jueves, 11 de abril de 2019

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© Nicodemo Quaglia: After the rain, 2018.
A veces le ganaba la sospecha de que toda era, como dijo Wallace, una broma infinita. Y entonces se complacía en imaginar soliloquios enfáticos como por ejemplo: «La actividad eléctrica del cerebro que te permite tender un puente entre la bolsa de tela que porta una anciana en el metropolitano, en el trayecto de Alonso Martínez a Colón, y aquel restaurante bajo los soportales de la plaza principal de Forlì, donde también estuvo el Dante (es decir: la respuesta a estímulos que hace posible crear conexiones relevantes entre tu conciencia y el mundo), esa es la verdadera red creadora de eso que llamamos realidad: la trama de sucesos en el horizonte». Y luego respiraba jondo.

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