Émile Friant: La lutte, 1889. Museo Fabre, Montpellier (Francia). |
Quizás fuera una suerte que tuviéramos una infancia salvaje. Lo que aprendimos en las horas sin control, cuando la calle era nuestra segunda casa, nos enseñó secretos nunca olvidados. Y puede que algunos, los más excitantes, estén aún por descifrar.
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