domingo, 11 de septiembre de 2022

XAVIER Y REIVAX

Recreación de una ilustración inglesa no identificada a partir del
la cual Orestis Magic Box ideó la cubierta de la edición original
de Negra espalda del tiempo (Madrid, Alfaguara, 1998).

En uno de los libros suyos que prefiero, el narrador, al que bien e incluso legítimamente se podría considerar como un sosias del autor, dice que cree «no haber confundido nunca la ficción con la realidad», para concluir, 395 páginas más adelante, que «aun así la luz no se ha apagado». Este cap&cua de la novela sería por si solo acaso perfecto para contener el soplo de una vida y podría bastar para frenar las sombras ominosas que el tiempo parece empeñado en desplegar sobre nosotros, si no fuera porque en ese mismo libro, y a poco que trato de hacer memoria de su ya remota lectura, resplandece un párrafo al que, cuando aún no había expirado el pasado siglo, me parece recordar que presté, yo mismo, el narrador, cumpliendo el papel de sosias del autor, una atención tal vez desmesurada, incluso enfermiza. Es éste (y no diré más): «… Cuando  aprendí a escribir los primeros nombres y entre ellos el mío, ponía las letras de derecha a izquierda como los árabes, y aunque yo leía ‘XAVIER’ —así me llamaron, con X, y así lo escribía de niño y así lo escribió siempre mi madre—, lo que en verdad se leía o leían todos menos yo era ‘REIVAX’, y cuando ella no me daba el visto bueno entre risas yo no entendía el porqué y protestaba, ya que para mí yo había escrito en su orden todas las letras sin dejarme una ni equivocarme, y además seguía leyendo ‘XAVIER’ donde al parecer ponía ‘REIVAX’ según la convención de los otros, y en cambio leía ‘REIVAX’ donde decía mi madre que si ponía por fin ‘XAVIER’».

(LUN, 628 ~ Homenaje a Javier Marías)

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