viernes, 24 de febrero de 2023

EN EL NOMBRE DE DIOS Y DE SU IRA


Sufriendo las noticias de la penúltima tragedia de Turquía, le sorprendieron los gritos de Alá akbar ( ٱللَّٰهُ أَكْبَرُ‎, Allāhu ʾakbar), cuya traducción (‘Alá es grande’) a veces enmascara su carácter de exclamación polivalente, sin duda muy parecida al proverbial “Dios mío” que nos viene a la boca en la desgracia por estos pagos. Culpar del azaroso mal a un Dios cruel o distraído o incluso inexistente, sea cual sea su nombre, es un gesto muy humano, tal vez un sucedáneo de la desesperación: se necesita alguien a quien pedir cuentas del desastre, aunque nunca responda y vuelva una y otra vez a las andadas. Y nosotros con él, in absentia. Nihil novum sub sole, quando cœli movendi sunt et terra, dum veneris iudicare sæculum per ignem… ¿Amén?

(LUN, 462 ~ «De la vida misma»)

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