Los palíndromos están por todas partes. Foto: AJR. |
Al borde de Julio, en el eje del año, se celebra el Día Internacional del Palíndromo (2 de julio), ese juego tan significativo y banal que quizás tenga en su esencia una cifra aún no suficientemente explicitada del universo. De momento, está siendo decisivo para entender el lenguaje de nuestro ADN. Y ofrece algunas de las más consistentes metáforas para calibrar ciertos comportamientos íntimos, supersimétricos, de las partículas elementales y el latido más profundo del corazón de la materia. En términos palindrómicos, ahora inicia el año su camino de retorno, vuelve sobre sus pasos (curiosamente, o no, hace un par de fechas nos decían que por fin habían concluido los días anuales de trabajar para la Hacienda pública y empezábamos a hacerlo para nosotros mismos). A la palindromía debo muchas horas de felicidad, de ocio transitivo y válido por sí solo, de puro placer. Así que les invito a visitar la sede del Club Palindromista Internacional (del que es un honor ser miembro) y a permanecer atentos a los numerosos bumeranes que en las próximas horas cruzarán el espacio-tiempo de forma visible. ¡Ajá!
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