jueves, 5 de diciembre de 2024

Caja de Citas: Clérigos de Talavera

(CajaDeCitas, 13). Permítanme que hoy dirija mis ojos hacia Eburia y recuerde aquellas cuadernas del muy singular Libro de Buen Amor en las que viajaron unos pocos y bien acordados versos del Arcipreste por antonomasia de nuestras letras…, si se descuenta, eso sí y precisamente, al de Talavera: aquel Alfonso Martínez de Toledo que arguyó que quería reprobar el amor mundano en su Corbacho.

Me he acordado de esta composición esplendorosa en forma de cantiga (o Cántica) leyendo esotro día una de las singulares y enormes misceláneas que mi amigo y sin embargo paisano César Nicolás cuelga en su muro (y centro de afición tanta). Incluso se me ha ocurrido pensar que bien podría César, con su manifiesta y artística calidad fotográfica, ofrecernos imágenes de rincones urbanos y hasta de rostros —dos registros que suelen aparecer en sus fotos— que pudieran servir para ilustrar y acaso identificar a los personajes: ese deán, ese thesorero, ese chantre… o las evocadas Orabuena, Teresa y otras queridas barraganas (en el estricto sentido de compañeras); y también retomar y recrear los posibles escenarios de este texto memorable, como son, por ejemplo, los del muy recuperado entorno de la Colegiata y los barrios de nuestra infancia.
Como ha puesto de relieve, entre otros estudiosos, la profesora Estefanía Bernabé, este texto, escrito a mediados del siglo XIV, «es una de las mejores fuentes críticas para observar el comportamiento de la clerecía hispánica bajomedieval; a través de la ficción, el libro actúa como documento histórico incontestable»… Y señala también la estudiosa «Cántica de los clérigos de Talavera», de claro carácter goliardesco, sin duda está reflejando la protesta de la archidiócesis de Toledo ante el establecimiento del celibato obligatorio.
Una ficción satírico-literaria que probablemente tuvo su correlato objetivo y que, de forma inevitable y hasta maravillosa nos lleva hacia La Celestina, otra obra maestra que alguna relación tiene también con “la mejor tierra de Castilla”, como por boca de uno de sus personajes llamó Cervantes a Talavera (otro admirado amigo talabricense, Miguel Mendez-Cabeza, lo recuerda a diario). Que lo disfruten.

CÁNTICA DE LOS CLÉRIGOS DE TALAVERA
(Estrofas 1690-1709, del Libro de Buen Amor)

Allá en Talavera, en las calendas de abril,
llegadas son las cartas del arçobispo don Gil,
en las quales venía el mandado non vil,
tal que si plugo a uno, pesó más que a dos mill.
Aqueste açipreste, que traya el mandado,
bien creo que lo fiso más amidos que de grado.
Mandó juntar cabildo: a prisa fue juntado,
¡coydando que traya otro mejor mandado!
Ffabló este açipreste e dixo bien ansy:
«¡Sy pesa a vosotros, bien tanto pesa a mi!
¡Ay viejo mezquino! ¡en qué envegeçí!
¡En ver lo que veo e en ver lo que vy!»—
Llorando de sus ojos començó esta rraçón:
diz': «El papa nos enbía esta constituçión.
Hévoslo a desir, que quiera o que non:
¡maguer que vos lo digo con rravia de coraçón!
»Cartas eran venidas, que disen d' esta manera:
que clérigo nin cassado de toda Talavera,
que non toviese mançeba, cassada nin soltera;
qualquier, que la toviese, descomulgado era».—
Con aquestas rraçones, que la carta desía,
fyncó muy queblantada toda la cleresía.
Algunos de los clérigos tomaron asedía:
para aver su acuerdo juntáronse otro día.
Ado estavan juntados todos en la capilla,
levantóse el deán a mostrar su mansilla:
diz': «Amigos, yo querría que toda esta quadrilla
apellásemos del papa ant' el rrey de Castilla.
»Que maguer que somos clérigos, somos sus naturales:
servímosle muy byen, fuémosle sinpre leales;
demás que sabe el rrey que todos somos carnales:
¡Creed se ha adolesçer de aquestos nuestros males!
»¿Que yo dexe a Orabuena, la que cobré antaño?
En dexar yo a ella rresçibiera yo grand dapño;
dile luego de mano doçe varas de paño,
e aun ¡para la mi corona! anoche fue al baño.
»¡Ante renunçiaría toda la mi prebenda
e desí la dignidad e toda la mi renda,
que la mi Orabuena tal escatima prenda!
Creo que otros muchos syguirán esta senda».—
Demandó los apostoles e todo lo que más vale
con grand afyncamiento ansy como Dios sabe
E con llorosos ojos e con dolor grande:
«¡Vobis enim dimittere», díxoles, «quam suave!»
Ffabló en pos d' aqueste luego el thesorero,
que era desta orden confadre derechero;
diz': «Amigos, si este son a de ser verdadero,
¡Si malo lo esperades, yo peor lo espero!
»E del mal de vosotros a mí mucho me pesa,
otrosí de lo mío ¡é del mal de Teresa!
¡dexaré Talavera yrm' e a Oropesa,
ante que la partyr de toda la mi mesa!
»Ca nunca fue tan leal nin Blanca Flor a Frores
nin es agora Tristán a todos sus amores:
¡que fase muchas veses rrematar los ardores!
e, sy de mí la parto, ¡nunca m' dexarán dolores!
»Porque suelen desir que el can con grand angosto
e con rravia de la muerte su dueño trava al rrostro:
¡sy tovies' al arçobispo en otro tal angosto,
le daría tal buelta, que non vies' el agosto!»—
Ffabló en post aqueste el chantre Sancho Muñós;
diz': «Aquest' arçobispo ¡non sé que se ha con nos!
el quiere acaloñarnos lo que perdonó Dios:
por end' apello en este escripto: ¡abivádvos!
»Que sy yo tengo o tove en casa una servienta,
¡Non ha el arçobispo desto porqué se sienta!
¿Que non es mi comadre? ¿Que nin es mi parienta?
¡Huérfana la crié! ¡esto, porque non mienta!
»Mantener ome huérfana obra es de piedad,
otrosí a las vibdas: ¡esto es mucha verdat!
Si el arçobispo tiene que es cosa de maldat,
¡Dexemos a las buenas!; ¡a las malas vos tornad!»—
»Don Gonzalo, Canónigo, segund que vo entendiendo
es éste, que va de sus alfajas prendiendo
E vanse las vesinas por el barrio desiendo
que la acoje de noche, aunque gelo defiendo.
Pero non alonguemos atanto las rraçones:
appellaron los clérigos, otrosy los clerizones.
Ffesieron luego de mano buenas appellaciones
e dende en adelante çiertas procuraçiones.
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, 1320



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