Recreación de la habitación de las secuencias finales de 2001 A Space Odyssey (1968), de Stanley Kubrick.
En el sueño de anoche, para llegar al Sur, un área comercial de las afueras, había que cruzar un sórdido descampado y luego un cementerio de automóviles infestado de zombis, y luego otro cementerio, este de verdad, en cuyas tumbas profanadas figuraban todos los nombres que había utilizado a lo largo de mi vida y que tenía que ir borrando a medida que dejaba tras de mí puertas, corredores, altos barandales y tapias erizadas de vidrios puntiagudos, hasta llegar a la gran llanura del despegue, justo a tiempo de engancharme a la cola del último cometa del que, en su nuevo paso por la Tierra, dentro de un montón de años, tendría que saltar para caer en la rara habitación aquella, casi al final de 2001, en la que desde hace mucho se escucha mi respiración.
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