Escuela flamenca: Alquimista en su laboratorio, s. XVII.
Esa mañana cuando, como solía, abrió el cuaderno para anotar los sueños y las sangres, intuyó que aquel montón de páginas que iban cubriendo, como un mapa gigante, el territorio de su vida, en realidad era el pebetero donde ardía sin consumirse la resina esencial de sus humores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario