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Charlton Heston y Edward G. Robinson en una escena de Soylent Green: cuando el destino nos alcance (1973), filme de Richard Fleischer. |
Y así seguimos por los corredores que van de un día a otro como lianas que unieran el vaivén de las mañanas igual que olas del mar. Y entre fervores y súbitos ataques de la sombra, que a veces nos socava traicionera, buscamos en los claros la quimera de darle recorrido a lo que nombra lo que no tiene nombre, dentro y fuera. Latidos de la sangre entre las flores que, a pesar del invierno y las tempranas acechanzas del mal, son los amores que más nos hacen gracia, a su manera, mientras se acercan las nubes lejanas. (LUN, 495 ~ «Sonetos enmascarados, pero poco», con trampantojo incluido)
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