lunes, 11 de marzo de 2019
11-M, 15 años después
(Visto y oído en voz alta). 15 años ya y todavía del 11-M. Una ráfaga de tiempo y de dolor. Hemos visto cosas que no hubiéramos querido, tragedias que apenas nos parecían reales, hitos de desolación e infinita tristeza, revelaciones sin vuelta de hoja sobre un error de fondo en algunas estancias de la condición humana. O, simplemente, como decía Kurtz, el horror, el horror. El hecho bruto del terror. La música tiene, como pocas artes, la capacidad de hacer digeribles las emociones más ingobernables. A veces incluso a costa de darles una belleza algo pastosa, una sobredosis de sentimentalidad, un reclamo necesario de lágrimas que limpian. Aunque no haya modo de llorar el llanto. Ojalá nunca más.
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