Pensionanti de Saraceni: Vendedor de aves, 1615-1620. Museo del Prado, Madrid.
Lo vi venir de lejos, con su rebaño de criaturas exóticas, en medio de una gran polvareda. Nos paramos a platicar un poco. Más que verborrea, lo suyo era una forma de arrearle al verbo. Pero le dejé explayarse. Me regaló un loro, de nombre Jeremías. Supongo que algún día nos volveremos a ver. A ver si me explica cómo desenchufarlo.
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