martes, 4 de febrero de 2020

José Luis Cuerda se traslada al bosque animado

José Luis Cuerda, una mirada inteligente y divertida.
(Visiones en voz alta). A José Luis Cuerda, que acaba de abandonar el patio de butacas, le debemos los amantes del cine muchas mercedes directas e indirectas. De las primeras destacan, claro está, sus películas, entre las que, además de ese santo grial del surrealismo mesetario que es Amanece que no es poco, con sus precuelas y secuelas, ocupa en mi memoria un lugar sobresaliente La lengua de las mariposas, filme que está a la par, en calidad, belleza y emoción, del maravilloso cuento de O’Rivas en que se basa. Y que sigue conteniendo, en su escena final, una de las metáforas más dolorosas y ciertas de la tragedia absoluta que fue la Guerra Civil. En cuanto a las deudas indirectas, son muchas, pero no es la menor el decisivo apoyo que Cuerda le prestó en sus inicios a Alejandro Amenábar, hasta el punto de que no es exagerado afirmar que fue el verdadero descubridor de su talento. Aparte de esto, en mi tributo particular al gran cineasta destaca sobremanera otra pieza que forma parte de mi filmografía preferida y que, si logro localizarla en mi vieja colección de deuvedés, volveré a ver hoy en su honor y como agradecimiento por las muchas horas de felicidad. Me refiero a El bosque animado, ese viaje por las “corredoiras” de la memoria y la imaginación que tan vivo sigue, aunque sea a costa de contener, ay, ya tanta muerte. Buen viaje, maestro. Que el espíritu libre del bandido Fendetestas y el ánima de Fiz de Cotovelo, junto con el resto de la blanca comitiva, guíen tus pasos.


2 comentarios:

SUSANA BENET dijo...

Muy interesante este blog. Un placer descubrirlo. Saludos,

Alfredo J Ramos dijo...

Sé bienvenida.
Muchas gracias, Susana.
¡Es un honor!