domingo, 10 de enero de 2021

Madrid es un cuadro de Brueghel

(Al filo de los días). Nunca pensé que fuera tan difícil y estimulante pasear por un cuadro de Brueghel. Este Madrid blanco inédito en mi memoria, como lo es quizá también una nevada de tanta duración (puede que en Salamanca, en los sesenta, conociera alguna), tiene algo de novedad añadida a la excepción: un signo de los tiempos. Ahora habrá que aplicarse para intentar descifrar lo que significa y qué pide de nosotros.

Una de las percepciones de estos primeros efectos de la nieve es que se abre paso, de modo muy intenso, pertinaz, tal vez todavía no ingobernable, una visible sensación de metamorfosis mental: habrá que estar atento a cómo los discursos carentes de trasfondo proliferan o incluso se imponen. Junto con la multiplicación de los rastros amarillos de indudable procedencia canina, me ha resultado muy llamativa cierta acentuada perplejidad en los ojos de la gente, algunos comportamientos de los que se me vuelve muy difícil calibrar el propósito y un extraño malhumor indiferente que ojalá no sea síntoma de algún desequilibrio de mayor calado.

Raros días. Preciso es tener más que nunca la conciencia alerta.

No hay comentarios: