lunes, 25 de octubre de 2021

El Extranjero


Maldoror

Al alejado de los hombres,
cuando cae la tarde, se le dobla
una espina dorsal ajena. Siente
la voz perdida
gritando por un nombre que olvidó.
Puede seguir tejiendo su coraza
con hojas de castaño
o mezclar en su cuenco
carne salada y miel.
Para pasar la noche
tan sólo necesita
un lugar recordado.
Cuando amanezca irá por las ciudades
con la mirada torva en los ojos de todos.
A su paso, las madres temblorosas
cerrarán los postigos
y los adolescentes le mirarán muy serios,
como si comprendieran
el destino cruel y la belleza
del apestado,
el hombre que no tiene semejantes.

(Hojas sueltas del lunes, 87. De El sol de medianoche, 1988)

LA ENTONACIÓN


—¡Hombre!
—!Hombre¡
—¡Cuánto tiempo!
—!Y tanto¡
—Llegue a pensar que…
—… habría palmado¿
—No tanto, aunque…
—También yo llegué a suponerlo.
—Es verdad, vuelve a ocurrir aquello…
—Lo de…
—Sí, eso: palma gente que antes nunca.
—!Ya le digo¡ Y encima, lo del volcán…
—¡Asomboso! Menos mal que fluye la lava con mucho destrozo pero sin víctimas…
—Humanas. Que seres vivos van cayendo muchos.
—Es verdad. Me dio mucha pena ver ese otro día la profunda desorientación de los asnos.
—Y de perros y baifas.
—Incluso las gallinas andaban con mucha desazón.
—Es que parece como si al Génesis…
—… le hubiera dado por volver por sus fueros.
—Tiempos convulsos.
—Es lo que toca.
—Es difícil encontrar el sosiego.
—Además, me asalta una curiosidad.
—!No me diga¡
—Es esto mismo: su tono de usted.
—?Mi tono¿ ?A qué se refiere¿
—A esto: su forma de entonar las preguntas. Y las exclamaciones.
—!Ah, era eso¡
—Sí, da la impresión….
—… de que cambio el peso de la pregunta¿
—¡Eso es! Parece como si quisiera preguntar hacia dentro.
—!Ah¡
—Y exclamara al revés.
—Ya me notaba yo algo raro.
—¿Ha probado a darle la vuelta a la mascarilla?
—!No¡ ?Eso que tiene que ver¿
—No lo sé. Pero por probar
—Veamos.
—Eso es, a ver: diga algo.

Ernst Ludwig Kirchner: Puerto en Frankfurt, 1916. Instituto Städel.

—?Qué quiere que diga?
—Mucho mejor. Ahora, exclame.
—¿Vale un grito?
—Claro. Grite.
—¡Socorro¡
—Súbase un poco más el lado derecho.
—¿Así?
—Sí. Diga algún improperio, insulte.
—¡Es usted un merluzo¡
—¡Mucho mejor! ¡Siga, siga!
—¡¡Merluzo, más que merluzo!!
—Asunto resuelto.
—Gracias.
—De nada.
—!Adiós, hombre¡
—¡Hombre!
Y se van, enmascarillados y casi contentos, cada uno por su lado.
(LUN, 947 ~ «El retorno de los Merluzos»)

domingo, 24 de octubre de 2021

LAS COSAS DE NOSTRA (6)

«GANAREMOS AMPLIAMENTE SI OBSERVAMOS LA PERIPECIA AL UNÍSONO», DICE EL PROFETA MIENTRAS TRATA DE AVERIGUAR ‘QUÉ SE FIZO’ DE LA ESQUINA DEL BERNABÉU

El profeta de barba blanca. Foto Pigsel.

Desde la plaza de Cataluña el camino más corto para acceder al Bernabéu es la calle Segre, que en su tramo superior, antes de cruzar Serrano, recibe el nombre de Cinca. Es un camino que el Profeta, según me ha dicho alguna vez, recorría antes muy de tarde en tarde, y nunca en fin de semana, pero que ahora, desde que vio alzarse sobre el estadio las —son sus palabras— «grúas más potentes y altivas que vieron los cielos», le atrae «como tulipa de luz a mosquito» y «no te vayas a creer», me confesó, «por el motivo más peregrino que pueda nadie imaginarse, incluso tú: fíjate que no logro quitarme de la cabeza una idea por eso mismo fija y que es nada menos, manda güevos, que saber qué se fizo de la Esquina del Bernabéu, aquel rincón tan apañado, recogidito y devoto, pues no en vano se encontraba afrontado a la sombra misma del torreón del Padre Damián, lugar y patronímico estos de los que tengo en mi memoria surcos hondos y bien provistos de matices y tropiezos en los que acaso debería demorarme, pero otro día que hoy se me hace tarde».

Nostra me explicaba estas cosas en la acera del Paseo de La Habana con Concha Espina, mientras admirábamos los dos, justo enfrente, el poderoso brillo de la nueva techumbre metálica del estadio —dicen que Florentino de pequeño era aficionado al Meccano— y, un poco más arriba, un incesante trasiego de tráfico aéreo de gran altura que estaba convirtiendo el prodigioso cielo de las últimas horas de la tarde en algo parecido a la cuadrícula de un crucigrama. Debíamos de estar pensando en lo mismo (y aquí vendría bien insertar la frase, también suya, que he entresacado para el título: a ti te toca, lector o lectriz, arrimar el hombro) porque, antes de decirle adiós y enfilar mi ruta de regreso a casa, Nostra me miró con una gran sonrisa y, haciendo con la mano el gesto del que escribe o el del que dispara (qué no estaba nada clara el garabato), me gritó: «¿Yunque de platero? ¡Tas!».
(LUN, 948 ~ «Las cosas de Nostra»)

sábado, 23 de octubre de 2021

MEMORIA HISTERICA DE LA ALTA GRUTA

MEMORIA HISTÉRICA DE LA ALTA GRUTA (O “EL TESORO DE LA CUEVA MADRE”)

Augusto Ferrer-Dalmau: Don Pelayo.

Fabula Favila con su osado oso mientras se derrama la luz en la cueva de la historia y gira de nuevo, con nueva costumbre, la lumbre del día glorioso en que aquel guijarro del desfiladero puso sobreaviso, en su largo estrépito, a toda la tribu y el súbito séquito de los invasores —africanos, pero también rezadores de un solo señor— quedó al descubierto y fue reducido. Y luego en la gruta, alta y peñascosa, con sangre asturcona y mucho valor, Pelayo mostraba, enfervorecido, un nimbo radiante de luz milagrosa. «Esta Cova Donga», dicen que decía, «será nueva casa de Santa María». El caudillo fizo de su capa un sayo. Y empezó la extraña histeria de España.
(LUN, 949)

viernes, 22 de octubre de 2021

Días en Nueva York...

(Resonancias). Los caminos cruzados me hacen caer en esta estupenda reseña de un pequeño gran libro que tengo entre manos. Andaba pensando escribir algo sobre él, pero va a ser esto ("por la cara" y escudado en la sintonía). Suscribo hasta las citas que el gran lector que es el poeta Álvaro Valverde hace del libro (hay varias también punteadas en mi ejemplar) y creo que sus palabras tienen una mezcla de cordura y generosidad que resulta muy gratificante y reveladora. No se pierdan Días en Nueva York y otras noches, de Fernando Sanmartín. Ni las páginas de Valverde. Ni las publicaciones de la murciana Newcastle que con tan buena mano dirige y cocina Javier Castro Florez.



Ventajas de la Red

Una de las grandes ventajas de estos nuevos medios, en lo tocante a lo que comúnmente venimos denominando arte o poesía, es que nos permiten utilizar de forma sencilla recursos e instrumentos que, de otro modo, de no mediar la inmediatez instrumental que la red y sus dispositivos asociados posibilitan, exigirían cantidades ingentes de sustancia retórica puesta al servicio de una simulación tan trabajosa como difícilmente operativa, sin olvidar el orbe posible, abierto e infinito, de circunvoluciones que el nuevo orden tecnológico ya nos da por añadidura, aunque como todo en el cosmos esté siempre en trance de ser roído por las fuerzas centrifugadoras del caos.

DESDE EL ACANTILADO (VII)

EL DESTINO DE LA LITERATURA VISTO DESDE EL ACANTILADO (VII, 87-100)

Quisiera saber hasta qué punto el Diario de la galera incluye o se detiene en catorce ciudades contando Brooklyn, si tiene ecos de París o da cuenta de los mares náufragos. Volvamos a poner sobre la mesa las experiencias de Tiresias (lo masculino y lo femenino en el mundo griego), las poesías de Arnaut Daniel y los diarios de Berlín (1940-1945) de tantas voces contemporáneas, sin excluir el relato literal de un exiliado de tercera en París durante la Segunda Guerra Mundial, ni la experiencia infantil en la Tierra del fuego, ni la juventud en Viena (una autobiografía), o la madurez previa a la putrefacción de los hechos ominosos vividos en la filial del infierno en la Tierra escritos desde la emigración, y también otros muchos poemas y testimonios que, paradójicamente y pese a las apariencias, tal vez no sean ni más ni menos que un lúcido compendio de estética y arte futuristas. (Continuará)
(LUN, 950 ~ “Desde el Acantilado”)

Acantilados de Montauk Point, en Long Island,
en el estado de Nueva York.