martes, 22 de octubre de 2019

Otero Pedrayo


La comitiva fúnebre de Otero Pedrayo camino de la catedral de Ourense.

(Lecturas en voz alta). Cae uno, por esa causalidad derivativa que otros llaman azar, en esta página que me pone en primer plano la figura, supongo que ya casi del todo olvidada fuera de lo que fue su mundo, de don Ramón Otero Pedrayo, al que durante muchos años le correspondió el título de patriarca de las letras gallegas y del que a todos cuantos he oído (leído) hablar sobre él sólo refieren bondades y excelencias. En esta semblanza rememorativa del periodista Fernando Ramos hay detalles preciosos que parecen (son) perlas de un tiempo ido.

Cine NIC

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Anuncio de época del proyector NIC.
Curiosamente el dibujo me trae a la memoria otro «hito visual»: el tebeo
de negritos que era la página más divertida de la revista Aguiluchos, una publicación
de los misioneros combonianos que todavía he podido ver en alguna caseta de las ferias del libro. El baúl de recuerdos de la Red es un tesoro
.

Recuerdo ahora, no sé bien por qué, la tarde aquella, al borde de la Navidad, en que me desperté en el patio de butacas del cine Coliseum adonde había ido a ver, por quinta o sexta vez, una película sentimental muy triste: Sin familia, una historia de orfandad y penurias. Apenas me acuerdo ya de su argumento. Las entradas las regalaban con la compra de los juguetes de Reyes en los Almacenes Tomás, cuyo dueño lo era también del cine contiguo. Y no sé si fue aquel año cuando en casa nos echaron la máquina de cine NIC, con películas de papel plastificado —un muy ligero celuloide— y un disco de pizarra con un rudimentario plato y un desmontable y tosco brazo lector, en forma de pequeño cuerno provisto en su punta de una gruesa aguja, y que giraba al ritmo de la misma manivela con la que se hacía avanzar la proyección, de modo que el contenido de sus microsurcos, la supuesta banda sonora, resultaba por completo ininteligible. Lo más claro que alcanzamos a identificar en la confusa cantinela decía algo así como «¡Dale, Pepito, no tengas miedo!». Llegué a organizar sesiones para los compis del barrio y hasta hice carteleras para anunciarlas. El día del estreno, la bombilla del aparato se calentó tanto que el papel empezó a echar humo. Julito, el más pequeño de la panda, se asustó mucho y estuvo varios días diciendo: «Tine quema, no guta nene». Estamos vivos de milagro.
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lunes, 21 de octubre de 2019

Poder parar...



(Al hilo de los días). Proliferan por la red hermosas actuaciones de improvisados coros catalanes y hasta orfeones bien acordados en las calles de la ciudad en llamas y en sus teatros. La memoria visual no tarda en encontrar un claro referente. Cinematográfico e inquietante. Juzguen ustedes mismos.

Ritmo interno

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Figuras vagamente palindrómicas.
De la exposición de Pink Floyd (The Pink Floyd Exhibition Their mortal remains).
Escucho, atento, por si suena el eco
de lo que apenas pienso, mientras crece,
con la memoria de la nieve, el rastro
de una palabra en el ocaso. Brilla,

alrededores de la isla, el último
reflejo que en el humo se deshace
y traza en este aparte una frontera
que a la vida en su pena no redime

pero pone a la esfinge su diadema
y rompe el cerco de la arena y nombra
en estas raras cosas un asombro

que ve, detrás del ojo enajenado,
un testigo que, al pairo de sí mismo,
es el puro reflejo del abismo.

Para llegar al sur

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Recreación de la habitación de las secuencias finales de 2001 A Space Odyssey (1968),
de Stanley Kubrick.
En el sueño de anoche, para llegar al Sur, un área comercial de las afueras, había que cruzar un sórdido descampado y luego un cementerio de automóviles infestado de zombis, y luego otro cementerio, este de verdad, en cuyas tumbas profanadas figuraban todos los nombres que había utilizado a lo largo de mi vida y que tenía que ir borrando a medida que dejaba tras de mí puertas, corredores, altos barandales y tapias erizadas de vidrios puntiagudos, hasta llegar a la gran llanura del despegue, justo a tiempo de engancharme a la cola del último cometa del que, en su nuevo paso por la Tierra, dentro de un montón de años, tendría que saltar para caer en la rara habitación aquella, casi al final de 2001, en la que desde hace mucho se escucha mi respiración.
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domingo, 20 de octubre de 2019

La mentira

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Antonio Tàpies: Senyera. Litografía.
A vista de pájaro, mirando hacia adelante y hacia atrás, pero sobre todo hacia la estantería donde se alinean sus viejos libros poéticos, descubrió esta clave en un poema de alguien que sabe muy bien de qué habla: «¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes, / por qué hemos matado tan estúpidamente? / Nuestros padres mintieron: eso es todo».
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sábado, 19 de octubre de 2019

Los chicos del COU


(Lecturas en voz alta). A menudo disfruto de los variopintos artículos de Jacinto Antón, escritos siempre desde una muy particular y seductora mirada personal, no siempre sobre temas que me resulten interesantes o cercanos, pero con enfoques que, además de por su originalidad, con frecuencia me sorprenden —y me resultan aún más gratificantes— por su franqueza. Este de hoy, con su pequeña anécdota personal, me ha conmovido por su ecuánime tono evocativo, su tino en la descripción de situaciones y, de forma especial, por un cálido sentido del humor que sólo está al alcance de unos pocos. Una página muy hermosa.
Mercedes Udaeta en la época en que hacía COU.
Una chica de COU.

La ciutat cremada (y 4)

El Hortelano (José Alfonso Morera): portada del álbum Al calor del amor en un bar,
de Gabinete Caligari, 1986.
Entre la cenizas de la ciudad quemada, la mujer del cuadro, antes de volver a dormir su sueño eterno, aún alcanzó a ver imágenes tan reconfortantes como ilusorias de su remotamente próxima juventud.
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viernes, 18 de octubre de 2019

La ciutat cremada (3)

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Ramón Casas: Interior, 1898. Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.
Nadie quería pronunciarlo (vade retro), pero sobre la mayoría de las mentes sobrevolaba, entre un ruidoso aleteo de buitres en la noche, la amenaza terrible, demoledora, de efectos incalculables, del primer luto.
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jueves, 17 de octubre de 2019

La ciutat cremada (2)

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Ramón Casas: Estudio de verano o Primero pasarás sobre mi cadáver, 1893.
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.
Miraba por la ventana y tenía la sensación de que se asomaba al túnel del tiempo. Pero no sabía con certeza si era el futuro o de nuevo el presente, enroscado como un ofidio en torno a su presa.
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miércoles, 16 de octubre de 2019

La ciutat cremada (1)

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Ramón Casas: Ansiedad, 1891. Fundació Institut Amatller d’Art Hispànic, Barcelona.
Se sobresaltó al percibir al fondo de la habitación aquel resplandor rojizo que la había despertado de tan largo letargo. ¿Volvería a tener que vivir todo aquello? Ya ni siquiera residir en un cuadro era garantía de nada. «¿A dónde vamos a llegar?», se preguntó angustiada.
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martes, 15 de octubre de 2019

Mitos y micos

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Anónimo (Pintor de Edipo): «Edipo y la esfinge».
Kilix cerámico de la Grecia clásica, h. 470 a.C. Museos Vaticanos.
Volvía a las andadas el príncipe Edipo, de modo que no tardó en cruzarse de nuevo con la Esfinge. Nada más verlo, la felina le espetó:
—No te mentiría si no te dijera que no he lamentado no tener coraje para no privarme de no echarte de menos.
—Esfin, maca —repuso Edipo—, no te voy a decir que me tienes hasta los pies con tus enigmas, porque soy un héroe clásico sin complejos. Pero un poco hasta las corvas sí me tienes.
—¡Anda ya, desgraciao, desagradecío!—repuso la fiera obviamente enfadada— ¡Quítate de mi vista!
Unos pasos más allá, el Oráculo del Báculo estaba haciendo dibujos en la arena y, al ver venir a Edipo, sentenció:
—¿Te vas de Tebas?
—¡Cuenta hasta cinco!

—¡Ya, para que me claves la rima fácil!
—Hay, ay, que ver lo desconfiado que se ha vuelto aquí todo el mundo...
La situación, en general, parecía poco favorable para la cosa mítica y los micos de la hilaridad tampoco parecía que estuvieran por la labor, así que cada adefesio recogió sus bártulos, el mago Ervigio cerró el plumier y en la mesa corrida de la redacción los esforzados dibujantes siguieron rellenando las viñetas. Pero esa es otra histeria..., historieta, que me diga. Otro cuento absurdo.

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lunes, 14 de octubre de 2019

Woody y Trueba

Woody Allen y Fernando Trueba, frente a frente.
(Al hilo de los días). Estuvimos viendo el sábado Día de lluvia en Nueva York, la última película estrenada de Woody Allen, y de nuevo fue la mejor y más hermosa forma de dar por inaugurado el Otoño. Es "un woody" en estado puro, hecho de sus viejos grandes temas cotidianos, incluso de sus chistes temáticos (sexo, muerte, judíos...) inasequibles al desaliento. Tal vez con una mayor carga de melancolía, pero con toda la gracia de un nuevo homenaje a Nueva York, al amor enredado, al arte de hablar e incluso discutir apasionadamente andando por la calle. Una magnífica levedad, como sostiene Fernando Trueba en esta excelente y muy oportuna entrevista, que contiene, además, un acercamiento a la obra y los gustos del maestro desde la privilegiada experiencia de otro gran director de cine. Es la pista de despegue perfecta para, si aún no han visto la peli, ponerse en órbita e ir a volando al cine que tengan más a mano. Les aseguro que no se arrepentirán.

Tarde de viento en la ciudad desierta

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Puerta y sombras. Museo Sorolla, Madrid. Foto © AJR, 2019
Cae la tarde. Está el viento poseído
de su voz más antigua y merodea
por los viejos tejados de la aldea

y en la torre en que, niño, estoy subido.

Lo escucho ahora en la ciudad. Su aullido
despierta en mi memoria una marea
de palabras sin fin cuando golpea,
a la vez que en el árbol, en mi oído.

Y así, mientras las horas entretejen
en el quieto telar urbano el tedio
de la indolente tarde de domingo,

los ecos vendavales me estremecen:
el que ahora acaso soy sufre el asedio
del que sin duda fui. Y no los distingo.

La sentencia

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Anónimo:«Dos personajes leyendo la prensa».
A primera hora de la mañana, todos los tuíteres, un porcentaje nada despreciable de muros feisbúkicos y algunos resortes de otras redes menores se iluminaron con estos tres neones verbales que también fulgían en la mayoría de periódicos:
1. El conocimiento es poder. (Francis Bacon)
2. Los soberanos estados no tienen en nada ideología alguna. (Roy McDonads)
3. Dale la razón a tu razón o te vas a volver loco.(Don Juan Matus).
Ni que decir tiene que en La Pell de Brau no se parlaba de otra cosa.
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domingo, 13 de octubre de 2019

Mar Menor: memorial de agravios

El Mar Menor a vista de satélite: el verde delator
(Lecturas en voz alta). Un reportaje extenso y complejo, firmado por Antonio Delgado y Ana Tudela, sobre las múltiples irregularidades e ilegalidades que se han cometido en el Mar Menor y las graves deficiencias de la errática política que ha desembocado en la letal situación que vive hoy la laguna salada.

Lección de física

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Nikolai Bogdanov-Belsky: Aritmética mental en la escuela pública
de Rachimsky,
1896. Colección privada.
El profe subió al estrado y con gran parsimonia y un puntero transparente escribió en la pizarra: «Estas palabras son para tus ojos y sólo existen cuando tú las miras». Después se volvió hacia nosotros y dijo: «Hoy, queridos monstruos, os voy a contar algunos secretillos». Todos reímos con gran revuelo de pulpejos y botones oculares. Pero enseguida nos impuso silencio. «No se vaya a despertar —nos dijo— el Alien que nos sueña y todo se vuelva al limbo».
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sábado, 12 de octubre de 2019

En clave

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Paul Cézanne: El padre del artista leyendo L’Evénément, 1866.
National Gallery, Washington.
«Gracias, Espíritu Santo», leíamos en la prensa de entonces casi en el mismo sitio donde, en la prensa de hoy, podemos leer: «Se necesita mozo de comedor interno». Siempre se dijo que eran mensajes en clave de ciertos negocios más o menos turbios. En el fondo, novelas (impresas) de una línea.
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viernes, 11 de octubre de 2019

Peter "Nobel" Handke


(Lecturas en voz alta). Qué fácil resulta recuperar la sintonía con Peter Handke, cuyo nombre tenía si no olvidado sí recluido en una estancia de la memoria (y de mi biblioteca) que ya me parece de otro mundo, que de hecho es —son— de otro mundo. Recuerdo que, a finales del siglo pasado, cuando laborábamos en la enciclopedia de Anaya que luego publicó Vox (la editorial, claro), los libros de Handke eran un tema frecuente de conversación entre los redactores del área de Humanidades, y nada nos hubiera hecho más felices entonces que la concesión del premio que ahora lo ha distinguido. Como esta entrevista pone de relieve y sus libros —aunque no siempre de modo evidente— demuestran, es un escritor de la estirpe de Cervantes y Tolstoi, también con similitudes con Coetzee o Barnes, más que con Bernhard, del que le distancia una mirada siempre compasiva sobre el mundo. Llevo su nombre asociado a una frase que él empleó como título de una de sus obras y que me parece que resumen bien la esencia de su compromiso con la escritura: captar el momento de la sensación verdadera, extraer de la experiencia de la vida lo que la hace digna de ese nombre. Sus lectores estamos felices.

El transeúnte

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John Atkinson Grimshaw: November, 1879.
De todas las posibilidades que le ofrecía la noche aquella no era la más deseable, pero la aceptó con la paciencia del pescador que, oculto en la maleza, echa la caña y se pone al acecho. Y entonces picaste tú.
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jueves, 10 de octubre de 2019

Hablarle a Borges (26)

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Borges en actitud de escucha activa. Imagen de El Espectador.
(Hablarle a Borges, 86). Dicen que Borges dijo o escribió: «El pasado es plástico, yo creo, y el futuro también. En cambio, el presente...».
Y se me ocurre: «Plástico como flexible, movedizo, versátil, maleable [gracias, Fulgencio]... cabe entender. Pero, Borges, mirá, al final la afirmación devino literal y el adjetivo se hizo nombre: Plástico, el nuevo continente, reverso espeso y emergido de aquella Atlántida de los sueños australes».
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Borges y su sombra, con la historia al fondo.
(Hablarle a Borges, 87). Dicen que Borges dijo o escribió: «A mi entender, lo sugerido es mucho más efectivo que lo explícito».
E, improvisando, me atrevo a poner a sus palabras una apostilla —aposición más bien— a ritmo de romance coplero:
«Lo explícito sugerido
—el famoso no sé qué...—

es mucho más efectivo
a la hora de entender.
Pues al no ponerle nombre
preciso a lo que no es
sino un barrunto, el espíritu
no cesa de entretejer
conjeturas, despertares,
hipótesis..., ajedrez
de un universo que vive
más allá, pero se ve».
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Borges, el lector.
(Hablarle a Borges, 88). Dicen que Borges dijo o escribió: «Los idiomas no son repertorios o juegos de sinónimos: son distintos modos de concebir, o de imaginar, o de soñar el mundo, por eso no hay traducciones perfectas».
Y se me ocurre: «Sí, de ahí surge la belleza irreductible de los diversos modos de llamar a las cosas, al mundo y de contar lo que nos pasa. Aunque del hecho de que eso no se comprenda cabalmente suele surgir también, en muchas ocasiones, la mayor dificultad o incluso imposibilidad de la comunicación».

miércoles, 9 de octubre de 2019

La Torre

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Tocando las campanas. Imagen de autor desconocido.
De lo ocurrido en la Torre sólo puedo contar lo que ya todos ustedes saben. Y de los demás, no puedo decirles nada. Son cosas que pasan, aunque algunas no se olviden nunca.
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martes, 8 de octubre de 2019

Viejas fotos

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(Al hilo de los días). Me llega esta foto en la que de inmediato me reconozco en una actitud que, sin embargo, apenas me parece mía. Salvo por lo teatral. Somos un grupo de alumnos del colegio-seminario de San Agustín de Salamanca, probablemente en 1968 o 69, en un cuarto de bachillerato que incluía latín y griego a la vez que física y química, y moderadamente díscolos y dispuestos a pasarlo lo mejor posible durante una excursión ¿al Valle de los Caídos? He recibido esta mañana la foto (que yo mismo debo de tener por algún cajón) de mano de mi amigo Daniel Galán —que también está, semioculto, en la fila del fondo— y, junto con el chaparrón del pasado, se me han venido encima muchos nombres: Juan Rincón Macías, Isaac Carrera Carbajo, Esteban Carracedo Bruña (al que llamábamos Étienne), Juan José Cossío de la Hera, Estalayo Prieto (?), Terencio, José León Díez, Villegas, Juan Torre Coso, José Antonio (?) Miñambres, Miguel Ángel Sánchez, Epigmenio Laso Vega, Félix (?) Zazo, Daniel Galán Garcia, Alfredo Ramos Campos.., Tal vez Aniano Mata Doña, que debería (de) andar por ahí, pueda echarme una mano. O tempora...
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En un nuevo vistazo, el joven que en la foto superior viene corriendo, seguramente para no perderse la ocasión, 
creo que podría ser Juan Luis Ugidos, un sensible y muy querido compañero, fallecido recientemente. 
Fue notable su labor en el Real Colegio Alfonso XII. 
Y, como curiosidad para "letraferits", añadiré que fue compañero de bancada escolar del escritor Julio Llamazares, 
en la escuela de Sabero (Lleón), antes del año 1964..

El fantasma enamorado

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Ignacio Suárez Llanos: Sor Marcela de San Félix, monja de las Trinitarias Descalzas de Madrid,
viendo pasar el entierro de Lope de Vega, su padre,
1862. Museo del Prado, Madrid.
Inclinándose un poco sobre la cartela superpuesta en el marco inferior del cuadro, leyó en voz alta: «Sor Marcela de San Félix, monja de las Trinitarias Descalzas de Madrid, viendo pasar el entierro de Lope de Vega, su padre».
—¿Algo más que añadir? —preguntó al narrador.
No hubo respuesta en la sala vacía.
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lunes, 7 de octubre de 2019

Colgados de Cuelgamuros



(Lecturas en voz alta). Esta crónica de Jabois desde Cuelgamuros, ¿no parece sacada —el ambiente que describe— de una de esas películas en blanco y negro de los años sesenta, tal vez de El cochecito, por poner un ejemplo? Atruena ya en el ambiente un grito irremediable, irreversible: «¡¡Hay lotería de Navidad!!». Sainete, en suma. Confiemos en que no termine en tragicomedia.

Antorcha

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Alas y formas con luz de la noche. Menina frente al Retiro, Madrid. ©️  AJR, 2019.
Toma en tus manos esta luminaria
que es más que un nombre: ponla a buen recaudo.
Los tiempos huecos lo vacían todo.
Un aire espeso corta nuestra alas.
No somos ángeles. Pero allí, en lo alto
de nuestros sueños, brilla aún —rescoldo
del grial santo— la pequeña lágrima
de la inocencia, el diamante intacto.
Así, los días, con sus amenazas
de dar al traste con la vida misma
arruinándola entre fieros tópicos,
irán trazando, en su pasar, un atlas
de realidades nobles y una cima
para ensayar la fuga sin retorno
.

Ateo poeta

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Luis Seoane: El diálogo, 1967.
Museo MPBA-Franklin Rawson, San Juan (Argentina).
—Ahora me toca a mí —dijo Rosalinda.
—¡Dispara! —repuso Lamillo.
—El dios que te ve ya ve que su nombre no sabés. ¿Quién es?
—No pronunciaré su gracia en vano...
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domingo, 6 de octubre de 2019

Entre exclamaciones

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Ignacio Zuloaga: El viejo requeté, 1937. Col. Particular,
Pues qué quieren que les diga, ¿no?, que esto es muy curioso, ¿saben?, nada acaba de estar nunca del todo claro, ¿no creen?, y lo que a mí por experiencia me parece, ¡ya les digo!, es que todo se desvanece, ¡ya lo creo!, todo, menos la tontería, ¡ufff!
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 Este interesante artículo de Lola Pons en El País explica que el hombre del conocido retrato de Zuloaga 

es el padre del filólogo Amado Alonso. 

sábado, 5 de octubre de 2019

Intermedio

Mr Whaite: Neón para La tentación vive arriba. 
«De aquel sueño —me dijo con un gesto que buscaba no tanto mi comprensión como mi asentimiento— sólo recuerdo un letrero de neón dubitativo en la oscuridad de la sala y la consabida leyenda: “Visite nuestro bar”».
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viernes, 4 de octubre de 2019

El Sueño: la película

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Edward Burne-Jones: The Beguiling of Merlin, 1874.
Lady Lever Art Gallery, Liverpool (RU).
El sueño de esta noche es muy sencillo, como la vida misma, y cabe en muy pocas palabras: un paseo por el amor y la muerte. Apenas necesita banda sonora. Sólo, si acaso, el aleteo de la respiración.
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jueves, 3 de octubre de 2019

Centenario Lautréamont

Visuel du projet DEUX JOURNEES DANS l'ATELIER DE LAUTREAMONT
Retrato de Isidore Ducasse.
(Al hilo de los días). Los próximos días 21 y 22 de noviembre se celebrará en Tarbes un conciliábulo internacional en torno a Isidore Ducasse y la figura de Maldoror. Que luego no diga nadie que no ha sido avisado.

Los chicos del maíz

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John Constable: El maizal, 1826. National Gallery, Londres.
Mi yo del sueño, que a menudo es mucho más joven que yo, se queja de que cada vez le cuesta más trabajo recordar lo que pasa cuando estoy despierto. Justo lo contrario de lo que me ocurre a mí. He quedado con con él esta noche, en el campo de maíz, a ver si podemos arreglarlo.
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miércoles, 2 de octubre de 2019

Las olas

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George Charles Beresford: retrato de Virginia Woolf en 1902, a los 20 años.
También yo soñé que la soledad se había fosilizado en torno mío y que no me dejaba escapar de aquel acantilado, al alcance de la cada vez más agitada marea y sus caminos de espuma intransitables.
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martes, 1 de octubre de 2019

Mientras dure la guerra


(Al hilo de los días). Decíamos ayer que Mientras dure la guerra, la última película de Alejandro Amenábar, es una obra hermosa, convincente y oportuna. Como es sabido, recrea el inicio del golpe militar que dio paso a la Guerra Civil y presta especial atención a lo ocurrido en Salamanca, y de forma expresa al comportamiento que en esos días tuvo Miguel de Unamuno, a la sazón rector de la Universidad, destituido por el gobierno de la República, tras pronunciarse a favor de los golpistas, y de inmediato enfrentado a la barbarie de estos y, en especial, al general José Millán-Astray, con el que tuvo un famoso y a menudo mal contado incidente en el Paraninfo de la Universidad.
La película no va a zanjar las polémicas al respecto —incluso las reavivará: ya se está viendo—, pero está llamada a convertirse en un referente muy valioso para comprender no sólo lo que se dirimió en ese acto en concreto, sino también los aspectos principales del sustrato emocional y el enrarecido clima ideológico que hicieron posible que el conflicto, desencadenado por una sublevación militar escudada en una creciente atmósfera de barbarie, haya marcado toda nuestra historia reciente, hasta hoy mismo.

Mientras dure la guerra, que toma intencionadamente su título de la frase suprimida en el texto de consagración de Franco como generalísimo y jefe del Gobierno del Estado, no es una crónica histórica, va bastante más allá. Y eso es lo que la convierte en una obra artística de indiscutible valor, independientemente de su fidelidad en la reconstrucción de los hechos. Todo en ella resulta creíble, consecuente: el relato, la recreación de los ambientes, la concatenación de episodios, el ensamblaje de momentos y, de forma muy principal, el genial trabajo de los actores, que componen unos personajes de cuerpo entero, brillantes en su condición de retratos del natural, y del todo convincentes como intérpretes de una ficción que se apodera del espectador con un gran poder hipnótico.
Muy en primer plano, rozando lo sublime, está la incorporación que Kerra Elejalde hace de Unamuno, tirando —creo yo— del resorte de una completa captación de los jugos interiores vascos del personaje y poniéndolos al servicio de los más refinados tópicos, papiroflexia incluida, en el retrato del gran escritor.

Y excelente asimismo, en su papel de contrahéroe, es la composición que Eduard Fernández ofrece de Millán-Astray, al acentuar con tino cierto aire cavernario y esperpéntico en el retrato del general mermado, con lo que da lugar a algunas de las más memorables escenas de la película: la arenga en marcha a las tropas, el cambio de banderas al ritmo “lalaico” del viejo himno, su elocuente e histriónica explicación de la baraka como principal argumento del carisma de Franco...
Y es muy notable —y original, por la forma en que esquiva la dificultad de sucumbir bajo el peso de tantas parodias— el Franco que pone en pie Santi Prego, a la altura de trabajos memorables anteriores —Juan Diego y Echanove, entre otros, aunque Amenábar parezca ignorarlo— y lleno de matices que, a veces, incluso sugieren extrañas asociaciones. ¿No hay una cierta pose y gestualidad del propio Amenábar en ciertos primeros planos del actor? Figuraciones.
En el trasfondo narrativo de la película se impone, me parece, una idea central, de enorme calado: Franco cae en la cuenta de cuál es el sentido que debe darse a los acontecimientos cuando lee en un artículo de Unamuno una alusión a los valores cristianos de Occidente y, de súbito, tiene la revelación de convertir la guerra en una cruzada. Y en un proceso que debe durar. Ese aspecto esencial de nuestra guerra incivil fue, probablemente, junto con el decisivo apoyo nazi, la razón fundamental del éxito del bando sublevado —la coartada espiritual— y, también, el origen de su efecto pernicioso más duradero, tanto que llega a nuestros días y aún colea de forma evidente en asuntos tan vidriosos y aplazados como el de la exhumación de los restos del general.
Hay más tela que cortar en una película que, si tiene algún defecto, es el de su duración: el espectador sale con la miel del buen vino en los labios y no le hubiera importado seguir viviendo por un largo rato más en una realidad tan eficazmente ensoñada. No se dejen disuadir por los cenizos ni por los ceñudos. Vayan al cine a verla. Y a ser posible en una gran pantalla. Ah, y nos vemos en los Goya.

Vuelo de fondo

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Remedios Varo: Tránsito en espiral, 1962. Col. Privada.
Cuando consiguió salir del laberinto del sueño se había olvidado de respirar. Tuvo que volver a las profundidades, como Orfeo, en busca de oxígeno. Y de unas alas nuevas.
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lunes, 30 de septiembre de 2019

(Interior con) figuraciones

La imagen puede contener: nubes, cielo, árbol, planta y exterior
Hacia la noche. ©️ AJR, 2018.
Luces, rastros: palabras interiores,
movimientos del ánimo, secuelas
del acto de vivir que abren regueros
de sentido en las sombras. Es la noche
que me rodea, única y constante,
espejo de sí misma, soberana.
Es la noche y su magia, tan certera
como el filo desnudo de un cuchillo.
Y el silencio imposible: la maraña
de la sangre flotando entre canciones,
una espiral de notas reversibles.
Ya no es fácil, mi bien, saber qué queda
fuera, si el cuerpo encalla en mil imágenes.
Y desemboca en lluvia. Y se evapora.

El exorcista

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René Magritte: El imperio de las luces, 1954.
Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique, Bruselas.
No quiero recordarte. No insistas más.
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La imagen puede contener: una o varias personas y personas de pie
Imagen del cartel de El exorcista. 

domingo, 29 de septiembre de 2019

El resplandor

La imagen puede contener: una o varias personas y personas sentadas
Recreación figurada de una escena de El resplandor (The Shining) (1980), de Stanley Kubrick.
Al regresar del sueño, todavía estaba allí. «Menos mal», pensó. Miró de reojo hacia el espejo y respiró tranquilo. No, no era Torrance. Ni Torra. Y siguió tecleando.
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sábado, 28 de septiembre de 2019

Entre tinieblas

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Cartel de Iván Zulueta para Entre Tinieblas (1983), de Pedro Almodóvar.
Ayer volvió a mi sueño el vendedor de humo. Y lo ha dejado todo perdido de acidalias con un pegajoso y rancio olor a tigre. Puta peste. Tendré que conjurarlo. No va a ser fácil.
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viernes, 27 de septiembre de 2019

Hacia el ordenador cuántico


Computadora cuántica (Al hilo de los días). Me había desayunado con este inquietante (no en el peor sentido) artículo de Javier Sampedro el mismo día (¡ayer!) que iba a asistir a una conferencia del gran físico Juan Ignacio Cirac sobre, precisamente, el ordenador cuántico, en la benemérita Fundación Ramón Areces, y la sorpresa (relativa) fue comprobar que el conferenciante, con el salón repleto de un público variopinto, inició su intervención aludiendo a la “palpitante actualidad” del asunto Google, rebajando —como suele ocurrir— sensacionalismos y situando en su sitio ciertas aparentes hipérboles. Mientras se ponían a punto, con dificultad, los medios técnicos para que el profesor Cirac pudiera impartir su charla, sobre la sala sobrevolaba la curiosa percepción de que una humanidad que está a punto de entrar en una nueva “realidad” —algo que últimamente parece que ocurre “a cada instante”— no va a verse nunca libre del engorro de sus propias inercias y mucho menos de una invencible propensión a la chapuza, marcas ambas de un estado de la materia que, parafraseando el verso inmortal, “no se cura ni con la presencia ni la figura”, siendo el intruso segundo “ni” un a modo de reflejo del gato encerrado en su limbo cuántico. La charla de Cirac fue sencilla, eficaz, comprensible, acaso demasiado esperable. Aún falta mucho, vino a concluir, para que algo digno realmente del nombre de “ordenador cuántico” esté disponible, pero en el turno de respuestas a las dos únicas preguntas planteadas desde el público —ambas por el ilustre don Ramón Tamames— pareció quedar también claro que hay en la actualidad un singular combate entre las instituciones científicas de mayor prestigio y los departamentos de investigación de las grandes empresas de la información y la minería de datos, y que el resultado de esa feroz pugna va a marcar —aún más— nuestra vida diaria en el futuro presente.



El horizonte

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Cartel de Stazione Termini (1953), filme de Vittorio de Sica.
En el sueño del viaje en tren llegué a Estación Termini, pero las vías continuaban.
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jueves, 26 de septiembre de 2019

A vueltas con Dios

reza aslan religion
 Gloria del Padre Eterno, fresco de Luigi Garzi, 1686, Santa María del Popolo, Roma. 
Foto: 
(Lecturas en voz alta). El tema De Dios, esa cuestión interminable. Me convencen los razonamientos de Reza Aslan (nombre que parece predeterminado) a favor del panteísmo. Y son muy sugerentes sus reflexiones.

Lo difícil

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Tiziano (tal vez con Giorgione): El concierto campestre, 1510. Museo del Louvre.
Lo más duro del oficio de vivir —pensó al despertar o a lo que él creía que era el despertar— es no poder darle un impulso duradero a nuestro sueños. Ya sea para regresar a Manderley o para huir de Hiroshima, mon amour.
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miércoles, 25 de septiembre de 2019

Gala al habla

Antonio Gala en uno de los patios de su Fundación. - FRANCISCO GONZÁLEZ
Antonio Gala, retratado en su fundación, en Córdoba, por Francisco González. 
(Lecturas en voz alta). He aquí una estupenda entrevista con un autor y personaje único. Nadie se ha parecido nunca a Antonio Gala. Puede que él tampoco. Si acaso Troylo, aquel can. Para todos los públicos, con reparos. Es de hace ya unos años, pero parece de ayer. No sé yo si...

Hilo de melancolía



(Al hilo de los días). Recuerdo que esta pieza sublime de Mikel Laboa (es imprescindible comprender su letra para que el efecto sea completo) se me convirtió en la banda sonora de Patria, la celebérrima novela de Fernando Aramburu, que ahora llega a las pantallas. En la pantalla pequeña acabo de ver una interesante miniserie (algo menos de 4 horas) sobre la desventura de Pablo Ibar, el sobrino de Urtain que estuvo en el corredor de la muerte y lleva más de media vida en la cárcel por un crimen que (presuntamente) no cometió. Concluye también con esta música. Y, de un modo indirecto pero persistente, ecos de la misma sensibilidad que hay tras estas notas se me colaban aquí y allá este fin de semana cuando, huyendo de la Eburia ferial y de ciertos cansancios familiares, me refugié en la lectura casi hipnótica de La peor parte, el último libro de Savater, un poema de amor que trasciende el amor mismo para darle una oportunidad de entendimiento a la tragedia de la vida. Un ejercicio de lucidez sintiente. Y que deja en el corazón la misma tristeza sonriente que el Txoria txori, este melancólico hilo conductor de fina seda.

Exhumación

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Estela funeraria de la Granja del Toriñuelo,
Jerez de los Caballeros (Badajoz).
Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
Francamente, no sé a qué viene tanto jaleo. Si humo, lo que se dice humo, aquí ya na de na.
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