Rafael Zabaleta Fuentes: Nocturno de gatos, 1956. Biblioteca Museu Víctor Balaguer, Vilanova i la Geltrú (Barcelona). |
A estas alturas, en el filo mismo, todo viene a ser un trasiego entre las cosas y los nombres. Y, casi cincuenta años después —“48 para ser exactos”, apunta el Jefe, que lo controla todo—, un gato negro sigue siendo «más que una simple metáfora»(¿incluido, me pregunto ahora, el Gato de Schrödinger? Por no hablar todavía del de Roberto Carlos, aquel que estaba, sí, triste y azul…). «Más —concluía la frase— que el autorretrato de mi sombra». Y llegados a este punto —añade por su cuenta y riesgo la voz no mensurable del testigo exhausto—, ¡cómo nos gustaría tener el control del significado de las palabras…!
(LUN, 557)
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