Bandera de la Unión Europea, en Bruselas. Foto: Yves Herman/Reuters
(Lecturas en voz alta). No sé si la expresión “patriotas europeos” es la más adecuada, porque las palabras las carga, además de su diablo interior, el prejuicio, y “patria” a estas alturas tal vez no puede tener ya un valor no contaminado y no sangriento. Pero al margen de esta precisión, me adhiero sin reservas y suscribo con calor este manifiesto cuyo diagnóstico comparto. Así como, y especialmente, su urgencia. Añadiría, entre los nombres ilustres que se citan, el de Cervantes, el padre mayor de nuestra lengua y uno de los que genios europeos que más ha valorado la libertad, que es lo más importante de lo que hoy está en juego y en peligro, como Europa misma, de ser raptado por fuerzas oscuras, bulliciosas y sin —como ellas mismas dicen— complejos para hacernos volver a todos a tiempos de miseria moral. Hay que ser conscientes y resistir.
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