«¿Y tú qué haces aquí?», le pregunté al verla tan decidida, ya dispuesta a colarse por debajo del mostrador y acaso a suplantarme en aquel negocio de venta de ataúdes que acababa de iniciar. «Soy Vero, tu prima, ¿no te acuerda de mí?», me dijo riendo. Y, sin más, se puso a mi lado. ¡Me dio un mal rollo...!
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