Quién me mandaría a mí meterme en estos andurriales. Con lo bien que lo pasaba yo en las estampitas del Buen pastor. Incluso en el cuento del Lobo, que siempre había algún niño caritativo, y buen lector, que me salvaba. O alguna niña minuciosa que con sumo cuidado me libraba de las zarzas. Pero desde el día en que, movido por no sé qué raro impulso, me dejé llevar hacia esta ruta de riscos cada vez más montaraces y espinados, y de lluvias sepultadas con sus pueblos en el fondo de valle sumergidos, todo me resulta mucho más difícil, incomprensible, insustancial, sin sentido. Y lo peor es que no hay vuelta atrás: no se sabe de nadie que haya vuelto indemne de un viaje como este. Y algunos ni hemos confesado. Si lo sabré yo.
(LUN, 584 ~ «Clásicos profanados», homenaje a Juan Benet y Amalia Avia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario