonios sin nombre son aún más. Por eso conviene estar prevenidos y tener siempre a mano un «¡Atrás, Sarta!». Fórmula infalible, tal vez porque su carácter capicúa desconcierta a las bestias de tal forma, que acaban reducidas y hechas un nudo sobre sí mismas, e incluso se conocen casos en los que han llegado a desaparecer, consumidas o tal vez evaporadas, sin dejar huella.
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