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[El Rey Viejo] entre cochetes. Foto Marco Bertorello Vía Getty Images. Tomada de Huffingtonpost (Detalle y editada). |
No todo el mundo se percató, pero cuando las exequias de la monarca entraban en ese punto inestable en que la atención duda entre el bostezo y la murria, la viñeta del dibujo animado, bien proyectada en el televisor, se vio sacudida por la presencia de sendos dos corchetes —o agentes de la autoridad de porte clásico—, los cuales, tras rozar como sin querer el catafalco y dejar sobre el ataúd estremecidos y con un ligero tembleque tanto la rica corona almohadillada como el rotundo orbe y el alargado cetro, se dirigieron sin vacilación hacia el lugar donde se apiñaban dos generaciones de reyes de España, y en una tan extraña como ejemplar maniobra hecha con buena maña se situaron, con expresa y erguida dedicación pero sin saña, a un lado y otro del Rey Viejo y, como el que tira la caña de pescar con infalible técnica de araña, lo encapsularon, tal que así, y lo tuvieron quieto hasta que todo se fue consumiendo por sí solo, como suele ocurrir en estos casos, y el bravucón observador, fiel a sí mismo y para que se cumpliera la profecía del estrambote, «… incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada». Como pasó lo cuento.(LUN, 611 ~ «De la vida misma»)
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