Paseo en los jardines del Prado, en Talavera. En su momento fue el «paseo de las silllas». Foto El Pachinko. |
Pienso en que algunas de las mejores y más gratificantes conversaciones que he tenido en los últimos años se han quedado aquí, en las Redes (foros, blogs, muros, messenger, tuits...) y de vez en cuando vuelven, como ecos desde el fondo de un pozo. Echo de menos las cada vez más raras pláticas cara a cara, las tertulias infinitas en la madrugada (en el paseo de las sillas, en los sillones bajos de los cuartos o pisos de estudiantes, en los bares de cierre tardío), incluso el intercambio de voces al teléfono. Pero a cambio estos nuevos intercambios (valga de nuevo el eco) tienen un poder de resonancia y reduplicación de la realidad tan poderoso que por fuerza incitan a pensar que estas herramientas van a cambiar la cultura humana..., ya lo están haciendo, aunque no seamos (o no nos atrevamos a ser) conscientes del alcance de tal transmutación.
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