(En voz alta). Tristeza por la muerte de Antonio Jiménez Millán, gran poeta, atento interlocutor, hombre sabio. Un estricto coetáneo. Le echaremos de menos. Lo seguiremos leyendo.
Como recuerdo y mínimo homenaje dejo aquí este poema suyo que me hace llegar, desde Brooklyn, Hilario Barrero (gracias).
ARD-ROCK CAFÉ (NYC)
A Hilario Barrero
En el sótano del Hard Rock Café
Hay un museo estrafalario
de vitrinas con ropa de los músicos
llevaron en algún concierto memorable
y guitarras eléctricas, teclados, baterías
que se exponen al público. La gente
se agolpa en los sofás. Cambia de sitio
el rabino en su mundo solitario:
con su hábito negro,
hace gestos extraños al vacío
y se sienta, se vuelve a levantar,
habla consigo mismo o con todos, quién sabe,
los vivos y los muertos que solo él contempla.
Fuera, se vuelven más visibles
los anuncios luminosos de Times Square,
cuando el predicador augura el fin del mundo
y las strippers jóvenes muestran sus tatuajes
al ingenuo que quiere hacerse una fotografía.
En la noche de julio,
la lluvia en el asfalto es un espejo
de carteles y luces de neón,
faros de coches. De repente,
llegan imágenes de Poeta en Nueva York:
el cristal y la sierpe, las palomas y el cieno.
Aquel rabino alucinado
se habrá perdido entre la muchedumbre
con su gesto al vacío y su nostalgia
de una moral estricta: un código de sombras
en medio del fulgor de Times Square.
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