John Henry Twachtman: El puente blanco, 1890. Art Institue of Chicago. |
Mientras veía la sierpe de plata del río más grande de su aldea reflejada en el río sin plata más largo de sus sueños, y uno y otro mezcladas sus aguas y sus puentes y entrelazadas sus vistas y sus ánimas, en momentos vespertinos así sentía cerca la mano que todo lo acaricia, la misma que recoge las arenas y las va deslizando sin premura con la velocidad de los astros que parecen fijos en el cielo y cuya contemplación, sobrevenida cuando menos lo piensas, no cesa de ponernos delante de la vista lo que viene a ser ya toda la realidad: un paseo por el amor y la suerte, y que sabemos bien cómo termina.
(LUN, 519~ «Clásicos profanados»)
No hay comentarios:
Publicar un comentario