lunes, 22 de agosto de 2022

«Los días de Yucatán», de Sagrario Pinto, en euskera

(Al filo de los días) «Irakasleak noten buletina eman berri zigun, eta nire notak oso onak ziren, oso onak baino hobeak: nire bizitza osoko notarik onenak!»… Así se inicia Yucataneko egunak, la traducción al euskera de Los días de Yucatán”, la novela LIJ de mi compi Sagrario Pinto que acaba de aparecer en Ibaizabal, el sello de Edelvives en el País Vasco, y con traducción a cargo de Amets Santxez Muniain. Las ilustraciones, excelentes, siguen siendo las de Luis Doyague de la edición original. Los ejemplares de autor, junto con otros valiosos libros de amigos y conocidos (irán compareciendo por acá), nos esperaban en Madrid, a la vuelta de unos días en el Mar Menor, y ni que decir tiene (curiosa frase) que son el mejor impulso para encarar eso que nuestros vecinos del norte llaman, con expresión invencible, la Rentrée, aunque quizás ahora sea más habitual decir “reseteado”, “reinicio” o en esa línea.

Aunque tuve el privilegio de aprender algunas nociones en el bachillerato de los agustinos, gracias a “père Ignace Berasátegui y su amor por el en verdad hermoso folklore euskaldún, no tengo más remedio que confesar que el euskera es para mí, y supongo que también para muchos ibéricos, una lengua casi opaca: pronunciarla es jugar al sonido puro, la mera y musical fonación, ya que sólo de tarde en tarde intuye uno el sentido de lo que pronuncia, y siempre de un modo en el que la inmediatez de la materia verbal impone su fascinación sobre todo atisbo de comprensión. Y, sin embargo, como sabemos bien desde hace mucho y algunos reconocimientos recientes confirman, es esta una lengua con la que es posible lograr formas de expresión de gran belleza, y fijar emociones y experiencias que justificarían el necesario esfuerzo para salvar el aparente hermetismo de sus construcciones y poder penetrar en el círculo luminoso de los significados.
Alguna anécdota hay en mi vida de editor, incluidos sueños y hasta pesadillas, relacionados con este asunto, pero quede, si acaso, para otro día. Sí señalaré, sin embargo, la curiosa sincronía que me lleva a redactar esta nota justo el mismo día en que FaceBook me recuerda la publicación de un texto sobre Isla Mujeres, uno de los escenarios principales de esta narración de Sagrario en la que, con su habitual y envidiable pericia, supo sacarle partido literario a los días que pasamos juntos en tierras yukatecas (debió de ser hacia 2004-2005, ayer como quien dice).

Seguro que leídas en euskera las evocaciones de aquellas aún no olvidadas aventuras provocan nuevas resonancias. «Eta barre egin genuen denok».

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