Desde la acera de enfrente vi muchas veces parpadear el neón sucio con las letras sobre la puerta pero nunca me atreví a entrar. Ayer supe que están derribando el edificio en cuyos bajos se encontraba. Por el murete se veían los charcos de agua sucia y un solitario sillón desvencijado. Dicen que en tiempos llegó a ser el antro más concurrido de la ciudad. Siempre me pareció raro su nombre.
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