Qué fácil es a veces rendirse a la evidencia: estos dos caballeros llorando como niños son la prueba tangible de que el supremo esfuerzo, el don de la excelencia y la voluntad firme de burlar el aciago discurrir de los días son aún formas posibles de demostrar a todos que se puede llegar a la cumbre con los pies en el suelo. Un ejemplo en verdad conmovedor. Dos leyendas en una. Y un canto a la amistad. ¡Gracias, muchachos!
(LUN, 614 ~ «Fotos quedan. Pie»)
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