viernes, 8 de enero de 2021

Autopsias Milllás


(En voz alta).
La habitual y rica pulsión hipocondríaca de Juan José Millás nos vuelve a brindar el cuerpo del delito ya con la autopsia hecha. El punto de partida de hoy es una frase incisiva de Benjamin, una de esas agudas percepciones del más literario de los filósofos y, por así decirlo, el más filosófico —Kafka inclusive— de los escritores, al que siempre hay que volver incluso sin haber ido. Siempre está en nuestros juegos. Hondo y chispeante como —chiste fácil— un buen cava. Lo más curioso de la columna de Millás de hoy, tan precisa y sugerente (esa cuadratura del círculo) como la mayoría de las suyas, es el balbuceo errátil de la penúltima frase, fruto probable de un cambio de intenciones traducido en errata, pero reo feliz también de un sobrevenido ejemplo —preciso, sugerente— de lo que en el artículo se disecciona con la maestría de bisturí que el viejo renegado de La Prospe nos suele regalar: «... modo que me a mí me...» (muy sutil dado).

Me complace sobremanera y de manera cierta que el artículo culmine con un homenaje al académico y filólogo Gregorio Salvador, recientemente fallecido. Desde aquí le envío a su hija Aurora, ocasional compañera de juegos editoriales, un cálido recuerdo. Y, si fuera posible, también un beso para Ofelia. El poder de los nombres.

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