(En voz alta). Un gozo llamado Hitchcock: eso es lo que nos proporciona esta recopilación de los autocameos del gran director en sus películas. Están engarzados en un “corto” de poco más de five minutes, muy oportunamente compartido por nuestro cinéfilo de cabecera y si embargo amigo, el gran Chuba Duruba, en su retorno a la pequeña pantalla (del móvil). Ahí están casi todas las pelis del genial director, no todas obras maestras (sería imposible), pero sí todas con algunos (o muchos) detalles que las hacen inconfundibles. Se suele afirmar que el cine de Hitchcock fue durante muchos años tachado de excesivamente comercial y carente de ambición artística. El famoso libro de las conversaciones con Truffaut, en 1962, puso bien a las claras la miopía de ese juicio e inició el imparable ascenso de don Alfred a las cimas del reconocimiento artístico, un lugar del que ya no ha vuelto a descender y en cuyo vértice algunos (con Vértigo o De entre los muertos a la cabeza) lo sitúan como gran maestro del “cine que sabe que es cine”, por así decir, del mismo modo que la Alta Magia no se ignora a sí misma. Es un placer demorarse en los muchos detalles que contienen estas imágenes y más placentero aún sería pararse a conversar sobre ellos y ellas. Y no digamos ya revisar, una a una (o casi), las grandes obras de una filmografía que forma parte de la misma médula del arte séptimo, ese que ya desde hace casi un lustro o más viene presentado síntomas de haber entrado en otra etapa de su aún joven evolución como disciplina artística tal vez insuperable porque es capaz de reunirlas todas. Y dentro de la cual hay sobrados motivos para lanzar un verdadero grito de euforia: Hi, hi, hit, Hitchcock!
No hay comentarios:
Publicar un comentario