Ilustración de Javier Serrano. |
Como todo empezaba a tener un cariz vagamente bíblico, deduje que aquella mujer junto a la playa sería alguna de las heroínas que en las primeras horas del amanecer recogían los frutos del mar y bregaban con los restos de los naufragios nocturnos, las mismas que después pondrían en orden las restantes horas y nos traerían, al atardecer, el matacandelas, para que ya por nosotros mismos pudiéramos apagar las últimas luces y tener así la sensación de que también era una vida digna la vida en medio de las tierras raras y en el interior de la ballena.
(LUN, 473 ~ «Los figurantes de Javier Serrano», VI)
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