Juan Carlos Mestre: obra de la serie Grandes transparentes. |
Por fin, después de muchos días perdidos dentro de sí mismo, el intrépido viajero tomó conciencia del paisaje y pudo reconocer el mundo que se desplegaba a su alrededor como la cola de un pavo real que tuviera por plumaje una cometa. Y lo más extraordinario fue que, después de dar solo unos pocos pasos, vino a descubrirse en el interior de una pequeña pirámide, al fin de la noche y no lejos del mar, y decidió que aquel era un sitio adecuado para ver y medir con precisión la deriva de la luz en el cercano invierno.
(LUN, 566)
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