Víctor Manzano y Mejorada: Un chiquillo sentado, 1859. Museo del Prado, Madrid. |
«Ese doble tobogán, ¿soportará mi peso?», se preguntaba el joven melancólico, volcado sobre el libro y con la pesadumbre algo histérica brotada de lo que había dado en considerar el excesivo grosor de sus cuitas y los interminables rodeos de sus pensamientos más oscuros. Pero en realidad lo que se le acabó volviendo insoportable fueron las muy profundas huellas del invierno que tenía en su nombre y en su alma.
(LUN, 490 ~ «Cuentos más o menos absurdos: Serie Z/A»).
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