jueves, 19 de marzo de 2020

Con Clara

La imagen puede contener: 2 personas, personas de pie, océano, playa, exterior y agua
En la playa de Matalsacañas, abril de 1993, Foto SPM
(Al filo de los días). Como soy bastante torpe —un verdadero nerd— para algunos usos digitales, y sobre todo en los que tienen que ver con WhatsApp, hasta hace un rato no he visto esta foto que mi hija Clara tenía en su “estado”, junto con un texto muy cariñoso por el día del padre. Parece que lo del “estado” viene a ser algo así como el resumen del clima emocional y anímico del usuario y, en consecuencia, una imagen o radiografía del aspecto que quiere mostrar al exterior. Así que la satisfacción es doble.

Me dice la propia Clara que la imagen está tomada en la playa de Matalascañas, de Doñana, y que corresponde al mes de abril de 1993. O sea, ayer mismo... ¡Quién pudiera disfrutar ahora de un larga caminata junto el mar! Sería capaz incluso —aunque no sé cómo— de recrear la escena. ¡Y luego, al hospital, ja ja!
Muchas gracias, querida Clara. El encierro de hoy acaba de disolverse.
Saldremos de esta y volveremos allí.

En son de Paz (2)

La imagen puede contener: una persona, de pie, árbol y exterior
Octavio Paz en 1992. Foto de Paulina Lavista.



(En son de Paz, 6). »El amor es escándalo, desorden, transgresión: el de dos astros que rompen la fatalidad de sus órbitas y se encuentran en la mitad del espacio», escribió Paz. Y nada más leerlo, mientras pienso en algunas —demasiadas— parejas conocidas, oigo a mi espalda una voz que susurra: «Aunque a menudo viene el tiempo... y sopla».


La imagen puede contener: una persona
 La ensoñación consciente de Paz.
(En son de Paz, 7). »En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación», escribió Octavio Paz en ese hermoso tratado sobre el amor y el erotismo que es «La llama doble». Tras asentir, cabe imaginar al menos tres preguntas o matices (im)pertinentes: ¿sólo un personaje?, ¿realmente invisible?, ¿siempre activo? Las respuestas requieren valentía, memoria y lealtad al cuerpo.


La imagen puede contener: una persona, sentada y exterior
Paz, siempre esperando la compañía... del lector. Foto: Conaculta (?)
(En son de Paz, 8). »La vía aérea es hoy la más usada, tanto por los viajeros como por el correo. Sin embargo, también ha sido y es la vía tradicional de la poesía [...] Desde su origen la poesía ha sido el arte de enlazar los ecos de las palabras: cadenas de aire, impalpables pero irrompibles. Añadiré que la poesía es también, y sobre todo, un arte respiratorio: inspiración y espiración», escribió Octavio Paz en la presentación, para sus Obras completas-Edición del autor, de «Hijos del aire», poema-correspondencia escrito en sonetos con Charles Tomlinson y publicado en 1985. Una experiencia fascinante.


La imagen puede contener: una persona, de pie
Paz o la serena contemplación. Imagen del documental
El laberinto de Octavio Paz (2016), de José María Martínez.
(En son de Paz, 9)
» voy entre galerías de sonidos,

fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego,
un reflejo me borra, nazco en otro...»,

escribe Paz al iniciar la cuarta estrofa de su fundacional Piedra de sol. Y hoy, al volver a leer estas líneas por causalidad, siento que han sido escritas expresamente para momentos como estos; aun más: para este instante. Y que describen, con precisión científica y justa exactitud, lo que ahora mismo está pasando. ¿No lo notan?


La imagen puede contener: una persona, sentada
Octavio Paz hablando sobre la Parca, entre otros temas,
en una foto de su archivo personal.
(En son de Paz, 10). «El arte de morir es el arte de jugar a las escondidillas», declaró en noviembre de 1997 un Octavio Paz ya muy enfermo cuando se publicó la falsa noticia de su muerte. En esa misma circunstancia —que no tiene nada que ver con esta nuestra, ¡qué bah!—, el poeta mexicano dejó otras muestras de su talante y de su fino humor (más que ironía). «Me da mucha pena —dijo— que los que se empeñan en matarme lo hagan con tanta prisa. Yo creo que no hay que morirse, pero si uno se muere hay que hacerlo a tiempo y sonriendo». Y, como si estuviera hablando para días del futuro e interlocutores recluidos (todo, claro es, de forma puramente hipotética), añadió: «La sonrisa es indispensable. Los portadores de augurios fúnebres jamás saben sonreír. Yo les diría que aprendan, no el arte de morir, sino el arte de sonreír». Nada que ver con nuestro caso, por supuesto, por supuesto, pero las palabras de un sabio, y más si además es poeta, siempre son dignas de atención. ¡Pinche Pelona!





miércoles, 18 de marzo de 2020

La maestra

La imagen puede contener: calzado
Mujer sentada ante el ordenador. Silueta by Vexels.
También en los días de la peste ella levanta el vuelo hacia la 6,30 —a veces casi se cruza con el Lobo, como en Lady Halcón—, se pone a tomar su desayuno sentada, se asea a fondo y, con la carita “recién lavá”, se planta ante el iMac de amplia pantalla y comienza el trabajo de clase online organizado para esta emergencia, y que le va a llevar seis, siete, tal vez algunas horas más.
—Que se ha ido Internet! ¡Que este enlace no se abre! ¡Que aquí no hay dónde hacer clic!...
De su estudio, repleto de estantes con libros de todos lo colores (como las casas de Lisboa), salen a veces voces y algún que otro exabrupto. Aunque la paciencia de la Maestra, a estas alturas de su extensa vida vocacional, es ya una flor perenne, y resulta envidiable cómo mantiene el rostro alegre y la emoción a flor de piel. Como cuando te dice:
—Y mira el tirillas este, que no daba una en matemáticas, y ahora es el que mejor resuelve los problemas más chungos... ¡Pues no va y me dice el otro día: «Seño, es que contigo siento que la vida me ha dado otra oportunidad»!
A mí eso me pasa con ella casi todos los días. Pero no conviene que la Maestra se entere (por fortuna, no tiene FaceBook), que luego se viene arriba y tenemos que andar poniendo las cosas en su sitio.
En estos días hay tanta gente como la Maestra en tantos lugares, que vamos a tener que ampliar el aplausómetro ese de las tardes para que pueda medir la inmensa gratitud que su heroica normalidad nos merece. Y, ya de paso, revisar ciertas percepciones y tópicos sobre la condición humana y el avance de la deshumanización.

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martes, 17 de marzo de 2020

Cierto olor a liliáceas

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José Luis Benito Rementería: Ristra de ajos, 1989.
Al principio del confinamiento todo iba más o menos bien y parecía que, por encima de algunos mantillos y estiércoles habituales, brotaban las flores rojas, verdes, naranjas y moradas, con leves y extraordinarios tonos azules, de la comprensión y la solidaridad, cuyos intensos aromas inundaban, a la caída de la tarde, las calles y plazas del mundo enclaustrado. Sin embargo, al amanecer del cuarto día comenzó a percibirse, aquí y allá, cierto espeso y hasta pegajoso olor de vaga filiación liliácea que, además de arrasar algunos rincones y extender sobre amplias áreas del terreno una densa capa de podredumbre, puso de relieve el advenimiento de una nueva sustancia. Mensajes confusos llegados de los límites parecían insinuar que, frente a las puertas de la clausura, a modo de bestezuelas irreales fuertemente anilladas, se había concentrado una gran tropa compuesta por «los que nunca faltan —eso decía la nota— a ninguna cita en todas las ocasiones en que la perplejidad es el nexo que une al común de los seres». Alertado en sueños por esos presagios, nada más amanecer Nemo se asomó a la ventana y, en efecto, pudo comprobar que allí estaban, inconfundibles, autosatisfechos, repolludos, los rostros y los gestos de los que siempre están en el ajo.
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lunes, 16 de marzo de 2020

In somnia (en danza)

Esta noche he soñado con el Ganges:
el río entraba en mí con transparencia
gastada por la sombra y la inminencia
de una muerte segura. En los losanges

del sueño se escondía una serpiente
verdosa como el agua y a la orilla
del río se asomaba una abubilla
sin cómo ni porqué... (Es evidente
que el juego de los sueños sólo tiene
la lógica impasible de lo abstracto
cuando han de concretarse por extenso.
Si se sueña con ríos, no conviene
haber bebido mucho antes del acto
de irse a dormir. Y no quemar incienso).

El mendigo

La imagen puede contener: una persona, barba
Mendigo en la calle. Foto cuyo autor desconozco.
Tomada del repertorio de «fotos gratis», de Pxhere
—Buenos días, amigo. ¿No sé si debes estar aquí hoy?
—Aquí, ¿dónde?
—En la calle, pidiendo. Estamos en cuarentena.
—Ya, ya lo sé.
—¿Entonces?
—Las normas permiten salir a la calle a hacer la compra.
—¿¿...??
—Este es mi modo de hacer la compra.
—No sé si eso convencerá a la policía.
—Ya han pasado un par de veces y no me han dicho nada.
—Pues, nada. No voy a ser yo más exigente que la autoridad.
—Además, sabe lo que le digo...
—¿Qué?
—Prefiero morirme del bichillo ese que de hambre en casa.
—Visto así... No te falta razón. Toma, para algo te servirá. Y buenos días.

—Ya lo creo. Gracias.
—¡Suerte! Nos va a hacer falta a todos.
—¡Con Dios!

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domingo, 15 de marzo de 2020

El principito... ¿de qué?

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Antoine de Saint-Exupéry: Le Petit Prince, 1943.
Ilustración de la cubierta pasada a negro.
En el sueño, curiosamente en blanco y negro, aparecía el libro y leía: «Había una vez un principito que vivía en un planeta apenas más grande que él y que tenía la necesidad de un amigo...» Iba a pasar la página cuando me embargó un extraño malestar al cerrar el pequeño volumen y detenerme en la ilustración de la cubierta. Ahora, ya despierto —o eso creo: todo está bajo sospecha—, algo que me recuerda mucho a esa imagen turbadora se me aparece a cada poco en la pantalla del televisor. Confío en que no sea el principito de ningún mal sueño.
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sábado, 14 de marzo de 2020

Leviatán

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Muelle de madera en blanco y negro. Foto de autor no localizado.
Lo vimos dando tumbos por la pasarela pentagonal, al lado del mar verdoso, con un estropicio considerable. Apestaba a güisqui a metro y medio, incluso a dos, y no muy lejos de él se veía en la arena una botella vacía. Nos dijo que se llamaba Ismail, Smile, Smoke, o algo parecido, y debo confesar que me dieron ganas de propinarle un par de colisiones. Pero me reprimí y me limité a ponerlo en los tentáculos del suboficial, tras recordarle la prohibición de andar por allí a aquellas horas y menos en aquel lamentable estado. Tratamos de acercarlo, no sin precauciones, hasta donde nos dijo que estaba su casa. Pero la dirección correspondía a una de las colonias exteriores ya resecadas y al final lo hemos tenido que recluir en el leviatán de la nave nodriza. Pese a su visible deterioro, es un buen ejemplar. Probablemente nos servirá para el experimento.
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viernes, 13 de marzo de 2020

La perorata de Ignatius

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Lee Jeffries: Retrato de la serie Lost Angels.
«Españoles: estamos ante una hora en la que, una vez más, el destino pone a prueba no sólo la firmeza de nuestro carácter, forjado en las más duras bregas y en las minas medulares de áureos manejos, sino también, y de forma muy especial, la templanza de ánimo que sustenta y mantiene enhiesto el macizo de la raza, de modo que, ¡mecagüendiés!, cómo a alguien se le ocurra volver a esputar en la calle sin ton ni son, hacer de sus menores en cualquier córner o mismamente esquina, o aunque sólo sea tirarse de facto la pinche colilla a la puta calle, que el otro día sin ir más lejos me quemaron un huevo, me parece que me voy a marchar de este país de mierda y a tós vosotros os van a ir dando mucho por el bul...». Iba, como de costumbre, hablando solo, por Ramos Carrión, y después se metió Clara del Rey arriba, y ya no pude escuchar el remate de su perorata, que nunca es la misma pero siempre se da un aire. Me pareció que estaba algo más gordo.
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jueves, 12 de marzo de 2020

Sincronías razonables

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Ron Perlman y Diego "el Cholo" Simeone
(Sincronías). No puede ser sólo puritita casualidad que, a la misma hora en que el Atleti de Simeone se merendaba al Liverpool, su razonablemente parecido en lo físico, el actor Ron Perlman, vuelva a las pantallas de La 2 interpretando al inolvidable Salvatore, en esa joyita incombustible (aunque acabe en llamas) que es El nombre de la rosa. Una vez más, la música del azar. 


(Dedicado a Chuba Duruba y todos los atléticos fraternales).

Papel

La imagen puede contener: árbol y exterior
Descals Munt: Kiosco, s.f., s.l.
En el kiosco de prensa, esta mañana, a eso de las 11:40...
—Buenas, Miguel. Vaya, veo que hoy casi te has quedado sin género.
—Si, pero te he guardado «El País».
—Buena señal.
—¿El qué?
—Hombre, que hayas vendido muchos más periódicos es síntoma de que la gente se ha tomado en serio lo de la peste y se informa en fuentes fiables...
—Pues no estaría yo tan seguro.
—¿Y eso?
—Según me ha dicho más de uno, parece que en los supermercados se terminó el papel higiénico...
—¡Glub!

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(Literal, sobre poco más o menos)

miércoles, 11 de marzo de 2020

La fiesta de la edición

De izquierda a derecha: Javier Solana (ministro de Cultura), el Rey Juan Carlos I, Rafael Alberti, Jaime Salinas, Dámaso Alonso y Luis Rosales, la Reina Sofía, Pedro Lain Entralgo y Manuel Gala (rector de la Universidad de Alcalá), en la entrega del Premio Cervantes a Alberti en 1984.
De izquierda a derecha: Javier Solana (ministro de Cultura), el Rey Juan Carlos I,
Rafael Alberti, Jaime Salinas, Dámaso Alonso y Luis Rosales, la Reina Sofía,
Pedro Lain Entralgo y Manuel Gala (rector de la Universidad de Alcalá),
en la entrega del Premio Cervantes a Alberti en 1984. 
(En voz alta). Valiente, sorprendente y pertinente (sin sordina) me parece esta columna de Vicente Molina Foix. Resultará especialmente interesante a quienes estén leyendo (es mi caso) Cuando editar era una fiesta, el segundo “libro de memorias” de Jaime Salinas, urdido por Enric Bou a partir de la correspondencia del editor con su amigo y amante, procedimiento que ha dado lugar a algunas polémicas. Aunque sin el conocimiento de causa que Molina tiene —de hecho comparece varias veces en la obra, y no siempre, me parece, con su mejor perfil—, comparto su opinión final: un libro oportuno y una fiesta para todo lector que, en mayor o menor grado, se sienta concernido por la historia editorial y cultural española del último medio siglo, y de forma muy especial en las tres décadas finales del anterior. Por lo demás, el artículo se inicia con una muy tajante afirmación —o profesión de fe—que, más que exagerada, me ha resultado llamativa. Que santa Emily no me lo tenga en Dickinson.

La metamorfosis

La imagen puede contener: flor, planta, exterior y naturaleza
© Edgar Feliz: Margarita en blanco y negro
Al despertar aquella mañana, Gregorio Samsa abrió el balcón y se dio cuenta de que el sol volvía a tener la forma de una margarita.
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martes, 10 de marzo de 2020

La peste

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Antonio Saura: Brigitte Bardot, 1959. Museo de Arte Abstracto Español.
Fundación Juan March, Cuenca. Foto AJR, 2020.
Había sido tal vez el mamífero más hermoso y sensual que pisó en mucho tiempo la Tierra y, sin embargo, bastaron unos pocos minutos bajo el ojo disparado de un artista, aumentado y percutido por una muy peculiar imaginación, para que aquella criatura doBlemente Bellísima dejara traslucir su hosca, confusa, terrible y bestial naturaleza. Tras experiencias así, es muy difícil asombrarse ante nada.
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lunes, 9 de marzo de 2020

Jaque mate

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Bengt Ekerotz, como La Muerte, y Max von Sydow, en el papel del caballero cruxado Antonius Block,
en una escena muy conocida de El séptimo sello (1957), de Ingmar Bergman

Jaque mate. Negras ganan. No cabía esperar otro desenlace. 
Pero tampoco podemos dejar de jugar.

Regreso a Maiversnon


Arrímate a la rima, mamoncillo,

que la rima calienta como hoguera
ancestral de la tribu. Y no cualquiera
sabe hacer fuego así. Un estribillo

es un buen combustible. Y, en el brillo
de un espejo bien puesto, la frontera
entre viejos países queda fuera
del marco. Dale luego al molinillo

que muele las palabras con soltura
y con tino las mezcla y con cautela
por no perder de vista su gobierno.

Igual que ese gazapo que a la hura
donde nació y mamó su cantinela
siempre vuelve, así tú a este infierno.

(Ya te dije que el fuego de esta lumbre
es mucho más que una mera costumbre).

sispilacopA 3002

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Estaba en la puerta de Tannhäuser, cuando abrió el séptimo sello y en su terminal flotante y ante sus ojos secundarios se fue iluminando la imagen y bajo ella pudo descifrar, no sin dificultad, una leyenda que le costó trabajo comprender: «Funcionarios chinos viajan a través de la nieve para visitar aldeas remotas e informar sobre el coronavirus (A RAN/EFE)». Los caracteres finales lo tenían desconcertado.
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domingo, 8 de marzo de 2020

Bill Viola en Telefonica


(Visiones en voz alta). Lo de Bill Viola ("el del ojo en vilo") en el Espacio Fundación Telefónica (Fuencarral, 3, Madrid) vuelve a ser otra prueba de que el arte reside —sobre todo— en nuestra mente. Hay tanto que contar que lo mejor será dejarlo todo en una invitación en clave: vayan, infórmense como mejor puedan, asimilen cuantas historias les salgan al paso, respiren hondo y cuenten sus impulsos, y después, sala a sala, sorteando cabezas y brillos de pantallas, entre los dolientes, los cuatro elementos sincrónicos, los prodigios y espejismos del desierto con los cuerpos encontrados, el entrefilo de las dos mitades cortadas del ojo invisible de la luna —muy difícil de ver: si lo logran, lo entenderán todo—, las tres edades y su huida inexorable, la sed infinita en el estrecho margen que va del nacimiento al vuelo, o la mirada final del narcisista en los añicos del espejo..., tras esos 60, 70, incluso hasta 90 minutos, salgan de nuevo a la calle Fuencarral, recórranla a buen paso, viren hacia Hortaleza y acérquense a la iglesia-refugio de San Antón. Entren. Concéntrese. Observen. Reflexionen. Vivan. El arte marca urgencias tan relacionadas entre sí que, de continuo, nos muestra cuál es la cadena verdadera de la vida, tal vez el único indicio razonado e irracional que vuelve soportable este inmenso, bellísimo y brutal valle de lágrimas. Y déjense inundar por la finísima lluvia de invisibles neutrinos. Al fin y al cabo, no podemos hacer otra cosa. Y no en vano la exposición se titula «Espejos de lo invisible».

La carne fría

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AJR: «Disparo automático sin víctimas mortales». Cuenca, Spain.
A estas alturas la única pregunta pertinente tal vez sea esta: «¿Está usted seguro de no ser un zombi?»
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sábado, 7 de marzo de 2020

Los muertos

Antonio García Peris: «Retrato de la familia Sorolla en la Navidad de 1907». Museo Sorolla, Madrid.
Parecía que no iba a funcionar, pero lo hizo: el quinto movimiento de la cucharilla produjo una onda esencial en la superficie fluida del café y poco a poco fueron perfilándose con nitidez todos los miembros de la familia, muertos hace ya muchos o algunos años pero salvados de la extinción por mor de un truco de barraca de feria —la Red también es eso— y que ahora los pone, con viveza extraordinaria, ante nuestros ojos. Aunque, si nos fijamos bien, en puridad somos nosotros, uno a uno, los que todavía luchamos —y denodadamente— por estar al alcance de los suyos, esos sus ojos tan ajenos a esta barahúnda interminable, tan libres de todos los agobios vírales, tan eternos y ternes frente al seguro acabamiento que aún —¡aún!— nos aguarda. La verdad es que no hay modo alguno de comprobar de forma irrefutable de qué lado están los muertos. Todo son visiones, estados de la mente, pura inercia orbital.
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viernes, 6 de marzo de 2020

Carne de tertulia

Retrato de Benito Pérez-Galdós, en torno a 1890.
Galdós pensativo
(Lecturas en voz alta). Como ya casi no hay tertulias dignas de tal nombre e incluso empieza a ser complicado mantener una conversación más o menos pausada, viva voce y sin gritar, con casi nadie, he leído con gran gozo este artículo de José Lázaro —aún recuerdo con agradecimiento su biografía de Luis Martín Santos— en el que, bajo la excusa de Galdós y la polémica suscitada en torno a su valoración, reúne unas cuantas impresiones, anécdotas y chascarrillos tan bien hiladas aquellas y contados de forma tan amena estos, que en más de un párrafo me he quedado con ganas de indagar, sugerir, matizar... Ah, la vieja costumbre de la charla entre amigos. Qué difícil va resultando ya y cuánto bien nos hacía. Disfruten.


Criterios informativos

La imagen puede contener: 2 personas

(Al hilo de los días). Coronavirus Today. Y no se pierdan este artículo de Nacho Escolar en el diario.es: 15 claves imprescindibles.

Divinas paradas

La imagen puede contener: una o varias personas, personas practicando deporte, calzado, cielo, niño(a), nieve y exterior
 La conocida foto en que Ramón Massat logró retratar la prodigiosa estirada del cura guardameta 
fue tomada en Madrid, en 1959, en un partido entre “curillas”. Dicen las crónicas que, 
pese al instante milagrosamente recogido en la imagen, el disparo fue gol.
«Lo que vuelve imbatible al fútbol frente a los demás deportes —nos dijo el padre Conrado después del partido— es que... ¡como Iríbar no hay ninguno!». Y se reía a carcajadas. Aunque daba unos tirones de patillas algo salvajes y a veces unos capones terribles con la parte posterior del silbato, a partir de aquel día empezó a caerme bien y hasta acabamos siendo medio amigos. De él aprendimos algunas canciones en euskera que aún recuerdo (Maritxu, nora zoaz eder galant ori?...) y los gritos de rigor en San Mamés. Y es que, por aquellos remotos años, ser del Athletic («Del Bilbao», que se decía entonces) unía mucho.
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jueves, 5 de marzo de 2020

La Odisea (o sea)

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Cristina Garcia Rodero: vecinos del pueblo de Barcianos de Aliste (Zamora) contemplan
las fiestas de la Mascaradas de invierno, 1990.
Esperando a su Ulises, la señá Penélopa se las apaña para mantener a raya y como al tresbolillo a todos los moscones de Ítaca («que una tiene su pisquis», dice), aunque la impaciencia hace lo suyo y no puede reprimir una queja:
—¡Lo que tarda el jodío!
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La cara del que sabe...



(Audiciones en voz alta). Mucho me he acordado de esta canción de Amancio Prada, con inconfundible letra brotada del sabio y popular decir de Agustín García Calvo, ritmo contundente y verdades como puños. Se la oímos cantar en el recital aquel del Círculo de Bellas Artes en el que también estaba Carmiña Martín Gaite y desde entonces su trasfondo me ha salido al paso tantas veces en tantas caras —sin excluir, ojo, las de los espejos— que es ya una prueba irrefutable de la honda sabiduría que habita en la perspicacia verbal de los poetas verdaderos. Ciertos hábitos descritos en la canción puede que hayan variado en sus escenarios y habría sin duda que añadir otros usos, costumbres, redes... Lo que sigue ahí, impertérrita, reiterada, mascarienta, es “la cara del que sabe”.
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miércoles, 4 de marzo de 2020

La Rugienta

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Henri Cartier-Bresson: Kamondo Stairs, Estambul (Turquía), 1964.
La oía hablar con tanto desprecio y tanta oscuridad del deseo de los otros —«todas esas miradas viscosas», decía— y había en sus palabras un tan mal disimulado resentimiento, que comprendió que tal vez nunca hubiera sentido nada semejante. Ni probablemente lo iba a sentir ya nunca. Era el suyo un rugido sordo, ofensivo, inútil. Una verdadera deserción. «Au revoir, tristesse», estuvo a punto de decirle al despedirse. Pero no pudo.
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martes, 3 de marzo de 2020

Cita dudosa

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
AJR, 2020.
(Al hilo de los días). Paseando por los alrededores de Manuel Becerra, de regreso de la sorprendente exposición que la FNMyT le dedica a Broto (dará que hablar, espero), me topo con esta publicidad vinícola que le atribuye a Lorca esa frase: «Me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo». No sé con qué fundamento. Si fuera cierta, está claro que hasta las mentes más sutiles sufren sus momentos de dura ofuscación. Quien esté libre..., etc.

La deriva del capitalismo (o viceversa)

Libros e ideas para repensar el capitalismo. Joaquín Estefanía
Capitalsmo... en construcción
(Lecturas en voz alta). Me informa un amigo (gracias, Felipe Pallete) de la brillantez de este artículo de Joaquín Estefanía en el último Babelia. Y, una vez leído, admito que es un buen resumen de las principales ideas de los libros que cita sobre la situación actual de la economía mundial, sus retos y debilidades. Y, en efecto, como suele ocurrir en los artículos de uno de los periodistas con mejor dominio de las claves económicas (de hecho su formación es más de economista que de periodista), analiza la situación con rigor y propiedad.
Pero me parece que no tiene en cuenta de forma suficiente, pese a incluir a Piketty y otros en la bibliografía, algunos aspectos. Uno es la necesaria redefinición del concepto de «trabajo» y su imprescindible desmitificación (desacralización incluso). Otro, que debería poner un énfasis mayor en la redistribución de la riqueza como un factor imprescindible para la supervivencia de la propia economía de mercado (poscapitalista o socialparitaria). Y, de forma muy especial, me parece que el artículo no contempla el drástico cambio de fuerzas en juego y, sobre todo, la emergencia de factores de producción creadores de grandes plusvalías ligados a la cuarta —o quinta ya, al ritmo de la veloz expansión del 5G y en puertas de la explosión cuántica— era posindustrial.
En relación con este último aspecto, no hay que perder de vista que en la nueva realidad el principal agente dinamizador son los nuevos escenarios ciberglobales que tienen en la explotación del Big Data su principal fundamento. ¿Quién paga por la materia prima de la que se nutre esa minería y explotación — en ambos sentidos del término— del recurso básico en juego que no es otro que nuestras costumbres, hábitos de consumo, juegos, ritos, mitos, creencias... en suma nuestras propias vidas?
Son asuntos que un análisis del estado actual del capitalismo y su posible evolución y deriva tendría que plantearse. Y ahí puede que ciertas ideas de vaga filiación marxista aún puedan seguir siendo no sólo útiles sino imprescindibles, más allá de que el ideal utópico de un estado comunista de verdad operativo esté finiquitado.

Homenaje

Paul Van Ginkel: Red rose.
Además de la luz que partía de sus manos, también había en su nombre el origen secreto de la rosa.
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lunes, 2 de marzo de 2020

Ojos cerrados

Cierro los ojos
y en un punto empedrado
de la oscuridad,
tal vez un nudo invisible de mi mente,
veo la sucesión de imágenes
naufragadas de mi vida,
los gestos no nacidos,
la lluvia amarilla que no cesa de caer
por entre los agujeros del desván.
Y, si aprieto un poco más los ojos,
se repite
la danza visible de la motas en un rayo de luz.
¿Qué culpa tengo yo si las palabras
ya han rendido sus cuentas en trincheras
de otras guerras inciertas?
Cada vez que se alza su telón
comienza el espectáculo.
Nunca sabrán cómo se puede uno
ir convirtiendo en agua cenagosa.
Porque la claridad, que es un don,
también se pierde.

El invisible (s)

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Paseo nocturno por la vieja ciudad. Cuenca. AJR, 2020.
(Agradezco a Sagrario PM su ojo perspicaz: fue quien me dio la pista).
Llevaba meses, tal vez más de un año, sin verlo. Pero allí estaba de nuevo. ¿Él o ella?
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domingo, 1 de marzo de 2020

Bajo el balcón

La imagen puede contener: una o varias personas, noche, calzado y exterior
Foto de Marc Aspers, «The Gate».
«Firmin, Firmin, ¿dónde está tu alma?», oí que gritaban en medio de la noche. Y la voz, fíjate, me parecía que salía del fondo del vaso. ¡Pinche pelona!
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sábado, 29 de febrero de 2020

Verte en Venecia

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Foto: Andrea Poscoliero: «Il medico della peste... Con il suo becco ricurvo pieno di erbe balsamiche, 
portava la sua visita ai malati di peste nella Venezia del 1630».
—Pues ya no queda nadie —dice ella.
—¿Y ahora qué hacemos? —dice él.
De inmediato comprendió lo absurdo de su pregunta. «Médico —se dijo mientras la mueca del estertor final desfiguraba su cara—, cúrate a ti mismo». Sobre la plaza subía l’acqua alta, sin testigos.
...

viernes, 28 de febrero de 2020

Melmoth

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Masahisa Fucase (深瀬 昌久 ): Ipnagogicosentire.
Cuando regresó al Exil’s Corners, su bar de siempre, le vino a la cabeza lo que le había dicho el viejo la última vez que bebieron juntos: «Irremediablemente se muere en un espejo». Ya no era capaz de recordar su rostro pero su voz se multiplicaba en su mente como un eco interminable. Pidió un oporto y brindó por los fantasmas dóciles y el imposible olvido. Luego, una vez abajo y ya dentro, bajó con sumo cuidado la tapa del ataúd.
...

jueves, 27 de febrero de 2020

Soñámbulos

La imagen puede contener: una persona, de pie y exterior
John Everett Millais: «La sonámbula», 1871. Col. Privada.
No nos dimos cuenta de que nos conocíamos hasta que no nos despertamos a la vez en el mismo sueño.
...

miércoles, 26 de febrero de 2020

La invención de España

Henry Kamen La Invencion de España
Francisco Pradilla: La rendición de Granada, 1882.
Palacio del Senado, Madrid.
(Lecturas en voz alta). Es frecuente que cada uno arrime el ascua a su sardina (y más en tiempos de Carnaval) y los mismos argumentos van y vienen y se utilizan a conveniencia. Es lo que está pasando estos días en la prensa con los comentarios sobre el último libro de Henry Kamen, no en vano titulado La invención de España. Este artículo de El país me parece interesante porque enumera y desbarata con claridad algunos tópicos que suelen ser fuente de numerosas confusiones y demagogias varias. Lo comparto.

Tiempo (de ceniza y polvo)

La imagen puede contener: una o varias personas y exterior
Carl Spitzweg: Ash Wednesday, 1860. Galería Estatal de Stuttgart (Alemania).
Y ahora debes pensar una palabra que dure hasta el fin de la noche. Es preciso burlar esa codicia del tiempo que se enrosca (dentro de sí mismo) y llega con su diente de víbora, escondido entre los pliegues de su cuerpo sinuoso, hasta el centro de tu corazón. Ese veneno está dentro de tu cabeza (también en la ceniza que hoy la cubre). Sin él no puedes vivir. Con él te mueres.
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martes, 25 de febrero de 2020

Adiós a Juan Eduardo Zúñiga

Muere Juan Eduardo Zúñiga, Premio Nacional de las Letras en 2016
El escritor Juan Eduardo Zúñiga (1919-2020). Foto de Jordi Belver.
(Lecturas en voz alta). Como ocurriera hace unos días con el actor Kirk Douglas, tal vez hubiera que buscar una expresión más adecuada que la de “muerte” para definir el tránsito de personas centenarias —un hecho cada vez más frecuente— cuando dejan tras de sí una vida vivida en plenitud hasta casi sus últimos momentos. Es lo que ocurrió ayer con el escritor Juan Eduardo Zúñiga, fallecido a los 101 años, tras una vida de una longevidad fecunda y lúcida que le ha llevado a estar presente en la vida cultural hasta edad muy avanzada e incluso a vivir algunos de los momentos de mayor plenitud y reconocimiento en tiempos aún cercanos. Autor de una obra especialmente relevante en la descripción de la vida cotidiana y los trágicos interiores en el Madrid de la Guerra Civil, a través de relatos escritos con la conciencia despierta del testigo directo, y corredor de fondo en una muy personal escritura de largo aliento, desarrollada con original imaginación, su obra tal vez esté aún a falta de una valoración justa que la sitúe con precisión en el lugar que le corresponde.
Desde aquí quiero hacer llegar mi sentimiento a Felicidad Orquín, su esposa, con la que tuve el honor de trabajar en diversas actividades editoriales, y sobre todo en los fértiles años del SOL, en la Fundación FGSR, y a su hija Adriana. Descanse en paz.

Billisqueira

La imagen puede contener: una persona, sonriendo
Francisco de Goya: Las viejas o El tiempo, 1810-1812.
Palais des Beaux-Arts, Lille.
Lo más adecuado es que la última máscara de la temporada lleve el nombre de aquella figura o personaje o acaso sólo resonancia que a ella le provocaba una mezcla de risa y enojo, puede que incluso el inicio de un verdadero enfado, casi siempre resuelto en aspavientos:
—¿E cómo podes ser tan mala persoa pra chamar a túa mai cuise nome de felo? ¡Dios me valia! ¡Tolo, mais que tolo!
Y había entonces en sus ojos, tan expresivos y teatrales, la misma luz generosa que aún veo en el espejo. Se acabó el Carnaval.
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A voces


La imagen puede contener: exterior
Julio Visconti: Callejón del Gat, Arcos de la Frontera.
Ya de madrugada, en Eburia, enfilaba el callejón de San Francisco hacia la calle del Sol, cuando me sorprendieron, venidas desde un balcón abierto, grandes voces: «Escucha, Primo, escucha: no me llames más, que a ti te usa el demonio para hacerme daño a mí. Y dile a tu mujer que no se junte más con la mía, que me la malea y la saca de sus sitios. Y tú no me llames más, ni me digas nada. Y lo que tienes que hacer es no hacer caso a tu mujer y hacer más caso a Dios. No me llames, Primo, pa’ ponerme mal ni pa’ buscarme la ruina. Que mi mujer se pone todos los días de rodillas conmigo. Y yo hago lo que dice el Señor y al Señor se lo debo. Y a ti te usa el demonio. A ver. ¿Tú te pones de rodillas todos lo días con la tuya? Ah, bueno. Pues no me llames más, que ya sé lo que hay...». Cuando llegaron los de la murga, las voces aún seguían.
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